Gisèle Pelicot: Condenan a 20 años de cárcel a su abusador por drogarla, violarla y reclutar a más de 50 hombres para abusar de ella - LJA Aguascalientes
27/12/2024

El caso de Gisèle Pelicot ha llegado a su fin en los tribunales, después de una larga y desgarradora batalla legal. Dominique Pelicot, violador y ahora exesposo, fue sentenciado a 20 años de prisión, la pena máxima por violación agravada, por someterla a abusos inimaginables durante casi una década.

Durante ese tiempo, la sometió químicamente, orquestó agresiones sexuales por parte de desconocidos, grabó y distribuyó los materiales sin su consentimiento. Además de él, otros 50 implicados en este horroroso crimen recibieron condenas de entre 3 y 15 años. Este caso nos pone cara a cara con conversaciones urgentes que deberíamos tener.

1.- Las parejas también violan

Desde el inicio del caso, hubo quienes minimizaron la violencia, argumentando que Gisèle y Dominique eran esposos. Esta visión errónea refuerza la idea de que el vínculo marital o de pareja justifica conductas abusivas.

Nada más lejos de la verdad: si alguien obliga a otra persona a tener relaciones sexuales sin consentimiento, incluso si son pareja, eso es violencia sexual. El consentimiento no se asume ni se impone. El matrimonio ni el noviazgo da licencia para vulnerar la dignidad de nadie.

2.- El consentimiento es un sí, claro y directo

Muchos de los 50 agresores de Gisèle intentaron justificar sus actos argumentando que “no sabían” que cometían un delito porque tenían la aprobación del esposo. Alegaron que pensaban que era una “dinámica de pareja” o una especie de juego sexual que disfrutaban practicar.

Pero esta defensa evidencia una falla gravísima: realmente ninguno buscó ni se interesó en el consentimiento de Gisèle. En una relación sexual, el consentimiento debe ser un “sí” libre, consciente y explícito de todas las partes involucradas. No hay excusas, y cualquier acto sin este acuerdo es una violación.

3.- Las plataformas digitales deben tomar acción

Durante casi una década, Dominique grabó y distribuyó contenido sin el consentimiento de Gisèle, y también recibió material que involucraba abusos de otras mujeres. Esto plantea una pregunta crítica: ¿por qué las plataformas digitales aún permiten que existan foros donde se comparte este tipo de contenido?

Si las redes sociales pueden filtrar mensajes ofensivos, deberían implementar sistemas más efectivos para combatir la difusión de material de abuso. Es urgente que estas empresas dejen de ser cómplices pasivas de estos crímenes.

4.- La sumisión química no es responsabilidad de la víctima

El caso de Gisèle también pone en evidencia el uso premeditado de sustancias para anular la voluntad de la víctima. Dominique drogaba a Gisèle aprovechándose de su confianza, ocultando las sustancias en su comida y bebida.


La sumisión química no ocurre sólo en bares o fiestas. Es un método de abuso planificado. Y no, nunca es responsabilidad de la víctima prevenirlo. La culpa recae únicamente en el agresor. Asimismo, utilizar el alcohol para tener sexo con una persona, también es violación.

5.- No se debe suavizar la imagen de abusadores

Durante el juicio, varios medios describieron a los abusadores de Gisèle como “abuelos tiernos”, “hombres de familia”, bomberos y policías, lo que intentó suavizar su imagen. Esta narrativa distorsionada contribuye a normalizar la violencia, haciéndonos olvidar que los agresores pueden ser personas comunes, cercanas y de confianza.

Además, el tratamiento mediático varía según el perfil del agresor. Cuando son migrantes o racializados, se les condena sin piedad, mientras que cuando son hombres blancos o de “respeto”, a menudo se busca justificar sus actos.

Esta narrativa sesgada debe ser desmantelada. Los abusadores deben ser vistos por lo que realmente son: criminales, sin importar su estatus social o apariencia. El enfoque debe centrarse en sus crímenes, no en sus roles en la sociedad.

6.- La Educación Sexual Integral como herramienta de prevención

Desde edades tempranas, es crucial enseñar sobre el consentimiento, la importancia de reconocer los límites propios y ajenos, y cómo identificar situaciones de abuso.

La ESI también ayuda a entender la diferencia entre relaciones saludables y conductas violentas, desmitificando conceptos erróneos que perpetúan el abuso. Además, fomenta una comprensión plena del placer y las dinámicas afectivas, elementos esenciales para construir vínculos basados en el respeto mutuo. Implementar la ESI en todos los niveles educativos contribuye a erradicar las raíces de la violencia sexual en nuestra sociedad.

7.- Justicia sin impunidad: una deuda pendiente

Las condenas dictadas en el caso de Gisèle dejan un sabor amargo. Aunque Dominique Pelicot recibió una pena de 20 años, y los otros 50 agresores fueron sentenciados a entre 3 y 15 años, estas cifras no parecen reflejar la magnitud del daño infligido a la víctima. ¿Es esto suficiente para reparar una década de sufrimiento?

Como expresó Gisèle, “que la vergüenza cambie de bando”. Debemos transformar la narrativa para que los agresores sean quienes enfrenten la condena social y legal que merecen. Que este caso se convierta en un llamado a la acción, para que ninguna persona más tenga que vivir una experiencia tan aterradora.


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