Ganar y saber gobernar son cosas distintas por: Adrián Valencia - LJA Aguascalientes
29/01/2025

Ganar y saber gobernar son cosas distintas

En los últimos seis años, el partido que hoy ocupa la Presidencia de la República, Morena, ha tenido un crecimiento exponencial en todos los sentidos. No sólo ha ganado numerosas alcaldías, municipios y gubernaturas; también ha volcado el mapa parlamentario, haciéndose de la mayoría en la Cámara de Diputados y en el Senado de la República. 

Sin embargo, vale la pena preguntarse, ¿este crecimiento se ha traducido en buenos resultados de gobierno?

Pues bien, la última entrega de la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU) del INEGI, señala que las seis ciudades que la población considera más peligrosas son gobernadas por Morena: Villahermosa (Tabasco), Uruapan (Michoacán), Fresnillo (Zacatecas), Culiacán (Sinaloa), Tuxtla Gutiérrez (Chiapas) y Tapachula (Chiapas). 

Pero entonces, ¿cómo se explica que con éstos indicadores la popularidad de Morena siga siendo alta?, ¿que aún con los desastrosos resultados de López Obrador en seguridad, economía y salud (por citar tres áreas), Claudia Sheinbaum haya ganado con un respaldo popular tan amplio?

Lo primero, creo yo, es que resulta necesario diferenciar que popularidad, triunfos electorales y resultados de gobierno, son cosas completamente distintas. 

Si hablamos de lo último, por ejemplo, es imposible no voltear a ver el desastroso y corrupto gobierno de Cuauhtémoc Blanco en Morelos (a quien se premió con una Diputación plurinominal que le garantiza el fuero), la guerra que se vive en Sinaloa bajo la sombra del gobernador Rubén Rocha (acusado de vínculos con el narcotráfico) o la ingobernabilidad que priva en Chiapas y Tabasco, entidades del sureste encabezadas por gobiernos guindas. 

Sí, es cierto que Morena aprendió a ganar elecciones. Tanto que hoy gobiernan veinticuatro de las treinta y dos entidades de la República. Pero los resultados de sus administraciones, a la vista de todos, son ampliamente cuestionables. 

Gran parte de esa popularidad se debe a los programas sociales. La receta del populismo asistencialista que conocen y ejecutan al pie de la letra. Y mientras en el discurso se le pide al pueblo vivir en la medianía, los representantes de esa mal llamada “Cuarta Transformación” vacacionan en el extranjero, comen en los mejores restaurantes, usan ropa de diseñador y se mueven en camionetas de lujo con chofer. La hipocresía en su máxima expresión. 


La popularidad del partido en el poder es también la herencia de un personaje que recorrió, al menos, tres veces el país y que construyó ese partido bajo símbolos inequívocos de aceptación popular en México: morena, la virgen, el pueblo.  

Morena aprendió a incrementar sus bases. Sus afiliaciones masivas son prueba de ello. Pero de eso a tener cuadros distinguidos y destacados hay un mundo.

No, no es lo mismo saber ganar y saber gobernar. Y hoy, en medio de las tensiones por la llegada de Trump a la Casa Blanca y sin un plan de contención articulado y claro frente a lo que viene, ese mismo partido que ha promovido una y otra vez la polarización de los mexicanos, aboga por la unidad nacional frente al “enemigo” extranjero. 

Es poca la vergüenza, diría el refrán popular.


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