A 35 años de su martirio: Notas sobre la filosofía del derecho de Ignacio Ellacuría Parte 1 | Memoria y Esperanza por: Jesús Antonio de la Torre Rangel - LJA Aguascalientes
14/11/2024

Memoria y Esperanza

A 35 años de su martirio: Notas sobre la filosofía del derecho de Ignacio Ellacuría Parte 1

“La Compañía de  Jesús no tiene la culpa, no es responsable, de la opresión y la miseria que padece el pueblo salvadoreño”. Así respondía Ignacio Ellacuría en un cuestionamiento hecho por una llamada proveniente del auditorio del programa de televisión española La Clave, de la cadena estatal TVE -entonces única-, la noche del 20 de diciembre de 1985, en Madrid.

Esa noche, después de la exhibición de la película El hombre de dos reinos (biografía de Tomás Moro), que servía de fondo introductorio, se inició un debate sobre el Concilio Vaticano II, entre los expertos invitados al conocido programa de televisión hispana. Este espacio televisivo, además de los cuestionamientos del moderador, incluía la intervención del público en el debate con los expertos. Formaban parte de la mesa, además del conductor del programa: Vitorio Messori, periodista, miembro militante del movimiento católico “Comunión y Liberación”, y que se hizo célebre por el libro-entrevista al cardenal Josef Ratzinger, entonces prefecto de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, hoy Papa Benedicto XVI, en donde el entrevistado se lamenta de algunos efectos del Concilio Vaticano II; María Lina Boff, religiosa brasileña de la orden de las Siervas de María, hermana de los controvertidos teólogos Leonardo -exfranciscano- y Clodovis –Siervo de María-, y que llevaba su apostolado en Ciudad Nueva, localidad del Estado de Acre creada para acoger inmigrados forzosos; el mencionado Ignacio Ellacuría, miembro de la orden de San Ignacio de Loyola, rector del centro católico de estudios superiores, con sede en San Salvador, Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA); y completaban la mesa un teólogo español de tendencia conservadora y un historiador español también, de pensamiento progresista, cuyos nombres no recuerdo.

Motiva la respuesta del jesuita, un cuestionamiento lanzado, vía telefónica, por una persona del teleauditorio, en el sentido de que la Compañía de Jesús en El Salvador era responsable directa de la guerra y la violencia que eran padecidos por ese país centroamericano. Ellacuría, después de expresar de manera categórica que la violencia y la guerra en El Salvador son el producto de la miseria y la injusticia que padecen la mayoría de los salvadoreños, explicó que en la UCA el marxismo no es la filosofía que se enseña, y que él, meses antes, había servido como mediador entre el EMLN y el gobierno, para la liberación de la hija del entonces presidente de El Salvador, el democristiano José Napoleón Duarte, que fue secuestrada por la insurgencia.

La interpelación lanzada a manera de acusación a Ellacuría en el programa televisivo de aquella noche, es fiel reflejo del pensamiento de la extrema derecha salvadoreña, que consideraba que sus privilegios eran amenazados por la conciencia y la organización de las fuerzas populares.

En la madrugada del 16 de noviembre de 1989, hace 35 años, en San Salvador, en el propio campus de la Universidad Centroamericana, (UCA) fueron asesinados seis jesuitas profesores de la misma: el rector Ignacio Ellacuría; el psicólogo vice-rector, Ignacio Martín Baró; el profesor de teología Amando López; Joaquín López y López, director nacional de “Fe y Alegría”; Segundo Montes, director del Instituto de Derechos Humanos; y José Ramón Moreno, subdirector del Centro “Monseñor Romero”; también fueron asesinadas Celina Maricet Ramos y Elba Julia Ramos, colaboradoras en la casa de los jesuitas. Los asesinos eran miembros del batallón Atlacatl, grupo paramilitar organizado por la extrema derecha salvadoreña. Grupos como éste, fueron los responsables de muchas muertes de dirigentes campesinos, sindicalistas y religiosos, entre los que se encuentra el arzobispo de San Salvador, Oscar Arnulfo Romero.

José Ellacuría -hermano de Ignacio- al inaugurarse en Sevilla el “Congreso Internacional: Ignacio Ellacuría, 20 años después”, el 26 de octubre de 2009, dijo: “Les destrozaron el cráneo y sus cerebros quedaron esparcidos… Ahí radica el peligro para ellos y para nosotros: se trataba de unos cerebros que eran vehículos de una conciencia, que veían la realidad (intelectualmente), cargaban con ella (moralmente) y se hacían cargo de ella (praxis)”.

El único que se salvó de la muerte de la comunidad jesuita de la UCA, fue el teólogo Jon Sobrino, que se encontraba de viaje. Sobrino en un artículo titulado “Carta a Ellacuría: Fineza y Santidad”, escribe: “Querido Ellacu, mucho necesitamos de santidad y fineza. El PNVD hace cosas buenas, mide cómo va el desarrollo y la pobreza, pero no suele medir como andamos de espíritu de fineza, si vamos para arriba o vamos para abajo. Y sin embargo seguimos viviendo de la bondad acumulada en la historia, la de ustedes, Amando y Lalo, Juan Ramón y Nacho, Elba y Celina, Segundo Montes y tú, Ellacu, y la de muchos otros.” (1)


  1. El cuestionamiento de Ellacuría

Ignacio Ellacuría, desde su filosofía de la realidad social, cuestiona dos tópicos jurídicos clave, que son fundamentales en la construcción teórica del iusnaturalismo: el bien común y los derechos humanos, que de alguna manera constituyen elementos de la justicia. El cuestionamiento de Ellacuría es por su historización

Bien común y derechos humanos tienen una larga trayectoria filosófica. Sin embargo, con razón se pregunta Ignacio Ellacuría, refiriéndose al bien común y a los derechos humanos -y nosotros podríamos ampliar la pregunta sobre la justicia-: “¿Por qué estos temas tan graves en un correcto planteamiento de la ética personal y de la ética política han tenido tan poca incidencia en la configuración ética de la persona y de la sociedad? ¿Por qué, al contrario, han servido y están sirviendo para una tan permanente negación real del bien común y de los derechos humanos? ¿Cómo se debería orientar el enfoque de este problema para que realmente se propiciara un efectivo bien común y un ejercicio actual de los derechos humanos?”. (2)

El mismo Ellacuría nos ofrece esta respuesta: “su mismo carácter formal y su interpretación en la línea de la abstracción idealista… De lo cual resulta que ni se tiene claro cuál debe ser en cada situación histórica el contenido del bien común, ni se tiene determinado cuál es el camino de conseguirlo”. En otras palabras, falta su historización. Y esto acarrea que se acepte lo establecido como justo y como la realización del bien común.

Es importante señalar que el gran peligro que afronta el iusnaturalismo es el de su ahistorización, es decir, en reducirse a conceptos bonitos pero vacíos de contenidos reales. Para aceptar la validez de los postulados iusnaturalistas, es necesario historizar la justicia, y por lo tanto el bien común y los derechos humanos. Pues si el Derecho y el Estado se dan en la historia, son reales, la justicia y el bien común deben ser también históricos, reales, si no, me atrevería a decir que el iusnaturalismo es ineficaz, que no tiene factibilidad humana, por su incapacidad de hacer históricos sus postulados. Y una doctrina sin realidad, que no es factible, es mera ideología, no incide mayormente en las relaciones reales entre los seres humanos.

Ellacuría nos dice en qué consiste esa historización, que no es otra cosa que “ver cómo se está realizando en una circunstancia dada lo que se afirma abstractamente como un ‘deber ser’ del bien común…” y “…en la posición de aquellas condiciones reales sin las que no se puede dar la realización efectiva del bien común…”; en síntesis: “la historización consiste entonces, en probar cómo se da en una realidad histórica determinada lo que formalmente se presenta como bien común… y en mostrar cuáles son los mecanismos por los que se impide o se favorece la realización efectiva del bien común”.

Según Ellacuría para que los derechos humanos, alcancen “una perspectiva y validez universal”,  sólo es posible si se tiene en cuenta el  ‘desde’ dónde se consideran y el ‘para’ quién y ‘para’ qué se proclaman.” (3)

Notas:

  1. Páginas N° 185, Lima, febrero de 2004.
  2. Ignacio Ellacuría, “Derechos Humanos en una Sociedad Dividida”, en Christus N° 527, México, octubre de 1979.

3. “Historización de los derechos humanos desde los pueblos oprimidos y las mayorías populares”, en ECA N° 502. San Salvador, 1990.


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