Hay prioridades | La Purísima... Grilla - LJA Aguascalientes
23/01/2025

Hay prioridades

 

En los últimos días, lo que acaparó las conversaciones en nuestro querido Aguascalientes no fue un asunto de trascendencia histórica ni una decisión que marcara el rumbo de nuestras vidas, sino las renuncias de las candidatas a reina y princesas de la Feria Nacional de San Marcos. El tema se volvió viral y polémico cuando una de las candidatas fue señalada por un presunto favoritismo, atribuido a su pertenencia a cierto círculo de poder político. Por si eso no bastara para encender las redes sociales, también salió a la luz su modesto sueldo en el gobierno, lo que, como era de esperar, generó indignación entre quienes vieron la noticia.

 

Este episodio refleja una constante en nuestra sociedad: tenemos una habilidad casi mágica para colocar en el centro de la conversación temas que, aunque mediáticamente jugosos, no necesariamente son prioritarios ni trascendentales. Mientras tanto, decisiones de verdadero impacto en nuestra vida diaria pasan desapercibidas, son ignoradas o, peor aún, reciben la indiferencia colectiva.

 

Parece que para captar la atención social hace falta un buen escándalo, como el que vimos con las candidatas, en lugar de abordar problemáticas de fondo, ¿acaso no deberíamos estar discutiendo asuntos realmente relevantes, como la designación del próximo fiscal del estado o la elección del Poder Judicial local? Ambos temas, dicho sea de paso, tienen implicaciones profundas y están plagados de interés por parte de funcionarios cuyo compromiso con el interés público -permítame dudar- quizá sea secundario frente a sus aspiraciones personales. No nos sorprendamos cuando se publiquen las listas oficiales y encontremos nombres familiares. Tal vez ese día, al igual que con las candidatas, la indignación vuelva a florecer, aunque sea brevemente.

 

Fiscal a la vista

 

La presidenta de la Junta de Coordinación Política en el Congreso del Estado, la diputada Alma Hilda, aseguró que se siguen analizando todos los posibles escenarios en torno a la designación del próximo fiscal. Aunque afirmó que aún no se tienen definidos los cinco perfiles que se enviarán al Ejecutivo para que éste devuelva una terna, subrayó que están a tiempo para abordar el tema; sin embargo, el reloj político empieza a correr con mayor intensidad, y el debate no se ha hecho esperar.


 

Por su parte, el líder local de Morena, Gilberto Gutiérrez, declaró que sus legisladores están listos para dar batalla y asegurar que la ciudadanía sepa quién será el elegido para ocupar este cargo tan relevante. En su ya acostumbrado tono de buen opositor, advirtió que el perfil seleccionado podría incluso perseguir a algunos miembros de su partido. Estas declaraciones, por supuesto, suenan más a una demostración de paranoia que a una preocupación fundamentada. Antes de preocuparse por hipotéticas cacerías de brujas, quizá debería enfocarse en arreglar la división interna de su bancada, que sigue siendo más notoria que sus contribuciones legislativas. Porque, aunque se jacten de ser la segunda fuerza política del estado, su impacto en el Congreso sigue siendo más simbólico que práctico.

 

Por ahora, se espera que el Poder Legislativo convoque a un periodo extraordinario para abordar el tema. Tal vez entonces podamos conocer el rumbo que tomará este proceso, aunque, con tanto drama político, es probable que se convierta más en una telenovela que en un ejercicio transparente de gobernanza.

 

Les hace falta ver más box… y entender cómo funciona la Fiscalía

 

Al cuestionar el tema del fiscal, los representantes del partido guinda hicieron lo que mejor saben: lanzar declaraciones con mucho ruido y poco contenido. En una de sus críticas, señalaron que la Fiscalía no está funcionando, pero, como es costumbre, omitieron aportar argumentos sólidos o pruebas que respaldaran sus afirmaciones. Quizá sea momento de que los legisladores de Morena consideren hacer un pequeño esfuerzo por entender cómo opera la Fiscalía. Un recorrido por sus instalaciones no les vendría mal; no únicamente para manifestarse y acusar persecuciones políticas, sino para conocer los asuntos de fondo.

 

No los culpamos del todo por su confusión. La línea entre las competencias federales, estatales y municipales parece haberse borrado en sus manuales de procedimiento, especialmente con las reformas recientes de la autodenominada Cuarta Transformación. Ahora, no solo la Fiscalía, sino que la Guardia Nacional y la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana tienen atribuciones para investigar ciertos delitos, ¿cómo no va a ser confuso un esquema en el que todos investigan, pero nadie asume plenamente la responsabilidad?

 

Quizá lo más irónico es que aquellos que critican la falta de eficiencia en la Fiscalía sean los mismos que parecen tener una comprensión superficial de su funcionamiento. Antes de señalar, tal vez convendría revisar los libros (o al menos una presentación en PowerPoint) sobre las reformas que tanto celebran, para evitar caer en la clásica estrategia del “yo critico, pero no propongo”.

 

Ver la paja en el ojo ajeno

 

En la misma rueda de prensa, Morena volvió a uno de sus temas favoritos: la corrupción en la impartición de justicia; sin embargo, resulta curioso que sigan hablando de legitimidad cuando, en esta materia, su discurso ya carece de credibilidad. Parecen olvidar que la corrupción se convierte en un tema de interés solo cuando les resulta conveniente. Si no es así, simplemente prefieren un elegante silencio o, mejor aún, desvían la conversación hacia sus manidos adversarios corruptos.

 

Basta con recordar los casos que sacaron a la luz los medios de comunicación, como los contratos del Tren Maya. En su momento, las investigaciones periodísticas fueron descalificadas con etiquetas como vendidos, derechistas o enemigos del movimiento. Al parecer, en su visión, la función de los medios de comunicación no es informar ni investigar, sino aplaudir. Lo verdaderamente preocupante es qué sucederá con nuestro derecho a la información ante la desaparición del INAI, ¿qué mecanismos utilizaremos ahora que la Plataforma Nacional de Transparencia podría quedar como un triste recuerdo del pasado?

 

Es ingenuo pensar que cualquier gobierno, sea del color que sea, es una blanca palomita. La falta de transparencia y la discrecionalidad en la información son terrenos fértiles para el abuso, y esta última reforma no ha hecho más que abrir esa puerta. Sin acceso a herramientas de vigilancia ciudadana, el control de la información queda a merced de quien esté en el poder. Pero claro, según el discurso oficialista, si no tienes nada que esconder, ¿por qué te preocuparías por la falta de transparencia?

 

Seguridad y la tangente

 

Durante la rueda de prensa, el dirigente de Morena fue cuestionado sobre la evidente crisis en materia de seguridad en Sonora, particularmente acerca de los asesinatos registrados recientemente, lamentablemente con menores entre las víctimas. La pregunta era inevitable: ¿por qué no está funcionando la estrategia de seguridad? La respuesta, aunque escueta, reconoció lo que ya todos sabemos: la estrategia no ha dado resultados y queda mucho por hacer. Un intercambio de responsabilidades que, al menos, ha pasado de los civiles a los funcionarios que admiten su falta de capacidad. Algo es algo.

 

Lo que resulta curioso es que ya no pueden recurrir al comodín de la herencia maldita, ese recurso narrativo que agotaron con más rapidez de la esperada. Ahora, simplemente, queda admitir lo que es evidente: no han tenido la capacidad de implementar una estrategia efectiva. Eso sí, con el nuevo gobierno federal se presume un diálogo más estrecho con los gobiernos estatales, según declaraciones del secretario de Seguridad Pública del Estado. Un avance, aunque la palabra “intención” sigue siendo el hilo conductor de estas promesas.

 

En sus primeros años de gobierno, Morena se dedicó a algo más importante que resolver problemas urgentes: establecer las bases de su movimiento. Al parecer, había que consolidar el terreno político antes de preocuparse por la violencia, la inseguridad y el bienestar de la ciudadanía. Pero claro, esto también incluye lidiar con un presidente que, según su propio estilo, parece haber adoptado el “Yo lo digo, yo lo decreto”. Y no, esta vez no hablamos de Trump; hablamos del mandatario que, entre el despotismo disfrazado de liderazgo y el centralismo disfrazado de transformación, nos recuerda que el diálogo muchas veces es más una declaración que una práctica real.


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