Vacío | Bajo presión por Edilberto Aldán - LJA Aguascalientes
14/11/2024

El ejercicio del poder en México se concentra en lo que hace el Poder Ejecutivo, lo que importa, a lo que se le da seguimiento, al menos desde los medios, es a lo que hace el presidente. No es una perspectiva novedosa, no es una costumbre que haya iniciado con el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, desde siempre ha sido así, tenemos la vista fija en lo que se haga desde Palacio Nacional, estamos acostumbrados a medir el avance del país con la mirada fija en la presidencia, sin importar si los plazos permiten una evaluación pertinente, es decir, exigimos resultados a un mes de la administración de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo y lo único que se puede obtener a estas alturas son comparaciones con lo que antes se haya hecho, pues es demasiado pronto para, objetivamente, contabilizar los resultados de la acción de este nuevo gobierno.

A un mes de la administración de la primera presidenta, solo se pueden evaluar las intenciones del gobierno, que son las mismas que los anteriores: mejorar la economía, disminuir la inseguridad, renovar el tejido social y, en general, resolver los problemas sociales; el problema con este primer tramo de gobierno es que solo se cuenta con la percepción de los extremos.

Desde el oficialismo, toda acción de gobierno es la continuación de lo que se hizo en la administración anterior, ese presunto segundo piso que se prometió durante la campaña electoral, sin capacidad de comparación alguna, porque se entiende que todo es una continuación de lo que se venía haciendo. Eso sí: sin la presencia del Gran Transformador. Desde la “oposición” se continúa gritando al presidente anterior y se busca zanjar diferencias con López Obrador, minimizando a la presidenta.

No es posible evaluar el éxito de una administración en un mes, quizá a los 100 días sea posible saber si su estrategia de seguridad fue funcional, pero hoy lo único que se puede decir es que hay un vacío de la presencia de la presidenta, que ha sido opacada por el Congreso de la Unión, competidores más que legisladores, que han intentado mantenerse en el imaginario colectivo como líderes para generar la idea de que son los próximos líderes a considerar en la carrera presidencial.

Estamos ante un adelantadísimo proceso electoral en el que muchos desean presentarse como opciones y que opaca la acción del gobierno actual. Las corcholatas que destapó López Obrador emplean sus cargos actuales para proponerse como opciones al final de este gobierno que apenas inicia y llenan con declaraciones el vacío de la acción gubernamental.

Un ejemplo de cómo las corcholatas intentan ganar relevancia a la presidenta está en la disputa por el Poder Judicial. Mañana se analizará la propuesta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, una salida política ofrecida por el ministro Juan Luis González Alcántara, misma que ha sido minimizada por el Legislativo, con tal de continuar la zalamería con el presidente anterior, como si todo se tratara de quedar bien con quien ya no está en el poder.

En los hechos, López Obrador ya no está en la escena política, a pesar de los deseos de tirios y troyanos, el tabasqueño no ha dado señales de vida, no importa si está en Tlalpan o en La Chingada, simplemente no ha aparecido, y en vez de tomar esa ausencia como un gesto que abona al desarrollo democrático, se emplea su ausencia para interpretarla: todo lo que se hace es en nombre de él, agobiando a la administración de Claudia Sheinbaum.

Mañana se discutirá en el pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación el proyecto que propone invalidar la elección por voto popular de jueces de Distrito y magistrados de Circuito, una salida “política” a la crisis que ha provocado la intención de reformar al “corrupto” Poder Judicial, la iniciativa, como ya hemos comentado, solo le da la vuelta a la propuesta original, componiendo de acuerdo con los principios lopezobradosirtas de la austeridad. El problema es que los legisladores que quieren postularse no lo ven y desean quedar como los defensores de la transformación, sin que les importe lo que le pase a la actual administración.

Coda. No habrá ganancia alguna para nadie si se trata de sobajar a quienes ya están en el “basurero de la historia”, lo único que se consigue es rebajarse al mismo nivel de quienes ya han sido denostados en este diálogo de sordos.


 


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