El banquete de los pordioseros
Qué nos dejó el 2024 en términos de rock
Siempre he pensado que el rock es sostenido en estos tiempos por las grandes luminarias del género, y que, sin duda, definieron el curso de la música en el siglo XX; no podemos dudar que si el rock se convirtió en un género musical que vendría a revolucionar la historia, se debe al trabajo de los grandes protagonistas que definieron el rock como un lenguaje surgido de lo más profundo de las sociedad y como una honesta y auténtica necesidad de comunicación, y en sus orígenes, antes de que fuera contaminado por los intereses comerciales que suelen sacrificar la esencia artística por el único interés de vender, fue el género musical que sirvió a los jóvenes a ofrecer una propuesta, a protestar, a sumar, a ayudar, pero sin pasar por alto el fundamento artístico, así vemos que en el rock podemos encontrar verdaderas joyas musicales, auténticas obras de arte, y al mismo tiempo, grandes acontecimientos sociales que han sacudido a la sociedad desde sus cimientos, Monterey Pop Festival, Woodstock, Isla de White, Atlanta Pop Festival, Avándaro en México.
No olvidemos que fue el rock el género musical que organizó el primer concierto masivo altruista diseñado por George Harrison y algunas de las grandes leyendas del rock, me refiero al Festival para Bangladesh el 1 de agosto de 1971, después de este trascendental evento vinieron otros, como el Live Aid de 1985 y el Live 8 en el verano del 2005, y así, la historia registra otros de diferentes géneros musicales con el propósito de prestar ayuda a quien lo necesita, pero fue el rock el primero en levantar la mano.
Pero lo preocupante, al menos así me lo parece, es que en los últimos…digamos, 30 años, no hemos visto un solo disco que tenga la misma importancia y trascendencia que en su momento tuvieron álbumes como Abbey Road de The Beatles, The dark side of the moon de Pink Floyd, Thick as a brick de Jethro Tull, Darwin de Banco del Mutuo Soccorso, Ys de Il Balleto de Bronzo, Snow Goose de Camel, Sticky Fingers de The Rolling Stones, Blonde on blonde de Bob Dylan, el primero homónimo de The Doors, en fin, muchos discos que han definido con trazos firmes el curso de la música desde mediados de los 60 hasta nuestros días, todos estos y muchos más que ahora he nombrado, dijeron por dónde había que caminar, pero insisto, en los últimos 30 años, quizás incluso un poco más, no encontramos en el horizonte del rock alguien que venga a marcar nuevos rumbos. No estoy diciendo que en todos estos años no ha habido buenos discos, incluso producciones musicales revolucionarias, claro que las hay, sobre todo en el llamado rock neo progresivo, pero están muy lejos de tener esa influencia que tuvieron en los 60 y 70 los monstruos sagrados del rock.
Por ejemplo, si echamos un vistazo a lo que se produjo en el año que está por terminar, nos encontramos con que algunos de los mejores discos han sido grabados por aquellos mismos protagonistas que han hecho historia, que incluso son la historia, por ejemplo, David Gilmour publicó en el 2024 su quinto álbum como solista, se llama Luck and Strange, pasaron 9 años desde su anterior disco en estudio que es Rattle that Lock, y siete años desde su anterior grabación en concierto que es Live at Pompeii, no sé qué venga después de esto, pero una vez más un músico legendario marca la pauta en tiempos actuales. Se trata de un disco que al igual que el último, o no sé si sea el último, espero que sí, de Pink Floyd llamado The Endless River de 2014, cuenta con la colaboración de la esposa de Gilmour, la escritora Polly Samson, escribe algunas letras que, a decir de ella misma, aborda el tema del envejecimiento y nuestra ineludible mortalidad. Otro de los temas interesantes del disco es que David Gilmour hace uso de algunas cosas que quedaron por ahí enlatadas de Richard Wright tocando el piano.
Los orígenes de este disco Luck and Strange los encontramos en el encierro a causa del covid 19, cuando el guitarrista inglés se puso a hacer algunas transmisiones en vivo, lo que le sugirió la idea de romper con un pasado con el que, según dice el propio Gilmour, se sentía encadenado, y esta experiencia le dio la posibilidad de experimentar con nuevas ideas y fórmulas musicales que había estado evadiendo por varias décadas.
Por su parte, el cantante de Yes Jon Anderson nos sorprende con un nuevo disco. Mi buen amigo y colega de los medios Fernando López, productor y conductor junto con Pablo del Valle del programa Dimensión Ótica de Radio UAA y especializado en rock progresivo, me comentó cuando este disco de Anderson acababa de publicarse que no das un peso por la portada, pero que es un trabajo exquisito, motivado por el insaciable deseo de conocer más, me puse a escucharlo, el disco se llama True y es de verdad una gran producción musical, se publicó el 23 de agosto de 2024, y ciertamente, supera por mucho discos de Yes como 90125 de 1983 y Big Generator del ’87, y todas las recientes producciones de Yes, de hecho, después del grandioso Union de 1991, no encuentro argumentos convincentes de Yes. La crítica especializada señala a este disco True de Jon Anderson como una suerte de reivindicación con el sonido de Yes de los años 70, es decir, los mejores años de esta agrupación británica.
Este es el último Banquete del año 2024, aprovecho la ocasión para desearte un muy feliz 2025 y que la música siga llenando nuestros corazones. Que así sea.