Fuego verde | Ambientalistas por: Victor Hugo Salazar Ortiz - LJA Aguascalientes
04/01/2025

Ambientalistas

Fuego verde

En la década de 1940 el ingeniero forestal Aldo Leopold (1887 – 1948) escribió una serie de ensayos, a manera de diario personal, en los que registró su encuentro experiencial con la naturaleza, especialmente con algunas aves dada su afición particular por la ornitología, mismos que fueron agrupados y publicados, de manera póstuma, en el libro intitulado A Sand County Almanac (Almanaque del condado arenoso) en 1949. Destacan dentro de esta obra dos ensayos: “Ética de la tierra” y “Pensando como una montaña”. El primero hace referencia a la necesidad de ampliar nuestra visión y códigos de conducta moral para integrar en ellos a la naturaleza, es decir, dejar de verla como una cosa que podemos usar a beneplácito nuestro sin considerar el daño que le provocamos. En el segundo relata una experiencia juvenil que ocurrió cuando él y algunos de sus compañeros guardabosques avistaron una manada de lobos que jugueteaban felizmente en la pradera; sin embargo, comenzaron a dispararles con frenesí acertando a dos de ellos, a una loba anciana y a un cachorro, este se retorcía del dolor, mientras aquélla los miraba profundamente con sus ojos moribundos del que emergía “un salvaje fuego verde”. Esta experiencia marcó el pensamiento y el carácter de Leopold, quien a partir de ese momento decidió convertirse en un conservacionista protector de la tierra y de todos sus pobladores mediante un incansable activismo que lo llevó a luchar férreamente para que se crearan, en distintas áreas de Estados Unidos, zonas de conservación que limitaran la invasión humana, con ello el aniquilamiento y despojo de esos espacios a criaturas que los habitan, así como de los bienes naturales que allí se encuentran. Era tan fuerte el compromiso de Leopold por proteger la naturaleza que murió de un infarto intentando sofocar un incendio forestal. Testimonio importante de este legado se muestra en el documental Green Fire (Fuego verde [https://pbswisconsin.org/watch/green-fire/green-fire-mzvnwt/]) que relata su biografía.

No quiero dejar pasar por alto que la obra de Aldo Leopold, y particularmente los ensayos señalados, han inspirado a miles de personas alrededor del mundo (entre las que me incluyo) a hacer trabajos académicos, de activismo y de gestión para continuar con el legado de este importante conservacionista. Ambos textos los reviso con mis alumnos en los cursos de ética profesional que imparto en la universidad y también con los estudiantes del Centro de Enseñanza Media de la UAA que colaboran en el servicio social “El futuro de los árboles en tus manos” en el Parque México ubicado al oriente de la ciudad de Aguascalientes, que consiste en proteger los árboles nativos de incendios que provoca gente inconsciente en este sitio solo por diversión o maldad o “nomas” (como suele decirse coloquialmente), es decir, sin ninguna justificación. Esta actividad de proteger los árboles la inicié de manera solitaria, posteriormente con el acompañamiento de mi familia y actualmente contamos, como ya lo comenté, con alumnos que hacen su servicio social, además con el apoyo de personal de PROESPA, quien a su vez ha invitado a participar en esta labor a cadetes de policía en formación, a personas del servicio comunitario y a representantes de algunas empresas locales, favoreciendo con este trabajo la restauración y conservación de este sitio. 

Hago referencia de esto dado que existen en nuestra ciudad y sus alrededores una gran cantidad de predios y camellones, en los que crecen de manera espontánea los árboles de la región (huizaches, mezquites, varaduz) y son a su vez, varios de ellos, corredores biológicos (https://www.biodiversidad.gob.mx/corredor/pdf/quees.pdf) por los que transita fauna (tlacuaches, liebres, ardillas, coyotes, reptiles y hasta venados), pero al igual que como ocurre en el Parque México, no falta algún inconsciente que prende el pasto seco provocando incendios que arrasan con esos nichos ecológicos, además de una gran contaminación atmosférica. Este hecho es cada vez más común en nuestra entidad y al parecer no se está tratando de manera adecuada, es decir, por ley los dueños de los predios privados deben hacerse cargo del desmalezado, pero como no se les supervisa ni se les sanciona considerando el daño que provoca su quema, es muy probable que hasta ellos mismos sean quienes los prenden. Por parte del municipio se han dado a la tarea de desmalezar solo un metro (a lo mucho) de la maleza que crece en camellones, banquetas y espacios públicos, dando oportunidad a que piromaniacos hagan de las suyas y que el honorable cuerpo de bomberos tenga que trabajar extra, mientras que la ciudadanía nos vemos obligados a respirar un aire tóxico en la tierra de la “gente buena y del cielo claro”.

En suma, es importante que todos colaboremos en la conservación de los espacios naturales que aún nos quedan, por grandes o pequeños que estos sean, y no se necesita mirar los ojos de un animal moribundo para entenderlo, en nuestro caso basta voltear a ver el sitio quemado para darnos cuenta de lo que perdimos, pero también de lo que podríamos hacer para evitarlo.

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