El apunte
Orígenes de la violencia
El triángulo de la violencia es un concepto introducido por Johan Galtung, sociólogo y matemático noruego, para representar la dinámica de la generación de la violencia en conflictos sociales. Según Galtung, la violencia es como un iceberg, de modo que la violencia visible es solo una pequeña parte del conflicto.
Hay tres tipos de violencia directa:
Contra la naturaleza: contaminación de espacios naturales, daños contra la biodiversidad.
Contra las personas: asesinatos, robos, violencia de género, violencia verbal, violación.
Contra la colectividad: daños contra infraestructuras, edificios, guerras, terrorismo.
La violencia cultural se refiere a los aspectos de la cultura que legitiman la violencia a través del arte, la política, la filosofía, el derecho. Se fundamenta en los valores que aprendemos desde pequeños y se refuerzan con las normas de nuestra sociedad. Estamos educados en una cultura de la violencia, porque en las escuelas nos han enseñado la historia como una sucesión de guerras, la autoridad incuestionable del padre o la superioridad del hombre sobre la mujer. Los medios de comunicación también nos muestran cómo la única vía de solución de los conflictos internacionales es el uso de los ejércitos…
La violencia estructural está originada por todo un conjunto de estructuras, tanto físicas como organizativas, que no permiten la satisfacción de las necesidades. Esta es la peor de las tres violencias porque es el origen, es la más dañina y como es complicado identificarla es difícil luchar contra ella.
Una forma de medir la violencia en general es el indicador Años de Vida Potenciales Perdidos (AVPP) que nos ilustra sobre la pérdida que sufre la sociedad como consecuencia de la muerte de personas jóvenes o de fallecimientos prematuros. El supuesto en el que se basan los AVPP es que cuanto más prematura es la muerte, mayor es la pérdida de vida.
Los años de vida potencialmente perdidos (AVPP) son un indicador sanitario que mide la pérdida de vida que se produce cuando una persona muere antes de la edad esperada. Los AVPP son una herramienta para evaluar el impacto de las enfermedades y los problemas de salud y seguridad en la sociedad.
Hasta seis años de esperanza de vida bajó la sociedad mexicana como consecuencia de la pandemia; pero también, en el año previo a la pandemia, ya se habían presentado 703,047 defunciones, de las cuales 32,079 fueron homicidios, lo que representa 4.6 por ciento de las muertes totales. Si le aplicamos 4.6 por ciento a la esperanza de vida de 75 años, obtenemos que México perdió aproximadamente 3.5 años en su esperanza de vida al nacer.
La esperanza de vida puede tener diferencias importantes entre países y aun entre estados en el caso de medirla en forma subnacional. Entre Nuevo León y Chiapas median cinco años de diferencia en expectativa de vida; o dieciocho lugares entre Aguascalientes y Zacatecas.
Esperanza de vida al nacer por estados, series 2010 a 2025
Fuente: elaboración propia con datos oficiales de CONAPO e INEGI.
Los homicidios son delitos de alto impacto cuya tasa de homicidios dolosos por cada 100 mil habitantes representa en gran medida la violencia que se vive al interior de los países. Los rangos van desde menos uno por cada 100 mil como en el caso de Australia o los países nórdicos, hasta países africanos o latinoamericanos, como México, donde se presentan de 20 y hasta 44 homicidios dolosos por cada 100 mil habitantes.
En el caso de México, son seis los estados que concentran prácticamente la mitad de los homicidios dolosos; se trata de Guanajuato, Estado de México, Baja California, Chihuahua, Michoacán y Jalisco.
Para Naciones Unidas, la segurabilidad humana es la ausencia de necesidad y de miedo. En la medida en que tenemos satisfechas nuestras necesidades primarias y complementarias y además nuestro entorno goza de confianza, esto nos lleva a no tener miedo y disfrutar de una vida sin violencia.
La percepción de inseguridad tiene mucha correlación con el número de delitos registrados. La Agenda 2030 establece una visión de “sociedades pacíficas, justas, libres de violencia y basadas en el respeto de los derechos humanos…”. En un Estado de derecho efectivo y una buena gobernanza a todos los niveles, las instituciones se tornan transparentes y eficaces y rinden frutos para la paz.