Cuando se tendió la vía férrea que comunica al Ombligo de la Luna con el Paso del Norte, entre 1880 y 1884, una de las escalas se ubicó en esta urbe, que entonces era triste, pero querendona y que ahora es caótica, pero entusiasta. Esta situación; este tráfico ferroviario, dio pie para el establecimiento, 10 años después, de la primera gran industria de Aguascalientes, la Gran Fundición Central Mexicana, filial de la neoyorquina American Smelting & Refining Company (ASARCO). Para el efecto de proveer de alimento al hambriento horno de la fundición, se estableció un ramal que permitía la llegada de trenes hasta las puertas del establecimiento fabril.
El ramal se edificó en despoblado, al norte de la población. Sin embargo, ésta creció y rebasó a las paralelas, que entre fines de los años 60 y 70 quedaron dentro de la urbe, aunque la fábrica ASARCO cerró hacia 1925. Sin embargo, esto no significó que la bifurcación quedara en desuso. En realidad, el recorrido del camino de hierro influyó de manera decisiva en el diseño urbano de la zona. Se establecieron diversas instalaciones económicas en sus márgenes. La principal de ellas los grandes tanques de almacenamiento de combustible de PEMEX, hoy desaparecidos, al igual que el rastro municipal; grandes bodegas de forrajes y comercios agropecuarios, la empacadora de la Unión Ganadera Regional de Aguascalientes, corrales que todavía existen.
De esta forma, fuimos muchos quienes vimos transitar por esa vía impacientes máquinas de patio arrastrando tolvas, tanques de petróleo y jaulas cargadas de animales, ignorantes de la suerte que les esperaba.
Pero eso se acabó, todo… Supongo que ocurrió hacia mediados de los noventa del siglo anterior, con la debacle financiera del país y de los ferrocarriles. Dejaron de circular los convoyes, pero quedó el trazo, convertido en las calles Ébano y Benjamín Méndez. La vía fue levantada y en la calle Ébano el espacio de su trazado se convirtió en parque público, mientras que en la segunda se convirtió en una terracería. Sobrevive la puerta de entrada al almacén de PEMEX, claramente identificable en la parte norte del antiguo establecimiento.
Pero todavía quedaron algunos rieles, que también fueron retirándose, tal y como se observa en la imagen que obtuve en noviembre de 2020.
Hubo una época en que el ferrocarril lo fue todo para Aguascalientes, riqueza, alegría, orgullo, angustia, corrupción, amor, poder, ¡tantas cosas!… Con el cierre del taller los silbatos callaron, al igual que las matracas. Se abrió un gran parque, evidencia de la grandeza del pasado, y un museo, que poco a poco cayó en desgracia, hasta convertirse en un fantasma de lo que fue en un primer momento.
Poco a poco fueron desapareciendo los vestigios, tal y como muestra la fotografía. Es el triunfo del olvido sobre la memoria, siempre aliado el tiempo, que conforme transcurre va acumulando de manera inexorable polvo sobre nuestras vidas. (Felicitaciones, ampliaciones para esta columna, sugerencias y hasta quejas, diríjalas a [email protected]).