Trumpetín y el eco de una oposición dormida
En días recientes, hemos sido testigos de una marea de discursos nacionalistas, de pronunciamientos encendidos y de un desfile de actores políticos que buscan erigirse como los defensores de nuestra nación; sin embargo, más allá de las palabras y los desplantes, lo que observamos es una oposición que, en lugar de consolidarse como una fuerza contundente, se tambalea en la ambigüedad.
Un blanquiazul deslavado y un tricolor desvanecido
El caso de Acción Nacional es particularmente emblemático. El PAN, que en su momento prometió un cambio generacional, ha mostrado ser incapaz de capitalizar su papel como oposición. Su discurso se escucha tímido, como el eco de un instrumento desafinado. Los spots que proclaman sus logros del pasado no logran esconder las contradicciones actuales, como su alianza con el PRI, el mismo partido al que antaño enfrentaron con fervor. La corrupción que tanto criticaron parece haberse convertido en un huésped incómodo pero tolerado en su mesa. ¿Dónde quedó ese ímpetu para emprender desde una derecha genuina? Al parecer, quedó sepultado bajo la sombra de la corrupción que tanto criticaron y que hoy toleran en sus propias filas.
Mientras tanto, el PRI se refugia en una posición cómoda. Aparentemente, su mayor preocupación es mantener sus posiciones dentro de los gobiernos estatales, sin arriesgarse a movimientos que puedan alterar el tablero político. La imagen de Alejandro Moreno, Alito, intentando denunciar la corrupción es, por sí misma, un chiste que se cuenta solo. El PRI no es oposición y parece no tener intención alguna de serlo.
En este panorama, el PRD tampoco logra posicionarse como una fuerza relevante. El partido que alguna vez lideró movimientos sociales ahora parece haber perdido su brújula ideológica. Su discurso se ha desdibujado, y su plataforma política no presenta una ruta clara hacia el futuro. La izquierda que prometieron quedó diluida en alianzas oportunistas y discursos vacíos.
Finalmente, Movimiento Ciudadano se alza como una excepción interesante. Aunque todavía enfrenta el reto de consolidar su identidad, al menos ha mostrado cierta capacidad de acción. La pregunta clave es si serán capaces de definir un rumbo ideológico claro o si también caerán en la trampa de la simulación y la comodidad.
La ausencia de una oposición sólida plantea una pregunta crucial: ¿cómo se configurará el panorama político rumbo a 2025? Los partidos deben decidir si se posicionarán como fuerzas de izquierda, derecha o centro, o si continuarán navegando en la ambigüedad para proteger sus intereses inmediatos.
La agenda: política entre bastidores
En los últimos días, la gobernadora Tere Jiménez ha llevado a cabo una serie de actividades que, como suele suceder, no han contado con la participación de los medios. La agenda, marcada por mesas de seguridad e inteligencia con otros estados como Jalisco, Nayarit y Zacatecas, resalta la necesidad de coordinar esfuerzos más allá de los colores partidistas; sin embargo, la falta de transparencia en estas reuniones genera dudas sobre su efectividad real.
A medida que las campañas comienzan a calentarse, observamos cómo algunos funcionarios recurren a estrategias ya conocidas, como la entrega de apoyos materiales. Con motivo de la época de frío, es habitual verlos entregar cobijas que no solo representan un gesto político, sino también una muestra de cómo las acciones inmediatas a menudo prevalecen sobre las soluciones estructurales.
Mientras tanto, el alcalde Leo Montañez parece haberse retirado de la escena pública. Los eventos y obras que supervisa se limitan a transmisiones en redes sociales, lo que refuerza la percepción de un liderazgo aislado. La falta de reformas importantes o proyectos emblemáticos en el cabildo alimenta la sensación de estancamiento.
El cabildo de la capital, por su parte, ha brillado por su inacción. Las reformas profundas brillan por su ausencia, y las sesiones han sido escasas y poco significativas. Incluso en temas tan elementales como el pavimento, el estancamiento es evidente. Un paseo por el centro de la ciudad o por el mercado basta para encontrarse con alcantarillas olvidadas y calles sin mantenimiento.
La Feria Nacional de San Marcos o el elogio al descontento
El reciente manejo de la Feria Nacional de San Marcos se ha convertido en un ejemplo claro de la falta de capacidad logística y planificación estratégica. Lo que debería ser un evento para celebrar la identidad cultural y generar una derrama económica significativa se ha transformado en motivo de indignación. En lugar de enfocarse en los beneficios económicos y turísticos, el debate se ha centrado en polémicas menores y en la proyección mediática de los funcionarios involucrados.
Es hora de plantear una reforma de fondo para eventos de esta magnitud. La Feria no debe ser solo un espectáculo de un mes, sino un catalizador para el desarrollo turístico y económico sostenido. Si bien se han identificado tendencias positivas, como el turismo de fines de semana y eventos como el Festival del Vino o el Festival de las Calaveras, es necesario diversificar las estrategias para que los beneficios se extiendan más allá de los días de fiesta.
Hay quienes siguen comiendo rosca
El problema de fondo es el miedo a moverse. Muchos funcionarios siguen comiendo la rosca, esperando a que pase el tiempo sin asumir riesgos ni tomar decisiones contundentes. Una excepción en este sentido es el caso de los secretarios de Seguridad Pública, tanto a nivel estatal como municipal, que informan diariamente de sus acciones, en contraste con la parálisis que se aprecia en otras dependencias públicas.
Esta inercia es un reflejo de un sistema político que prioriza la comodidad sobre la innovación. Mientras los partidos y los gobiernos locales no se atrevan a salir de su zona de confort, el estancamiento seguirá siendo la norma.