Navidad, perenne raíz cultural | Cosas Veredes por: Gilberto Carlos Ornelas - LJA Aguascalientes
24/12/2024

Cosas Veredes

Navidad, perenne raíz cultural

Los festejos de la Navidad de Jesucristo son una evidencia más de cómo las sociedades humanas, incluso en la esfera espiritual, se han desarrollado en constante evolución, de manera tal que las religiones primitivas han venido dejando su lugar ante expresiones religiosas más complejas, elaboradas y capaces de satisfacer las necesidades materiales y espirituales de nuestra especie. 

Las religiones politeístas fueron cediendo o cayendo -en muchos casos por la fuerza, luego sincretizadas en las culturas locales- ante el pensamiento religioso monoteísta que podía resolver de manera más sencilla y sólida las dudas y necesidades espirituales de las personas, entre otras el sentido de lo trascendental, el origen, destino y continuidad de la vida humana, la explicación de los fenómenos más complejos de la naturaleza, e incluso la forma de vivir y relacionarse con sus iguales.

La religión monoteísta en el antiguo Egipto, impulsada por Akenatón en el siglo XIV AC, no pudo consolidarse ante los intereses de la poderosa aristocracia de su tiempo y espacio, que requería el culto a Isis, Osiris, Ra, Anubis, Horus, y otros. En cambio, la religión monoteísta del pueblo hebreo, con sus reglas y dogmas que obligan a la solidaridad entre sus fieles, y que enaltecen su origen como nación y su lugar en el mundo, fue indispensable para unificar el judaísmo y librar durante siglos la lucha por su existencia como nación, hasta asumir el discutible papel de potencia de dominación global y regional. 

Ese carácter exclusivista de las religiones con dioses que pertenecen a un pueblo, sin duda ha sido importante para mantener la unidad nacional de algunos países y naciones, porque además de su existencia material, sus deidades adquieren centralidad en la identidad de su población, pero también marca el límite de su propagación, pues justifica el trato hostil al extraño, al diferente.

Habiendo nacido Jesús de Nazaret en los territorios hebreos. y bajo la Torá o Ley de Moisés, el valor histórico y cultural de su propuesta religiosa, que llevó a cabo en 3 años de prédica en los territorios judíos, radica en el hecho de que la nueva doctrina significó una nueva forma de ver “al otro” y a “los otros”; que partía de un rango de igualdad para todas las personas, y con ese pensamiento, los otros ya no eran “infieles” o enemigos de por sí, sino que todos son “hijos de Dios”, y como tal debieran ser tratados. 

Como consecuencia de ello se funda una nueva noción de la moral humana, social, y pública: los seres humanos deben hacer y procurar el bien a los demás, ya no solo como imperativo solidario para la sobrevivencia y autoprotección, sino como eje de la conducta de las personas que de esa manera pueden acceder a la dimensión de lo espiritual, para vivir, morir y trascender.

Más allá de las etapas en las que versiones del cristianismo fueron utilizadas para justificar abusos, guerras, y conquistas, en general la doctrina y enseñanzas de Jesucristo fueron un fuerte estímulo para la evolución social, económica y política de las sociedades durante los últimos 20 siglos. 


En su propia evolución, el pensamiento económico del cristianismo, propició que las relaciones económicas entre las personas no se dieran a partir del origen étnico, sino a partir de las capacidades productivas o el papel de grupos o individuos en las relaciones de producción. No es casual que los sistemas económicos más avanzados, el capitalismo y el socialismo, puedan convivir con las religiones cristianas o sus variantes. En lo político, la noción del amor al prójimo y de la dignidad humana, se asumieron como objetivos principales en banderas de liderazgos políticos, gobiernos y legislaciones. En la vida social, las enseñanzas morales de Jesucristo y las doctrinas construidas a partir de ellas, son la base de la valoración de la conducta moral y ética de las personas, y aunque algunas normas del cristianismo se debilitan ante la inoperancia, los criterios básicos prevalecen intactos o fortalecidos.

No es casual que en la actualidad, la tercera parte de la humanidad profesa alguna religión cristiana. Tanto en la Europa oriental y occidental, como en toda América, grandes porciones de Asia, África y Oceanía, las sociedades humanas viven en civilizaciones con raíces culturales cristianas. Por eso el nacimiento del fundador del cristianismo, más allá de la discusión de la fecha de su nacimiento, es la festividad global más importante, con todos sus impactos espirituales y materiales.

La expresión ¡Feliz Navidad!, sí es una manifestación de buenos deseos a amigos, familiares y conocidos, pero también de reconocimiento de validez de la enseñanza toral de Jesucristo: el centro de la vida común, en sociedad, es el respeto al otro, a la dignidad de su persona, de nuestra existencia como seres humanos. Es una expresión de una perenne raíz de nuestra cultura.

Postdata. Un agradecimiento y mis mejores deseos para mis amigos directivos de LJA.MX que generosamente dan espacio a estas letras semanales. A Paco Aguirre, Gabriel Ramírez Pasillas, Edilberto Aldán y Fernando Aguilera, les envío un fuerte abrazo, y a mis cinco lectores el deseo de que todos tengamos una ¡Feliz Navidad!

X: @gilbertocarloso

E mail: [email protected]


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