- Alma Rosa es directora de la guardería CENDI Pequeños Traviesos y miembro del motoclub Águilas Rodantes, exclusivo para mujeres motociclistas
- Fue oficialmente “enchalecada” en el Día del Motociclista, durante una ceremonia que marcó su ingreso formal al motoclub
- Destaca la solidaridad y hermandad entre las chicas biker, quienes se apoyan tanto en lo personal como en lo colectivo
La vida de Alma Rosa se divide entre su vocación por la educación y su amor por las motocicletas. Directora del CENDI Pequeños Traviesos y licenciada en educación preescolar, ella combina su trabajo diario y demás responsabilidades con una actividad que considera su espacio personal: pertenecer al motoclub Águilas Rodantes, un grupo exclusivo para mujeres motociclistas.
Durante una entrevista, Alma compartió cómo su interés por las motos se convirtió en una pasión y una forma de fortalecer su confianza personal: “Amo mi motoclub porque no hay diferencias, hemos aprendido a ganarnos el respeto en este ambiente que antes era dominado por hombres. Traemos motos de todos los cilindrajes, desde chicas hasta grandes, y demostramos que las chicas biker pueden con todo”, señaló.
Alma Rosa narró cómo fue su proceso para ser aceptada oficialmente en el club: “Entrar al motoclub no fue sencillo, tienes que pasar por un periodo de seis meses como prospecto. Cumples con rodadas, asistes a eventos y juntas mensuales, y después el club decide si eres apta para portar el chaleco”, explicó.
Aunque se integró en mayo, tuvo que esperar hasta diciembre para ser oficialmente “enchalecada”. La ceremonia, realizada durante el Día del Motociclista, fue especial: “Pedí que mi enchalecada fuera en grande, en un escenario, frente a todos los motociclistas del evento. Fue muy emocionante, y hasta el club de mi esposo, que maneja motos de pista, nos apoyó con el rugir de sus motores”, recordó con emoción.
Más allá de las rodadas y los eventos, Alma destacó la solidaridad entre las integrantes del motoclub. Un ejemplo fue el apoyo a Fanny, presidenta del club, quien sufrió un accidente grave hace dos años: “Fue el mismo club quien la ayudó a salir adelante, y eso demuestra que somos una verdadera familia biker. Este ambiente de apoyo es por lo que me encanta pertenecer al club”, afirmó.
La pasión por las motos también es algo que Alma comparte con su familia. Con tres hijos -de 15, 10 y 8 años-, ella y su esposo han encontrado la manera de integrarlos en esta actividad: “Cuando los eventos son familiares, los llevamos. Mis hijos aman las motos; incluso a las niñas les compramos una pequeña para que anden por ahí”, comentó.
Recientemente, Alma participó en un evento internacional en Guadalajara, al que llegó sobre su dos-ruedas. Fue un viaje lleno de desafíos y emociones: “Al principio tenía miedo de tomar la carretera, pero lo vi como un reto personal. Manejar una moto te ayuda a confiar en ti misma y despejarte de tus problemas cotidianos”, reflexionó.
Para Alma Rosa, ser motociclista representa un equilibrio entre su vida profesional, familiar y personal. “No tienes que elegir entre ser mamá, trabajadora o dedicarte a lo que te gusta. En mi caso, el motociclismo es un espacio para mí misma, y eso es algo que todas necesitamos”, concluyó.