Cada vez que el nombre de Memo Aponte se hace tendencia, las cosas se ponen más turbias que la vez anterior. Sí, nuevamente es el centro de una funa.
Para ponerte en contexto, en caso de que no hayas visto nada, las exnovias de Memo, Mónica Rosales y Shaddia Haddad, revelaron en el podcast “Hablemos De Tal”, lo que vivieron durante sus relaciones con él. Las historias no son fáciles de escuchar, pero sirven como ejemplo claro de cómo la violencia y la manipulación se infiltran en las relaciones de manera sutil y escalofriante.
1.- Manipulación emocional
Una de las primeras cosas que Mónica contó fue que Memo llegó a fingir suicidios para tenerla controlada. En sus propias palabras, fingió lanzarse de la ventana, para después mostrarle cómo planeó la “broma”, sólo para luego ridiculizarla y hacerla sentir culpable por preocuparse.
Este tipo de comportamiento no es sólo cruel, sino que también socava la autoestima de la víctima. La manipulación hace que la persona se cuestione constantemente, como si todo lo que siente es exagerado o injustificado.
2.- Aislamiento social
Otro de los métodos más efectivos de control es el aislamiento. Memo le prohibía a Mónica ver a su familia, y cuando ella lo hacía, la acosaba con llamadas y videos donde la amenazaba con que “se iba a desvivir”. Esto es una táctica de control, pero también una forma de hacer que la víctima dependa completamente de su agresor, eliminando cualquier fuente de apoyo emocional o físico.
Cuando una persona está aislada, se vuelve más fácil hacerle creer que está sola y que sólo su pareja puede darle el apoyo y amor que necesita, aunque este apoyo esté condicionado a obedecer todas sus reglas.
3.- La violencia de control
Y no menos importante, está la violencia de control, donde el agresor crea un ambiente de miedo y dependencia. En el caso de Mónica, Memo la hizo firmar un contrato de confidencialidad, impidiéndole hablar sobre lo que sucedía en su relación. Este tipo de contrato limita la libertad de la víctima y la silencia, dejándola atrapada en una situación de abuso sin poder pedir ayuda.
Tanto Shaddia como Mónica contaron que Memo acostumbra a drogar y maltratar a sus perritas, a tal grado que se orinaban del miedo. Esto es una manifestación clara de dominio y control sobre ellas y, en extensión, sobre sus parejas.
Al drogarlos y hacerles orinarse de miedo, Memo no sólo muestra un abuso físico hacia los animales, sino también una forma de dominación. Al hacerlo, puede estar reforzando su posición de poder en la relación, mostrando que él decide lo que los demás deben hacer y que tiene la capacidad de someter incluso a los seres más vulnerables, como los animales.
Este tipo de comportamiento está directamente relacionado con el control emocional y psicológico, donde la víctima (en este caso, Shaddia y Mónica) puede sentirse impotente o culpable por no poder hacer nada al respecto. La relación con los animales aquí sirve como un recordatorio constante de su poder sobre todo lo que ocurre a su alrededor, y la víctima podría llegar a sentir que no tiene ningún control sobre la situación.
4.- Abuso emocional
Una de las cosas más impactantes que Shaddia reveló fue que, una vez, Memo se había enfermado del estómago y se hizo del baño en la cama. Pero, en lugar de asumir la responsabilidad de la situación, reaccionó con ira y desprecio. A tal grado que Shaddia se vio obligada a ofrecerse a limpiar, con tal de que su enojo no llegará a más.
No contento con eso, Memo inclusive llamó a su mamá para contarle lo sucedido, y así Shaddia y su suegra tuvieron que encargarse de limpiar su “accidente”.
Este tipo de comportamiento busca degradar a la víctima y hacerla sentir inferior, sumisa o inútil. Además, la forma en que Memo reaccionó, al no asumir su responsabilidad y al involucrar a la otra persona en una tarea tan degradante, puede verse como una forma de deshumanizar y manipular emocionalmente. Lo cual, refuerza el control que la persona abusiva tiene sobre la víctima, humillándola y disminuyendo su autoestima.
¿Cómo romper el ciclo de violencia y manipulación?
Cuando casos como el de Mónica y Shaddia se hacen virales, nunca faltan las personas que culpan a las víctimas por seguir en ese tipo de relaciones. Lo que muchas veces no se entiende es que salir de este tipo de relaciones no es tan sencillo como “dejarlo”.
Cuando alguien está atrapado en un ciclo de manipulación y abuso, no es cuestión de voluntad. El daño psicológico, el miedo y la confusión crean un nudo tan fuerte que muchas veces la víctima se siente incapaz de salir, aún sabiendo que lo que está viviendo no es saludable.
Romper este ciclo es complicado, porque el abusador no sólo está manipulando acciones, sino también la forma en que la víctima se ve a sí misma. El camino hacia la liberación comienza por reconocer el abuso y buscar ayuda, pero también es fundamental crear un entorno donde las víctimas puedan sentir que sus voces son escuchadas sin juicio.
Así que, antes de juzgar, es importante reflexionar sobre cómo la violencia puede tomar muchas formas y cómo las personas que la sufren no siempre tienen las herramientas para salir por sí solas. Y para quienes están cerca de una víctima, el apoyo y la comprensión son clave para que puedan romper finalmente el ciclo.