Si invertir en criptomonedas ya era un acto de fe, hacerlo de la mano de un presidente en funciones parece haber sido una mala idea. Javier Milei, autoproclamado paladín del liberalismo, podría haber llevado la máxima del “mercado se regula solo” demasiado lejos. Con 112 denuncias acumuladas en su contra y acusaciones que van desde fraude hasta negociaciones incompatibles con la función pública, el caso del token $LIBRA se ha convertido en un “criptogate” de proporciones históricas.
El inicio del caos
El pasado viernes, el presidente argentino no encontró mejor forma de demostrar su fe en el libre mercado que promocionar en X (antes Twitter) el lanzamiento de $LIBRA, una criptomoneda destinada, según sus palabras, a “incentivar el crecimiento de la economía argentina”. Lo que siguió fue una historia tan predecible como un final de telenovela: en cuestión de minutos, la moneda pasó de valer fracciones de centavo a alcanzar los 4.97 dólares, para luego desplomarse sin piedad hasta quedar casi sin valor. Un clásico caso de “rug pull” o tirón de alfombra, donde los primeros inversores retiran sus ganancias y dejan a los incautos con las manos vacías.
Una estafa presidencial
La justicia argentina ahora deberá determinar si Milei simplemente pecó de ingenuo o si fue el cerebro detrás de la operación. Las denuncias presentadas por ciudadanos, figuras de la oposición e incluso abogados especializados en delitos financieros, argumentan que el presidente utilizó su investidura para generar confianza en los inversionistas. Uno de los socios de $LIBRA, el empresario Hayden Mark Davis, complicó aún más la situación al reconocer que había asesorado a Milei y que “respaldó y promovió activamente el proyecto”.
El impacto fue tal que incluso se presentaron demandas en Estados Unidos. El bufete Moyano y Asociados elevó la situación al FBI y la Comisión de Valores de EE.UU., denunciando una estafa que habría alcanzado los 100 millones de dólares en pérdidas a nivel global. La querella también menciona a varios actores clave, incluyendo a empresarios y políticos cercanos a Milei. Parece que el “mercado libre” ahora también se regula en tribunales internacionales.
El Gobierno se hace el desentendido
Desde el oficialismo, la estrategia ha sido la negación y la inversión de papeles. La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, insistió en que todo se trata de una conspiración para “bajar al presidente”. Mientras tanto, el propio Milei defendió su acción con un argumento digno de un apostador compulsivo: “Si vas al casino y perdés plata, ¿cuál es el reclamo?”. Un punto de vista muy particular para alguien que debería velar por la estabilidad económica del país.
Para sumar a la confusión, el Gobierno anunció la intervención de la Oficina Anticorrupción, que depende del propio Ejecutivo. Algo así como pedirle a un bombero pirómano que investigue un incendio. La empresa KIP Protocol, vinculada con la creación de $LIBRA, también intentó lavarse las manos, asegurando que no tuvo control sobre el lanzamiento del token y que sus vínculos con el Gobierno fueron “exagerados”.
Repercusiones y juicio político en el horizonte
El escándalo ha impactado la economía argentina. El mercado accionario sufrió caídas, con el índice S&P Merval desplomándose hasta un 5.8% en las primeras operaciones del lunes. En el Congreso, la oposición peronista impulsa un juicio político contra Milei, mientras otros legisladores piden una comisión investigadora y la interpelación del presidente.
Pero Milei, fiel a su estilo, no parece preocupado. En plena tormenta, ha optado por refugiarse en su próxima aventura internacional: un viaje a EE.UU. para participar en la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC), donde seguramente encontrará oídos receptivos a su narrativa de “persecución política”. Según fuentes cercanas al mandatario, su equipo confía en que el viaje permitirá “instalar otro tema en la agenda”. Nada como un buen escándalo internacional para desviar la atención de una crisis doméstica.
Milei en el ojo del huracán
El “criptogate” Milei-$LIBRA no es solo una historia de fraude financiero, sino un testimonio de cómo la política y la especulación pueden fusionarse en un cocktail explosivo. Mientras las investigaciones avanzan, el mandatario argentino parece decidido a minimizar la situación, confiando en que su base de seguidores seguirá viendo en él a un “genio incomprendido”.
Pero, con tantas denuncias acumulándose y las instituciones internacionales observando de cerca, la gran pregunta sigue siendo: ¿logrará Milei salir ileso de este escándalo o terminará siendo otro “rug pull” político?