Siempre que planteo a mis alumnos, que si tuviéramos que dedicar la mayor parte de nuestros recursos a resolver un derecho humano, de tal forma que si se lograra consolidar, impactaría de forma positiva en el resto de los derechos, salen dos a relucir: salud y educación. Los derechos económicos, sociales y culturales (agua, educación, salud, etcétera) son costosos y ciertamente es complicado, con el presupuesto abarcarlos todos, por eso la idea de que debemos dar mayor cobertura a unos; en lo personal, considero que deberíamos enfocar nuestros esfuerzos a la salud y la educación, aunque renunciáramos a algunos otros. Y es que el problema de la salud en México es complejo, por ejemplo, esta semana, varios acusamos la falta de espacio para atender a nuestro amigo Aníbal Salazar en el IMSS Aguascalientes. Para un análisis muy simple, partamos de una premisa básica: hay tres formas de obtener el derecho humano a la salud en México: estando adscrito a un sistema de seguridad social del estado; acudiendo a los sistemas de salud abiertos del gobierno mexicano o atendiéndose en cualquier servicio de salud privado.
En el primer caso, se trata de los conocidos IMSS e ISSSTE, hay otros, pero cerrados a cierta población, algunos estados cuentan con ellos para sus trabajadores, o hay los casos como el del ejército o PEMEX. Por cierto estos últimos hasta donde he leído son de vanguardia y muy efectivos, pero muy elitistas, pues solo atiende a sus agremiados, un pequeño sector de la población. La regla general para estos sistemas, es contar con una relación empleador-trabajador y en principio funcionan bajo la idea de aportaciones tripartitas empleado-trabajador-gobierno. Sin embargo, al menos en IMSS e ISSSTE, los recursos no son suficientes, los problemas son conocidos y los vemos todos los días: falta de medicamentos, ausencia de insumos mínimos, personal insuficiente. Aun así, y con todo lo deficiente, son una solución para las enfermedades de millones de mexicanos que pueden acceder a estos servicios de forma gratuita.
Otra cosa es el sistema de salud abierto a la población, y que es aquel donde el gobierno establece clínicas y hospitales (evidentemente distintos al IMSS e ISSSTE) donde cualquier persona, en teoría, debería poder atenderse de forma gratuita. Las dificultades son peores: además de los mismos problemas ya acusados, la gratuidad está en tela de juicio (por la limitación de los servicios o las cuotas de recuperación). El siglo pasado, estos servicios fueron descentralizados y entregados a las entidades federativas para su operación, con AMLO, comenzó una recentralización donde prácticamente todos los estados devolvieron esas clínicas para su operación por el gobierno federal. Fueron pocos los que no lo hicieron, entre ellos Aguascalientes cuyo sistema de salud abierto, operado desde el ejecutivo estatal, ha funcionado de forma tan eficiente que hay una alta demanda de estados circunvecinos. Del sistema de salud privado qué se puede decir, es costoso y desigual.
Uno de los problemas para lograr un sistema universal de salud gratuito (sí, cómo el de Dinamarca) es la falta de interconexión de todos los sistemas, y la necesidad de aumentar más presupuesto a este rubro. Sin embargo, no hay voluntad política, en el destino del presupuesto para el siguiente sexenio parecen privilegiarse, de nueva cuenta, las transferencias o subsidios sociales; mientras tanto son millones de mexicanos los que no tienen un adecuado acceso a la salud, mientras que otros, los privilegiados, pueden atenderse en enormes y carísimos hospitales de cadena; un problema que cada sexenio, desde todos los partidos que han gobernado, se nos ha prometido abatir, pero que sigue siendo el pan nuestro de cada día.
