La Columna J
Día de Muertos
“A esta vida llegamos en sombras y en rumbos diáfanos, en donde las luciérnagas encomiendan nuestros sueños al más allá”.
Estimado lector de este reconocido medio de comunicación LJA.MX, con el gusto de saludarle como cada semana y agradeciendo su tiempo y atención, quiero dedicar esta columna al discurso implícito que evoca a la muerte. Puesto que es un tema que ronda en nuestros pasillos, transmuta en recuerdos, pero rara es la vez que se le logra filosofar, entre reyertas y falencias, entre sonetos y sonatas, la muerte tiene una mayor introspección que la celebración presentada en un día en específico.
Desde tiempos remotos las culturas y las civilizaciones han hecho ceremonias, rituales, festejos y actividades alusivas a la muerte. Desgraciadamente en estos momentos postmodernistas el ejercicio de introspección cesa ante el rampante capitalismo que ha transformado al misticismo de la muerte en una celebración del marketing. Ya no tiene sentido poner una vela y recordar a las almas o espectros que oscilan entre aquello que denominamos cielo e infierno, en la propia composición del tiempo, lo que se celebra es el consumo de disfraces temáticos para hacer un espejismo fatídico de lo espeluznante que es la sociedad en estos tiempos, el terror existe en la sociedad del espectáculo, no en los postulados de Crowley o de Papus, dichos alcances están reservados para la ostentación del pensamiento mágico, al cual se acude en las necesidades banales en relación a la solución de conflictos de manera ipsofacta, ante la negación de la posibilidad real.
“Yo creo que una hoja de hierba no es menos que el viaje de las estrellas,
Y que la hormiga es igualmente perfecta, y un grano de arena, y el huevo del reyezuelo,
Y que la rana es una obra maestra, digna de los mejores,
Y que la zarzamora podría adornar los salones del cielo”
Walt Whitman.
De manera particular considero que el Día de Muertos va más allá de la insensata proliferación material, consiste en tener un breve alcance de la conciencia con relación a los que los estoicos llaman memento mori, ¿qué es el memento mori? Es la aceptación y entendimiento de que algún día ya no vamos a existir, ya no estaremos en este plano existencial independientemente de las percepciones teístas, panteístas, gnósticas y agnósticas. Como citara el polémico Diego Dreyfus “te vas a morir”, y es que este sí es un planteamiento filosófico sobre la muerte, de hecho, es lo único seguro en la vida.
Paradójicamente en las escuelas nos enseñan a memorizar datos, pero no nos enseñan a hablar de la muerte, nos exigen puntualidad, pero no nos enseñan que el tiempo de la vida de las personas es incierto, estimado lector aquí le dejo una reseña de la muerte de Séneca, creo firmemente que debemos ser más que acción del capitalismo en los actos que aluden a la trascendencia de nuestra existencia tal y como es la muerte.
Séneca, en la penumbra de sus últimos días, aguardó a la muerte con la serenidad de quien ha hallado en sí mismo la paz. Para él, la muerte no era un enemigo, sino una compañera antigua, siempre caminando a su lado. El estoicismo le había enseñado que el miedo es una ilusión y que la vida y la muerte son dos partes del mismo viaje. Así, el filósofo se preparó, no con lamento, sino con gratitud; cada respiro era una lección de libertad, y cada instante, una despedida amable del mundo.
“Morir es volver al todo”, pensó, “es dejar de ser un fragmento para ser eternidad”. Y en ese pensamiento se aquietó su alma. Séneca se entregó a la muerte con la misma calma con que había enfrentado la vida, sabiendo que el último acto de valor es soltar, y que el verdadero triunfo es mirar a la muerte sin miedo, como se mira el amanecer.
La muerte de Séneca fue ordenada por el emperador Nerón, quien lo acusó de conspirar en su contra. En lugar de huir o resistirse, Séneca aceptó su destino estoicamente, fiel a sus principios filosóficos. Rodeado de amigos y familiares, el filósofo se preparó para morir con dignidad. Abrió sus venas y se dejó desangrar lentamente, pronunciando palabras de consuelo a quienes lo acompañaban y reafirmando su serenidad ante el final. Aunque el proceso fue lento y doloroso, Séneca permaneció firme, manteniéndose fiel a su creencia de que la muerte era solo una liberación del alma.
Epílogo
Quiero aprovechar esta sección para felicitar a los alumnos y alumnas de mercadotecnia de la Universidad Cuauhtémoc, ya que la semana pasada trabajaron de manera conjunta y organizada para hacer un altar de muertos que evoca al cine de oro de nuestro país. Muchas felicidades por revivir un aspecto crucial en nuestra cultura, tuve la oportunidad de ser testigo de su trabajo, del mismo modo aplaudo a su coordinadora Brenda Liliana Rangel Rincón por el apoyo constante y su dinámica proactiva.
Aquí hago mención de ellos; BECERRIL PINZON, VALERIA, BRIANO DIAZ DE LEON, Iván Azael, Luisa Fernanda Castañeda, Fernanda de la Torre, Penélope García, Victoria Gómez, Regina Hernández, Valeria Herrera, Abraham Alejandro Moreno, Ángel Jailhen Meza, Mario Iván Ojeda.