Desde su retorno al poder, Donald Trump ha demostrado que la presidencia puede ser una plataforma lucrativa para expandir su fortuna personal. En una jugada que pocos anticiparon, el mandatario lanzó su propia criptomoneda, el $TRUMP coin, valorada inicialmente en 10 mil millones de dólares. Este movimiento no solo consolidó su estatus como el “presidente cripto”, sino que también evidenció su habilidad para capitalizar tendencias financieras emergentes.
La familia Trump posee el 80% de estos tokens, lo que ha generado críticas sobre una posible explotación de sus seguidores. Curiosamente, este es el mismo Trump que, en el pasado, criticaba las criptomonedas, pero que ahora las abraza con fervor, aceptándolas incluso para donaciones de campaña. Este cambio de postura ha dejado a muchos preguntándose sobre la coherencia de sus convicciones.
Pero el criptoaventura no se detiene ahí. Melania Trump, siguiendo los pasos de su esposo, lanzó su propia criptomoneda, $MELANIA, alcanzando rápidamente una capitalización de 2 mil millones de dólares. Estas iniciativas, lanzadas justo antes de la toma de posesión de Trump, han suscitado preocupaciones éticas y posibles conflictos de interés, ya que mezclan negocios privados con funciones públicas.
Además del mundo cripto, la fortuna de Trump ha experimentado un notable incremento gracias a la revalorización de su empresa de medios, Trump Media & Technology Group (TMTG), matriz de la red social Truth Social. Las acciones de TMTG han visto un aumento significativo, impulsado por la popularidad de Trump y su retorno al escenario político. Este auge ha llevado su patrimonio neto a estimarse en 7 mil millones de dólares, consolidando su posición entre las personas más ricas del mundo.
Sin embargo, este crecimiento financiero no ha estado exento de controversias. La intersección entre sus intereses empresariales y su rol político ha generado debates sobre posibles conflictos de interés. Sus negocios, que abarcan desde acuerdos de licencias hasta resorts de lujo y su plataforma Truth Social, podrían influir en sus decisiones presidenciales. Además, la promoción de criptomonedas por parte de la familia Trump plantea interrogantes sobre la ética de aprovechar su posición para beneficios personales.
En resumen, el retorno de Donald Trump a la Casa Blanca ha coincidido con un incremento sustancial de su fortuna, impulsado por incursiones estratégicas en el mundo de las criptomonedas y la revalorización de sus empresas mediáticas. Este fenómeno pone de relieve las complejas relaciones entre poder político y ganancias personales, y cómo la línea entre ambos puede volverse difusa en manos de líderes con inclinaciones empresariales.
