La Columna J
El Cruce de Pris Alba
Estimado lector de LJA.MX, espero se encuentre bien, quiero aprovechar la última columna de este año para compartirle una entrevista de una persona a la que me tocó ver llegar a la meta en el otro lado del mundo. A continuación, le dejo la reseña;
¿Quién es Pris? Pris es una apasionada del trail running y la creadora de OffTrailCo, una empresa dedicada a diseñar experiencias únicas en la naturaleza. Es conocida por organizar el exitoso formato Backyard Ultra, una competencia que reta a los corredores a superar sus propios límites en escenarios espectaculares. Su misión es inspirar a la comunidad a través del deporte y la conexión con el entorno natural.
¿Por qué corre Pris? “Correr me hace sentir libre. Es mi ancla y mi manera de encontrar equilibrio. Me ha llevado a lugares increíbles, tanto físicamente como dentro de mí misma. Es un recordatorio constante de lo que soy capaz de lograr y de lo lejos que puedo llegar”.
¿Cuál ha sido su carrera más retadora? “El intento de cruzar Suiza corriendo ha sido mi mayor reto. En 2024 no lo logré, pero ya tengo la revancha programada para 2026. Es una meta que me emociona y que está ahí esperando”.
El Cruce – Patagonia
Tenía una boda de unos buenos amigos en Buenos Aires y, al confirmar la fecha, me pregunté: “¿Por qué no buscar una carrera épica para aprovechar el viaje?”. Así fue como encontré El Cruce, una de las experiencias más especiales que he vivido. La carrera tiene tres etapas en tres días, con dos campamentos y un total de 100 kilómetros. Todo comienza y termina en San Martín de los Andes, un lugar de ensueño en plena Patagonia. Lo mejor es que te quitan muchas preocupaciones logísticas: transportan tu maleta de un campamento a otro, mientras tú solo cargas lo necesario para correr. Un par de días antes nos dieron los detalles exactos de la ruta. La razón de la espera es que el recorrido atraviesa propiedades privadas, lo que hace que sea necesario mantenerlo bajo reserva hasta el último momento. Aunque ya no cruza de Argentina a Chile como en sus inicios hace más de 20 años, el nombre de El Cruce sigue representando ese espíritu de aventura.
La organización: impecable desde el inicio, desde el primer contacto, se nota la experiencia de la organización. La entrega de kits y la logística para las maletas estaban bien planeadas, pero lo que realmente llamó mi atención fue la ceremonia de inauguración. Con 4,500 corredores divididos en grupos, cada uno arrancando en días diferentes. La inauguración fue muy emocionante: desde un cantante de ópera hasta la bandera de “El Cruce” que pasaba por encima de todos los corredores mientras un dron lo grababa todo. También hubo un desfile de banderas de distintos países, creando un ambiente increíble.
Día 1: Ajustes en la ruta y una caída inesperada. El primer día comenzó con cambios. A las 3 a.m. recibimos un correo informándonos que, debido a los fuertes vientos, la ruta sería modificada: en lugar de 32 km con 1,600 metros de desnivel, correríamos 28 km con 1,000 metros. Era un cambio considerable, pero en la Patagonia, el clima manda. Salimos en camiones a las 5 a.m. hacia la largada. Tras una hora y media de camino, llegamos al inicio: un arco sencillo montado al pie de una montaña. El frío y el viento eran intensos, pero no lo suficiente para desanimarnos. Todo iba bien hasta el kilómetro 6, cuando tropecé mientras guardaba mi celular. Mi rodilla izquierda dio contra una piedra, y en el momento pensé: “No jodas, voy arrancando”. Aunque el golpe fue fuerte y la sangre no paraba, un paramédico me vendó y continué. El resto de la etapa fue complicada. No tanto por el recorrido, sino por el frío, la lluvia y el cansancio mental después de la caída. Al llegar al campamento, estaba agotada. La idea de bañarnos en el lago quedó descartada por completo: hacía demasiado frío. Así que me limpié como pude con toallitas húmedas, me puse ropa abrigadora (aunque olvidé mi pantalón y terminé con shorts en plena helada) y me refugié a cenar algo caliente antes de descansar.
Día 2: Vistas espectaculares y un campamento inolvidable. El segundo día compensó con creces las dificultades del primero. La ruta tenía más desnivel y los primeros kilómetros fueron un desafío, corriendo entre lodo que se pegaba a los tenis. Pero conforme avanzábamos, el paisaje se transformaba: el sol salió, y a lo lejos se veía el volcán Lanín. Sabía que este día era para disfrutar, y no para correr rápido. Llegar al volcán fue una experiencia única: nieve bajo mis pies, el imponente Lanín al frente y corredores del Grupo 2 pasando en sentido contrario. Ese intercambio de miradas y saludos fue un momento especial que me recordó lo que significa compartir este tipo de aventuras.
Después de una bajada técnica y algo pesada para mis rodillas, llegué a la meta. Desde ahí nos llevaron al segundo campamento, que fue simplemente espectacular. A diferencia del día anterior, el clima era perfecto: sol, calor y un ambiente relajado. El campamento tenía todo: tinas de hielo (que no usé por mi herida), botas de compresión, masajes, un asado argentino y música. Fue el descanso ideal para recargar energía antes de la etapa final.
Día 3: La última recta. El último día comenzó más tarde, a las 8 a.m. La organización manejó los horarios de salida según los tiempos acumulados, lo que ayudó a que todo fluyera mejor. La ruta estuvo una vez más: increíble, pero ya se sentía el peso de los días anteriores. Los últimos 8 kilómetros fueron los más largos. Cada paso me recordaba el esfuerzo acumulado, pero también me acercaba a la meta. Cuando finalmente crucé, la emoción fue indescriptible. Mi típico avioncito al llegar duró más que nunca: 400 metros disfrutando cada segundo, con el lago de San Martín de los Andes como telón de fondo y mucha gente gritando con emoción la llegada de cada corredor.
Correr “El Cruce” fue mucho más que completar 100 kilómetros en la Patagonia. Fue una experiencia que combinó retos físicos, momentos de conexión con la naturaleza y la oportunidad de compartir con corredores de todo el mundo. Aunque el costo es elevado, cada detalle justifica la inversión. Como alguien que organiza carreras, reconozco lo complejo que es coordinar una logística así: paramédicos cada pocos kilómetros, helicópteros, carpas de primeros auxilios, transporte de maletas, y todo perfectamente sincronizado. Sin duda, El Cruce es una experiencia que siempre llevaré conmigo. www.prisalba.com IG: @prisalba Contacto: [email protected]
Estimado lector aprovecho estas últimas líneas para felicitar a Pris Alba, le deseó un excelente año nuevo, le abrazo con mis letras.
In silentio mei verba, la palabra es poder.