Acostumbramos reunirnos para celebrar algo; lo que sea, para adorar a Dios, para comer, para ver una película, para disfrutar de algún deporte, porque hace mucho no nos vemos, etc. ¿Pero reunirse para leer?, eso sólo lo hace la gente rara; personas como las que aparecen en la imagen, miembros de un círculo de lectura que anima la maestra Martha Elba Macías Esparza, incansable promotora de la lectura, directora de la Biblioteca Fray Servando Teresa de Mier, que se ubica en el Fraccionamiento Primavera.
Cada tarde de viernes este grupo de personas se junta y lee alguna novela, y hace la mejor lectura posible, es decir, se detiene y comparte las reflexiones que el texto le sugiere; se cuestiona, y aún más, lleva a cabo una lectura dramatizada. De esta forma se establece el diálogo con una persona que quizá ya no está viva.
Gente rara, porque sospecho que existe una conspiración, posiblemente inconsciente, o quizá consciente, y por lo tanto perversa, oscura, para desalentar a las personas de acercarse a los libros; de que lean. Es como si una voz maligna le dijera al oído a las personas, suavemente: “no leas, ¿para qué?; mejor déjate guiar”.
Una conjura contra los libros… Sí, se publican libros, se abren bibliotecas, y hasta algún despistado abre una librería (contra el montón de antros) pero… Pero no es suficiente. De nada sirve una biblioteca, esa reunión venturosa de lo mejor del conocimiento humano; de su pensamiento, si no hay quienes se acerquen a ella; a su estantería y lleven a cabo el acto revolucionario de tomar un libro, hojearlo, interesarse, y leerlo.
Se requieren otros esfuerzos, programas escolares, lecturas propicias según las edades de los niños, involucramiento de los padres, maestros que lean, etc.
¿Una confabulación contra los libros? ¿Por qué? No hay libro inocente, y en mayor o menor medida todos son culpables de propiciar la reflexión en las personas, de abrir conciencias, de ampliar visiones… Y eso resulta, digamos que incómodo para usted saber quién, o quiénes.
Por desgracia la lectura de libros tiene todo en contra, la abrumadora invasión de medios visuales, la tendencia a lo fácil, rápido, aquello que no requiera de mayor esfuerzo intelectual para la persona, la avasalladora presencia de las redes sociales, con su profusión de imágenes y textos breves, que van pasando al ritmo del pulgar, rápido, la omnipresencia de la banalidad y la estupidez, etc.
Y sin embargo estas personas existen y se reúnen y leen. Son como una vela cuya humilde llama se balancea inquieta, amenazada por el ventarrón de la estulticia, el ruido embrutecedor del progreso y los reflectores del espectáculo, y a despecho de lo anterior, persisten. Son como un mensaje en una botella echada al mar, a la espera de que alguien la encuentre y acepte el desafío de leer…
Leer para cultivarse, para ampliar nuestra visión del Universo. Leer para enriquecer nuestra convivencia, para degustar lo mejor de la humanidad; para vivir…
(Felicitaciones, ampliaciones para esta columna, sugerencias y hasta quejas, diríjalas a [email protected]).