Sensación de náusea existencial | Opciones y decisiones por: Francisco Javier Chávez Santillán - LJA Aguascalientes
05/01/2025

Opciones y decisiones

Sensación de náusea existencial

Una de las demostraciones de que somos seres en el tiempo, nos la da el fenómeno del Solsticio de Invierno, ocurrido el pasado 21 de diciembre de 2024, sábado a las 9:21 UTC  (Tiempo Universal Coordinado), según EarthSky.org. Ciudad de México: 3:21 p.m. sábado. El solsticio de invierno marca el día más corto del año en el hemisferio norte, cuando el Sol aparece en su posición más al sur, directamente sobre la cabeza en el lejano Trópico de Capricornio. La situación es al revés en el hemisferio sur. Allí, el solsticio de diciembre marca el día más largo del año y el comienzo del verano en lugares como Argentina, Nueva Zelandia y Sudáfrica. La luz del día disminuye drásticamente cuanto más cerca estás del Polo Norte el 21 de diciembre. Debido a que la Tierra está inclinada sobre su eje de rotación, experimentamos las estaciones. A medida que la Tierra se mueve alrededor del sol, cada hemisferio experimenta el invierno cuando se aleja del Sol y el verano cuando se inclina hacia el Sol (CNN. Mundo. Por Forrest Brown https://shorturl.at/6YT6z). 

A nivel simbólico o de ritos culturales, en nuestra Civilización Occidental Cristiana, este fenómeno fue reconocido como Saturnalia. En la Antigua Roma, Saturnalia comenzaba el 17 de diciembre y se prolongaba durante siete días. Honraba a Saturno, el dios romano de la agricultura. La gente disfrutaba de festividades de carnaval que se asemejaban a las celebraciones de Mardi Gras modernas e incluso retrasaban la guerra. Saturnalia continuó en los siglos III y IV d.C. A medida que el Imperio Romano cayó bajo la influencia cristiana y un eventual mando, algunas de las costumbres del festival se fusionaron con las celebraciones en torno a la Navidad y el Año Nuevo. Este festival del Solsticio de Invierno llamado Dongzhi tiene sus raíces en la antigua cultura china. El nombre se traduce aproximadamente como “extremo de invierno”.

La segunda demostración de nuestro ser en el tiempo, para el caso de México, es el tránsito o cambio sociopolítico que ha ocurrido y continúa su tránsito, en el pasaje del régimen constitucional legítimamente reglado aproximadamente desde el suceso violento de la Revolución Mexicana, 1910 hasta la promulgación de la Constitución Política de 1917 que nos vino rigiendo como gran pacto “de la Unión”, -siempre con mutaciones formales la mayor parte de ellas-, hasta el pasado 2 de Junio 2024, en que se realizaron las Elecciones Generales respectivas; a partir de las que el grupo en el poder conducido por el Movimiento de Regeneración Nacional, Morena, autodenominado Cuarta Transformación, mediante voluntarismo puro asumió e impuso su “hegemonía constitucional”, a la que ha otorgado timbres de intocable e irreversible, mediante lo que el análisis social independiente  designaría con precisión y atingencia, un gran embuste ideológico y político, bajo el cual inaugura su pretendida “transformación”, en fase de ‘segundo piso’. 

Fenómeno de conversión social y del poder político vigente todavía de impredecibles consecuencias. Esta mutación tiene sin duda rasgos y características de históricas, en el sentido estricto del término; aunque no por ello otorga automáticamente razón a la pretensión y sentido de “histórico”, al discurso justificativo y declarativo del bloque histórico en el poder que lo prohija. Es decir, su ideología cargada de voluntarismo, autoritarismo y de la polarización social necesaria que induce, no crea ipso facto, el cambio histórico que pretende imponer; éste obedece o será efecto de actos y mutaciones reales acaecidas en el todo social de la estructura y dinámica de la población mexicana. 

Esta condición última, definitoria en el cabal sentido de la palabra, está por darse;  condicionada por la dirección, sentido y significado de los reacomodos y definiciones de colectivos diversos de la sociedad, según vayan acoplándose o desacoplándose de la pretendida hegemonía por ser impuesta. 

Esta segunda fase de cambio en el tiempo es protagonizada por el cuerpo social en cuanto que tal, por lo que sucede en relación directamente proporcional a los sujetos como actores sociales; sucesos en que interviene la voluntad humana, la decisión de ser, el poder real de tomar decisiones en un sentido o en otro; en pocas palabras la fuerza de la razón, de la pasión, de la inteligencia emocional que se expresa en cada colectivo social que va encontrando identidad y solidaridades que les dan unidad. En pocas palabras, se encuentran sus voces ya sea en diálogo, en debate; o bien, en impugnación, en rechazo o en consenso. Un pretendido “nuevo” sistema de poder no se da porque sí ni cae del cielo azul, acontece efectivamente por la lucha de contrarios, especialmente en esquemas como el impuesto por Morena, polarizador en grado extremo de maniqueísmo, tan dualista como excluyente. Por más que se autojustifique como “movimiento democrático”. 

Bajo estas dos condiciones efectivas de ser en el tiempo, México está deviniendo a una reorganización de su vida pública y, por ende, de su arreglo político propiamente dicho. Por ello mismo, el análisis social no debe caer en la trampa dicotómica del simplismo ‘a favor’ o ‘en contra’; debe observar su real acontecer desde la óptica de identificación y clasificación de fenómenos tal como acontecen en el tiempo y en el espacio. Exactamente como lo sugiere y propone el pensador Peter Sloterdijk: como una nueva Sociología de los Actores Sociales y desde el ángulo privilegiado de la observación metodológica de los eventos o hallazgos, con un alto rigor descriptivo. 


Bajo este tenor, y para comenzar la conversación, es preciso levantar el inventario de lo que aparece fenoménicamente en nuestro tránsito. Sea: 

1) La Elección General del pasado 2 de Junio transcurrió bajo el signo del conflicto: un proceso electoral de Estado, anticipado en exceso, plagado de intervenciones ilegales y anticonstitucionales ejercidas directamente por el Poder Ejecutivo Federal en turno, avasallante de los medios de comunicación social, bajo opinión pública autojustificante con la mediación explícita de casas encuestadoras a su favor; con extrema violencia hacia los opositores indeseables; apoyado en la violencia de las armas del crimen organizado sobre una sociedad inerme; y con prácticas de extorsión explícita sobre actores sociales disidentes. En suma, ejecutando una profecía autocumplida. 

Ante esta suma de poderosos factores restringentes, la sociedad civil disidente no pudo contener su embate, que hizo presa de un gran colectivo ciudadano, impreparado a todas luces siquiera para vislumbrar el gran embuste del que estaba siendo fácil presa… Aceitado y encandilado por la rabia, el odio cerval y el resentimiento anacrónico contra “las marcas” desprestigiadas de cascarones políticos ya huecos, personificados en PRI-PAN-PRD. 

Resultante: el colectivo “ganador” de las elecciones prefirió la deriva de un poder ya instalado que demostró incompetencia gerencial extrema, improductividad de proyectos gubernamentales y la procreación de una gran oquedad social que dejó en orfandad (Cfr. Hipótesis probada de Los Switchers 2, “colectivo de la orfandad” que, en los hechos, votó por “el que me da”, no por su antítesis que era el bloque opositor que dogmáticamente propalado, “le quitaba”). Esto aderezado por el miedo y la indefensión límite ante “las armas de la muerte” del crimen organizado, implantado en la geografía física del país. 

2) Está dicho a la saciedad, la arrebatada -en el sentido de toma a saco y de precipitación desbocada- “mayoría constitucional” que otorga encubrimiento “legal” al supuesto movimiento transformacional del país, bajo el sólo lema y mantra dogmático de “lo hago porque puedo”. 

3) La propaganda oficial se queja cínicamente de que “no hay oposición”, no existe, no habla, no se ve, no propone nada; no hay proyecto alternativo. Quien se erige en su contra es reducido -como la cabeza de un Jíbaro-, y se expone en la plaza pública para desaliento de “los adversarios”, para demostrar que no representan a nadie. Según nuestra visión filosófica: no son seres en el tiempo, no merecen personalidad ciudadana

4) La “nueva moral” -vaga a todas luces- efectivamente es insustancial, ya que el mismo creador de la famosa “Cartilla Moral” (1944), Alfonso Reyes (1989-1959) no la hizo consistir en diez preceptos moralizantes como se está divulgando, sino en una visión crítica mucho más precisa: aprender a ver e interpretar nuestro ENTORNO, específico de América total. 

5) Quienes salimos como cuerpo unido y vivo, literalmente, ‘a manifestarnos en la Historia’, como multitud en defensa de la vida, la libertad y la esperanza de futuro de México, después del corte histórico electoral inmediato pasado nos sentimos dolidos, lastimados, traicionados. 

Y no es para menos, las concertacesiones desvergonzadas y arribistas cambiaron su herencia de oro patriótica, por platos de lentejas. El efecto: hacer parecer que una “mayoría arrasante” respaldaba y certificaba el anacrónico y regresivo triunfo de Morena. Apenas un 60% de los Votos Emitidos sobre 90 millones alardea de obtener el asentimiento de ‘la mayoría del pueblo de México” respecto de su proyecto, en contra del 60% real de los ciudadanos, 128 millones de personas, que no se pronunciaron ni votaron por tal proyecto. Fenómeno electoral de medio pelo que arrebata la “mayoría constitucional”. 

Este fraude duele, lastima, es descorazonador en una contienda política que presumía de “fair play” / juego limpio, no lo es y se canta como victoria histórica “¡¿de la Democracia”!? Reconquistar el camino democrático es la tarea, al estilo existencial, el hombre es una tarea por hacer. 

Sí llegó la primera mujer a la cima del poder político del país, pero no encarna en los hechos, lo que en palabras de Peter Sloterdijk pudiera representar su ascenso a la Presidencia: ser y encarnar auténticamente la categoría trascendental de UTEROTOPOS, ser fuente original de vida y protectora auténtica de la misma… no lo es, no se ve, no se siente. Por eso la sensación de náusea existencial. 

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