La revolución del autocuidado: ¿Es posible cuidar tu salud mental sin gastar una fortuna? - LJA Aguascalientes
29/01/2025

En la era del bienestar, el autocuidado se ha convertido en un mantra que impulsa tendencias en redes sociales, campañas publicitarias y hasta decisiones políticas. Pero, ¿es realmente posible cuidar de nuestra salud mental sin vaciar la billetera? A medida que la popularidad del autocuidado crece, también lo hace la pregunta sobre su accesibilidad. Esto nos lleva a examinar cómo las prácticas de autocuidado han evolucionado, qué tan inclusivas son y si realmente necesitan ser costosas.

Desde el inicio de la pandemia de COVID-19, la conversación en torno a la salud mental se normalizó en gran parte gracias al activismo en redes sociales y la visibilidad de figuras públicas que compartieron sus propias luchas. Celebridades como Selena Gomez y Harry Styles han hablado abiertamente sobre la importancia de priorizar el bienestar mental. En particular, Gomez lanzó su línea de maquillaje Rare Beauty bajo la premisa de promover la autoestima y la salud mental, declarando en una entrevista Allure que “el autocuidado no debería ser un lujo reservado para unos pocos”.

Por otro lado, plataformas como TikTok e Instagram han inundado los feeds con tips de autocuidado accesible: desde diarios de gratitud hasta tutoriales de meditación guiada gratuita. Según un estudio de The Center for Generational Kinetics (2022), el 75% de los millennials y el 85% de la Generación Z consideran que las redes sociales son una fuente clave de inspiración para el autocuidado, aunque admiten que las prácticas promovidas en estas plataformas pueden ser, en ocasiones, inalcanzables económicamente.

La terapia psicológica: una herramienta esencial pero inaccesible para muchos

A pesar del creciente interés por la salud mental, el acceso a la terapia psicológica sigue siendo un privilegio en muchos países. En regiones como América Latina, donde los sistemas de salud suelen estar subfinanciados, las terapias psicológicas privadas tienen un costo promedio de entre 300 y 1,200 pesos mexicanos por sesión, dependiendo del profesional y la ciudad. Este gasto recurrente resulta insostenible para familias con ingresos limitados.

Un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2022) reveló que, en economías de ingresos bajos y medianos, menos del 2% del presupuesto sanitario se destina a la salud mental, dejando a millones de personas sin acceso a servicios esenciales. En México, por ejemplo, aunque existen instituciones como el Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz que ofrecen atención gratuita o a bajo costo, las largas listas de espera y la saturación del sistema limitan el alcance de estos programas.

Además, la falta de cobertura en seguros médicos agrava la situación. En un país donde el 56.7% de la población económicamente activa gana menos de dos salarios mínimos (INEGI, 2023), invertir en terapia se convierte en un lujo, lo que perpetúa el estigma de que cuidar la salud mental es menos prioritario que atender necesidades físicas o económicas inmediatas.

El costo de la salud mental no atendida

No obstante, la falta de acceso a la terapia tiene un costo oculto. Según un estudio publicado en The Lancet Psychiatry (2021), los trastornos de salud mental no tratados representan una pérdida significativa de productividad laboral, con un costo estimado de 1 billón de dólares anuales para la economía global. Además, el impacto en las familias y comunidades es incalculable, ya que los problemas de salud mental no solo afectan al individuo, sino también a sus relaciones cercanas.

Estrategias de autocuidado accesibles y efectivas

La ciencia respalda que el autocuidado no tiene que ser caro para ser efectivo. Prácticas sencillas como caminar al aire libre, mantener una rutina de sueño regular, escribir en un diario o incluso tomar respiraciones conscientes durante el día han demostrado mejorar la salud mental. Un estudio realizado por la American Psychological Association (2021) encontró que dedicar al menos 10 minutos diarios a la meditación o el mindfulness puede reducir significativamente los niveles de ansiedad y estrés.

Plataformas como BetterHelp y Talkspace han emergido como opciones digitales que prometen hacer más accesible la terapia psicológica. Sin embargo, sus costos oscilan entre 60 y 90 dólares al mes, un precio que, aunque más bajo que el de la terapia presencial en algunos países, sigue siendo prohibitivo para muchos.


Más allá de lo individual, el autocuidado también puede ser colectivo. Actividades como formar redes de apoyo entre amigos o comunidades virtuales han ganado popularidad como estrategias asequibles para mantener la salud mental. La psicóloga y autora Brené Brown enfatiza en su libro Atlas of the Heart (2021) que “las conexiones humanas profundas son la base del bienestar emocional”. Esto resalta la importancia de cultivar relaciones auténticas como parte del autocuidado.namentales podrían marcar la diferencia. En países como Finlandia, el gobierno ha integrado la salud mental como parte de la educación básica, enseñando a los estudiantes desde una edad temprana herramientas de autocuidado que no dependen de recursos económicos.

El reto de hacer menos elitista el autocuidado

A pesar de estas alternativas accesibles, el discurso del autocuidado aún está lejos de ser verdaderamente inclusivo. Como señala la periodista Anne Helen Petersen en su ensayo The Burnout Generation (2019), “el autocuidado ha sido romantizado hasta el punto de volverse inalcanzable para quienes enfrentan estrés financiero o jornadas laborales agotadoras”.

En sistemas donde las familias enfrentan limitaciones económicas y los programas de salud mental son insuficientes, la desigualdad en el acceso al autocuidado se hace más evidente. Por ello, es fundamental abogar por políticas públicas que amplíen la cobertura de salud mental y aumenten el financiamiento de programas gratuitos o subsidiados.

El autocuidado, lejos de ser una moda pasajera, representa un componente esencial para el bienestar individual y colectivo. Sin embargo, es necesario cuestionar y reformular su accesibilidad. Mientras las industrias del bienestar continúan capitalizando la tendencia, la verdadera revolución radica en democratizar el acceso a herramientas y prácticas que permitan cuidar nuestra salud mental sin gastar una fortuna. Como dijo la activista Audre Lorde, “el autocuidado no es indulgencia, es una forma de autoconservación, y eso en sí mismo es un acto político”.

Optemos, entonces, por un autocuidado que no solo sea efectivo, sino también inclusivo y accesible para todos.

Vía Tercera Vía


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