Cátedra
Sin Municipios no hay Estado Parte 4
En la colaboración anterior preparé el ambiente de un viaje por iniciar; sin embargo, para darle mayor claridad al contexto general he considerado necesario tocar primero el tema de mi tesis profesional, el del Servicio Exterior Mexicano y el correspondiente a la Ley que lo rige, para que el desarrollo de las siguientes colaboraciones tenga una continuidad clara. Continuamos:
TESIS. Antes de concluir mi carrera, había decidido -con mi gran maestro y amigo Guillermo Garcés Contreras a quien registré como mi asesor- empezar a reunir la bibliografía y materiales para elaborar mi tesis profesional con el tema de La Industrialización de América Latina. Entonces fue cuando se me asignaron los primeros cargos de buen nivel -en cuanto a responsabilidad, pero no en retribución- en el Departamento de Tratados y en el de Asuntos de América, de la Dirección General de Servicio Diplomático, que me dejaban poco tiempo para el estudio. Aquí cae como anillo al dedo la siguiente anécdota:
EL SERVICIO EXTERIOR MEXICANO. A fines de 1959 solicité una audiencia con el secretario de Relaciones Exteriores Manuel Tello Barraud para hacer de su conocimiento que, después de haber obtenido ascensos como trabajador administrativo de la Secretaría, pero estar realizando funciones ya a nivel departamental en la Dirección General del Servicio Diplomático porque se me consideró competente para ello, terminé además mi carrera de Diplomacia en la UNAM y le solicitaba su apoyo para nivelar mi categoría a la inicial del Servicio Diplomático.
Con la vista clavada en el suelo -no sé si era su hábito- me contesto: “Compañero: ha perdido usted el tiempo; debería estar enterado de que el ingreso al Servicio Exterior se obtiene al pasar el examen para la categoría de vicecónsul, cuyo único requisito es haber cursado la escuela secundaria.”
“Señor secretario -le contesté- le agradezco mucho su valioso tiempo y su amable consejo. Con su permiso.” Y salí de su despacho sin esperar respuesta.
Me imagino que por alguna razón confiaba en que quien había establecido ese requisito tenía la seguridad de que cualquiera podría llegar a ser secretario de Estado con ese nivel de estudios, por lo cual no había ninguna necesidad de exigirle al cuerpo diplomático un mayor nivel de escolaridad en su ingreso para representar dignamente a nuestro país en el extranjero.
¡Con razón los apellidos de primer nivel que acaparaban los mejores puestos, procedían de hacía un siglo! Algunos, hay que reconocerlo, se habían preocupado por ilustrarse; pero la mayoría, bien o mal pagada, daba pena tener que reconocer que pertenecía al Servicio Exterior Mexicano.
1960 LEY DEL SERVICIO EXTERIOR. Esta lamentable experiencia me motivó a convocar a principios de 1960, en mi carácter de presidente de la generación de todas las carreras de la todavía Escuela Nacional de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM apadrinada por el general Lázaro Cárdenas en diciembre del año anterior, para realizar un trabajo de investigación a fin de presentar un proyecto de reforma a la vieja Ley del Servicio Exterior Mexicano a la que logré tener acceso furtivo porque su manejo era estrictamente confidencial pues hasta en el Diario Oficial tenían instrucciones de no entregar ejemplares.
Diseñamos la investigación que aplicamos visitando al personal diplomático de las embajadas de los países más avanzados en la materia, y aprovechamos mi experiencia como el primer estudiante de nuestra Escuela en haber ingresado como trabajador en la Secretaría de Relaciones Exteriores desde su inscripción en la UNAM.
Una vez concluido el proceso propusimos una serie de reformas a fin de corregir los vicios y deficiencias que padecía la vetusta Ley promulgada en 1938. Con el apoyo de nuestro ilustre maestro Manuel Moreno Sánchez, puntual colaborador de la revista Siempre! y líder del Senado en el que representaba a Aguascalientes, logramos que se realizara la reforma; y aunque pocos fueron los avances (porque la Presidencia de la República, al solicitar la opinión del secretario de Relaciones Exteriores éste eliminó las propuestas más avanzadas) sin embargo lo trascendente de nuestro esfuerzo fue que abrimos brecha para que otras reformas posteriores continuaran avanzando; algo se ha logrado, pero nuestro Servicio Exterior sigue teniendo serias deficiencias que se eliminarán, corregirán y hasta podrán superarse cuando exista la voluntad política y técnica necesarias, lo cual no se vislumbra ni a mediano plazo.
1960 Mi experiencia en Honduras. Cuando a fines de ese mismo año recibí la comisión a Honduras, donde a pesar de que Rafael Bernal había resuelto satisfactoriamente la misión encomendada en un plazo inferior al previsto, se nos abandonó como era costumbre en aquella Secretaría de Relaciones Exteriores antediluviana en la que el personal de servicio en el extranjero estaba abandonado a su suerte porque ni siquiera tenía el derecho de atender sus problemas de salud con cargo al Gobierno.
Una anécdota personal nos puede ilustrar con claridad la situación: un día, al ver pasar el desfile del 20 de Noviembre cuando la Secretaría de Relaciones Exteriores se encontraba en la Ave. Juárez de la ciudad de México, les dije a mis compañeros: “la revolución siempre ha pasado frente a la Secretaría pero nunca entró”. Su reacción, comprobatoria de mi expresión, fue significativa: voltearon para todos lados para ver si alguien había escuchado; al comprobar que estaban más atentos al desfile respiraron tranquilos y uno me dijo: “no andes diciendo esas cosas, es muy peligroso”.
Posteriormente pude comprobar personalmente las condiciones lamentables en las que trabajaba nuestro personal diplomático y consular, pues los encontré realizando funciones diversas en las embajadas y consulados; algunos de ellos jamás regresaron a México y tenían hasta nietos que de mexicanos no tenían nada. Algunas escenas fueron francamente deprimentes no solo en términos anímicos sino hasta en su descuidado aspecto físico.
Continuaremos la semana próxima.
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El presente artículo constituye una aportación
para la Agrupación Cívica y Cultural
Amigos de Jesús Terán
en su tarea de forjar ciudadanía.
Por la unidad en la diversidad
Aguascalientes, México, América Latina