La reciente participación de México en la Cumbre del G20 de 2024 en Río de Janeiro marca un momento clave en su política exterior. La presidenta Claudia Sheinbaum, en su primera intervención internacional como mandataria, presentó una agenda centrada en el combate a la pobreza y el cambio climático, destacando el programa Sembrando Vida como una solución potencial para la reforestación global y desarrollo comunitario. Este enfoque buscó posicionar a México como un referente en temas sociales y ambientales en un foro predominantemente económico.
Un mensaje social en un escenario económico
La Cumbre del G20 se caracteriza por su énfasis en la economía global, la estabilidad financiera y el comercio internacional. En este contexto, Sheinbaum hizo un llamado a los líderes mundiales para redirigir el 1% del gasto militar global hacia programas que mitiguen el hambre y la pobreza. Esta propuesta, aunque ambiciosa y bien intencionada, plantea interrogantes sobre su viabilidad en un foro donde las prioridades suelen ser más técnicas y vinculadas a la estabilidad macroeconómica.
Sin embargo, el enfoque social y ambiental de México es coherente con la tendencia global hacia una mayor integración de temas de sostenibilidad en las discusiones económicas. Propuestas como Sembrando Vida pueden resonar en un mundo donde los impactos del cambio climático afectan cada vez más a las economías y poblaciones vulnerables.
Un cambio en la política exterior
La administración actual busca diferenciarse del enfoque de bajo perfil en política exterior de los años recientes. En Río de Janeiro, Sheinbaum sostuvo reuniones bilaterales con líderes clave como Emmanuel Macron, Justin Trudeau y Narendra Modi, lo que refuerza el mensaje de que México desea recuperar su posición como un puente entre economías desarrolladas y emergentes. Este esfuerzo podría revitalizar la imagen de México como un actor influyente en la diplomacia internacional.
Críticas y desafíos
Si bien la participación de México fue valorada por su intención de promover una agenda más inclusiva, también fue objeto de críticas. Algunos expertos señalaron que las propuestas presentadas carecían de mecanismos claros para su implementación en un foro como el G20, que opera sobre consensos en áreas más estructurales como la economía y las finanzas globales. Además, el desafío para México radica en mantener la continuidad de estas iniciativas más allá de los gestos simbólicos.
Conclusión
La participación de México en el G20 2024 simboliza un esfuerzo renovado por posicionarse como un actor relevante en la política internacional. Aunque las propuestas presentadas enfrentan desafíos en su implementación, son un reflejo del compromiso del país con una agenda global más equitativa y sostenible. El reto ahora es traducir esta retórica en acciones concretas que fortalezcan el papel de México en un escenario global cambiante.