Blue Ghost: la primera misión privada de EEUU en la Luna culmina con imágenes inéditas del atardecer lunar - LJA Aguascalientes
26/03/2025

Cuando la sonda Blue Ghost envió sus últimas imágenes desde la Luna antes de apagarse para siempre, lo hizo con estilo: capturó, por primera vez en la historia, un atardecer en alta definición sobre el horizonte lunar. Esta postal del ocaso, tan poética como científica, marca el final de una misión que no solo logró aterrizar con éxito, sino también operar eficazmente durante todo el día lunar, algo que parecía un sueño para el programa comercial de exploración de la NASA.

Esta hazaña, sin embargo, no es solo un hito fotogénico. También es un golpe sobre la mesa en un contexto donde la iniciativa CLPS (Commercial Lunar Payload Services) de la NASA había acumulado más decepciones que logros. Hasta ahora, solo una de cuatro misiones había funcionado según lo planeado. Las demás —incluyendo el accidentado aterrizaje del módulo Peregrine y los tropiezos de Intuitive Machines— se habían saldado con fallos técnicos o pérdidas prematuras de funcionalidad.

Blue Ghost, construida por la empresa texana Firefly Aerospace, no solo logró lo que sus antecesoras no pudieron: aterrizar de pie, sobrevivir toda una jornada lunar (14 días terrestres) y completar sus experimentos científicos. También aportó algo que ningún humano ha visto nunca desde la superficie lunar: un eclipse solar desde la perspectiva de la Luna, causado por la Tierra interponiéndose entre el satélite y el Sol. Desde nuestro planeta, lo vimos como un eclipse lunar; allá arriba, fue todo lo contrario. El módulo también fotografió a Venus flotando en la distancia, completando un álbum digno de enmarcar.

El aspecto más intrigante es que, en medio de la estética del ocaso, resurgió un viejo misterio: el resplandor del horizonte lunar. Detectado por las misiones Surveyor 7 y Apolo 17 en los años 60 y 70, este fenómeno parece tener que ver con la levitación de polvo lunar cargado eléctricamente. Las nuevas imágenes podrían arrojar luz sobre esta incógnita. Joel Kearns, de la NASA, lo resumió con mesura científica y entusiasmo visual: “Lo que tenemos es una imagen realmente hermosa y estética que muestra algunas características realmente inusuales”.

En el aspecto técnico, la misión llevó diez cargas útiles de experimentación científica. Aunque no todo fue perfecto (el taladro a bordo perforó solo un metro de profundidad en vez de los tres previstos), el desempeño general fue calificado como exitoso. Más de 119 GB de datos fueron enviados a la Tierra, de los cuales casi la mitad tienen valor científico directo.

Blue Ghost se lanzó el 15 de enero desde Cabo Cañaveral a bordo de un cohete Falcon 9 de SpaceX y aterrizó en el Mare Crisium el 2 de marzo. Pese a los -175 °C de la noche lunar, logró operar incluso cinco horas después del ocaso, antes de apagarse por falta de energía solar. Firefly no descarta intentar reactivarlo en abril, aunque las expectativas son más románticas que realistas. Después de todo, solo un puñado de sondas ha sobrevivido a una noche lunar, y el modelo estrella sigue siendo la Chang’e 4 china, que lleva más de 60 noches despierta gracias a su sistema de hibernación.

Este logro llega en un momento clave para la exploración lunar. La NASA tiene el ojo puesto en misiones tripuladas como parte del programa Artemis, pero también en el desempeño de compañías privadas que, hasta ahora, no habían dado razones para entusiasmarse. La próxima misión clave del CLPS será el Griffin-1 de Astrobotic, planeada para finales de 2025. En paralelo, la empresa japonesa ispace planea su aterrizaje con la sonda Resilience en junio, mientras que los gigantes espaciales, como SpaceX y Blue Origin, siguen demorando sus respectivas apuestas lunares. Starship aún no pasa la fase de pruebas explosivas y el Blue Moon Mark1 aún no tiene fecha oficial de despegue, aunque la NASA sugiere que podría ser en agosto.

Así, mientras los grandes siguen prometiendo, una sonda mediana y privada, con nombre de fantasía y espíritu científico, logró iluminar la Luna al caer el Sol, recordándonos que el futuro espacial no siempre depende de los más ruidosos, sino de los que hacen su trabajo con precisión, incluso en silencio.

Vía Tercera Vía



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