Cosas Veredes
De lugares comunes y el recuento del año
Termina un año más y el 2024 fue un periodo que como cada ciclo, transcurre en el devenir del mundo y de la vida social. Estuvo lleno de sucesos que modificaron en menor o mayor medida el desarrollo de la convivencia humana. Y justo cuando estamos a punto de iniciar un nuevo año, nos obligamos a realizar un breve análisis para destacar aquellos hechos que nos parece fueron más determinantes en el año que se va.
Ya es un lugar común mencionar la importancia de que en 2024 se eligió en México, por vez primera, a una mujer en la Presidencia de la República. Y es verdad que ello significa un hito histórico, aún más cuando su elección se inserta en el hecho de que una fuerza política logra mayoría constitucional en el Poder Legislativo. De esa manera, continúa la reconfiguración del Estado Mexicano, proceso del que aún desconocemos su alcance y consecuencias finales, pues las turbulencias de la política y las vicisitudes sociales y económicas irán moldeando las características del nuevo régimen y la existencia y persistencia del modelo del estado republicano de nuestro país.
En el ámbito internacional, el lugar común de relevancia del 2024 se encuentra en el retorno de Donald Trump al poder de la principal potencia económica y militar del mundo, los EEUU. Y aunque es importante la crónica de un regreso por muchos esperado y temido por otros, bien pareciera que lo más trascendente en el año que termina, fueron los sucesos que consolidan la tendencia hacia un nuevo orden mundial, anunciado por muchos hace tiempo: la reconfiguración de Europa con la guerra ruso-ucraniana, la caída del gobierno pro-ruso en Siria, y la ofensiva israelí en Palestina.
Parece que presenciamos el fin del orden unipolar y comienza una era de obligadas tensiones y equilibrios entre las potencias del siglo XXI; una China cada vez más fortalecida e influyente, una Europa más acotada, los EEUU obligados a sostener su posición como potencia desde una poderosa zona económica norteamericana, y Rusia disputando su lugar en la mesa recorriendo las fronteras de Europa oriental. Un nuevo orden multipolar en el mundo es posible y está avanzando. Aunque nada hay que indique que será más justo, bien pudiera ofrecer mejores condiciones para que los países emergentes negocien sus posiciones, pero también podría complicar las agendas altermundistas y progresistas como el ambientalismo, la ampliación de derechos humanos, y la búsqueda de nuevos modelos políticos sociales y democráticos, que estarían en riesgo de quedar condicionados en los ambientes y negociaciones autoritarias en el ámbito global.
En el aspecto de la vida social y económica, el lugar común ha consistido en resaltar el avance en las ciencias informáticas al desarrollar las variantes de la Inteligencia Artificial y su aplicación en vastas y sensibles áreas de la existencia humana, desde la propia ciencia, la administración de comunicación e información, hasta el entretenimiento y la vida cotidiana. Con ello se revive el viejo temor de que las creaciones del conocimiento del homo sapiens-sapiens se reviertan contra sus creadores, nuestras personas y nuestras sociedades.
No es acontecimiento menor el despunte acelerado de la AI, y si bien despierta viejos temores, también nos remite a la contradicción dialéctica del desarrollo de la humanidad, pues toda creación del hombre modifica la naturaleza para buscar la mejora y la prolongación de su vida, pero cada avance ha estado plagado de riesgos y retos, y en ocasiones de desastres que se podrían enumerar fácilmente. La AI, así como todas las ciencias informáticas y el desarrollo tecnológico son herramientas poderosas que carecen de pensamiento, y su utilidad depende de cómo, quiénes, y de qué manera se utilicen, para el bienestar de la humanidad, o para la dominación de las sociedades.
Afirma Yanis Varoufakis, en su modo académico, que mientras casi la totalidad de las naciones del mundo han tenido que doblegarse ante las poderosas empresas informáticas que usufructúan y medran con avances digitales, la “nube ciberespacial” y redes sociales, llevando a gran parte de la población mundial al estatus de siervos del tecno-feudalismo, el único estado nacional que ha logrado controlarlos en su territorio ha sido el de la República Popular China, bajo el gobierno totalitario del Partido Comunista.
Durante el 2024, la humanidad tal vez ha debido tomar conciencia del potencial de la Inteligencia Artificial, y nos coloca frente a ese dilema: ¿Quién y cómo se debe regular el uso de las herramientas digitales y cómo se debieran dirigir? ¿Las únicas opciones son el autoritarismo o los zares de la renta y el control de los mercados, las autocracias o los monopolios informáticos?
Parece que los acontecimientos más relevantes del 2024 nos señalan que, tanto en los retos para construir un nuevo régimen en nuestro país, atender el reacomodo del orden mundial, y ante los avances de la ciencia y la técnica, se requiere siempre la búsqueda de las salidas más democráticas, más humanas.
Postdata: Hagamos votos para que el año 2025 que empieza mañana, sea un ciclo lleno de oportunidades y que se hagan realidad los deseos de un país y un mundo mejor, recordando siempre a Terencio y su multicitada frase: “Nada humano me es ajeno”.
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