Bajo presión
Periodismo
La digitalización de los medios de comunicación es un proceso imparable, hace mucho quedó atrás el apocalipsis profetizado sobre el final de los medios, la discusión sobre la permanencia del periodismo en papel, se modificó tras el reconocimiento de la necesidad de adaptarse a las nuevas tecnologías; en este punto, cuando se piensa en el futuro, ya se tiene que considerar la interacción del periodismo con la inteligencia artificial como generadora de noticias o la intervención de los algoritmos en las demandas de información de las audiencias. Ahora, para adaptarse y sobrevivir, los medios estudian cómo aplicar la tecnología a la producción de sus contenidos, pero hemos dejado a un lado el factor humano que interviene en la generación de la información.
Para adaptarse, los medios, pero sobre todo los reporteros buscan capacitarse en lo más reciente de las tecnologías, dar un uso eficaz a las herramientas que salen al mercado, la atención está concentrada en la eficiencia, la inmediatez y la oportunidad; estar a la altura de la velocidad de los tiempos generó que se olvide la importancia de una formación humanística y el desarrollo de una ética profesional.
Saber usar las aplicaciones de un smartphone permite al reportero mantenerse a la velocidad requerida por los usuarios, auxilia en la verificación de lo que se está narrando y enriquece con opciones de audio, imagen y video el hecho relatado, se beneficia la información dotándola de intertextualidad y enlaces que soporten lo que se cuenta, pero ninguna herramienta suple al criterio del reportero y editor que está comprometido con la veracidad y la función social de los medios, que es informar.
Estar, ver, oír, compartir y pensar, son los cinco sentidos del periodista, según Ryszard Kapuściński, quien resaltó “los reporteros significan un grupo especial entre los periodistas: entregan tiempo, ambiciones, aspiraciones y energía para cumplir con su oficio. Dedicación, concentración y reflexión permanentes constituyen su savia”.
Si el entorno todo lo ha vuelto consigna, pierden su valor las palabras a fuerza de repetirlas, se les otorga un sentido único y se les vacía de la riqueza de la interpretación, o peor aún, la repetición logra que se olvide el objetivo de una frase hasta dejarla sin sentido, se reclama, se exige, se manifiesta una y otra vez pero ya no hay propuesta de acción al enunciar, queda sólo el gesto hueco de la insistencia.
Cuando el otro te entrega la basura de su odio, nada como buscar el cobijo de la sabiduría pausada, de la reflexión sosegada que ilumina con sus preguntas, quizá es hora de cambiar las consignas, volver a ellas para recuperar la idea central y renovar su sentido. Hacer periodismo, trabajar para el lector implicaría dejar atrás la consigna, buscar los matices y presentarlos.
En Aguascalientes se puede hacer periodismo, hay profesionales que lo dejan todo en intentarlo, la mayoría de ellos jóvenes que no temen arriesgarse con tal de informar, sin embargo, son los menos, porque a quienes se disputan los cargos públicos no les interesa informar a la sociedad, son incapaces de sintetizar sus ideas de gobierno y prefieren las notas de relumbrón, las fotografías que los muestran como lo que aspiran a ser, su actuación ante los beneficiarios, antes que sus propuestas o ideas.
Connivencia es una manera de llamar a los lazos de complicidad entre los cómplices de una falta, entre el político que paga por difundir su imagen y el sirviente que pone su pluma al servicio de ese interés.
Kapuściński señalaba la labor central del reportero en la interpretación de la visión de los otros, que la fuente principal del conocimiento es aquello que cuenta la gente y la forma en que opina sobre los asuntos, pero que esas voces tenían que ser interpretados por quien escribe, consideraba que debía involucrarse “en la vida de la gente para entenderla”, reitero: estar, ver, oír, compartir y pensar, en esto último estamos fallando.
Coda. Tomás Eloy Martínez: “El periodismo encuentra su sistema actual de representación y la verdad de su lenguaje en el momento en que se impone una nueva ética. Según esa ética, el periodista no es un agente pasivo que observa la realidad y la comunica; no es una mera polea de transmisión entre las fuentes y el lector sino, ante todo, una voz a través de la cual se puede pensar la realidad, reconocer las emociones y las tensiones secretas de la realidad, entender el por qué y el para qué y el cómo de las cosas con el deslumbramiento de quien las está viendo por primera vez”.
@aldan