Estado de Silencio | Bajo presión por: Edilberto Aldán - LJA Aguascalientes
14/11/2024

Una lección básica de periodismo es que el reportero no debe ser el protagonista de la historia, son testigos, no los actores de la noticia. Estado de Silencio (Dir. Santiago Maza), es un documental que va en contra de ese precepto, pues da seguimiento las historias de vida de Jesús Medina, Marco Vizcarra, Juan de Dios García Davish y María de Jesús Peters, cuatro periodistas que han arriesgado su vida por ejercer lo que en México es una de las profesiones de más alto riesgo.

En el documental, al testimonio de estas historias de vida, las amenazas que sufren, el desplazamiento involuntario, la ausencia de un mecanismo eficaz para la protección para personas defensoras de derechos humanos y periodistas, así como el incremento de la violencia generada por el crimen organizado y la narcopolítica mexicana, se suman algunos ejemplos de los 167 periodistas asesinados documentados por Article 19 de 2000 a 2024, se menciona por supuesto el artero y aún no resuelto asesinato de Javier Valdez, así como los de Miroslava Breach y Lourdes Maldonado, entre otros.

Estado de Silencio es desesperanzador, sin estridencias, con empatía sincera, acompaña a cuatro periodistas que lo único que quieren hacer es contar las historias de sus comunidades, las migraciones forzadas y violentadas, el dolor de las madres buscadoras, el abuso de las autoridades contra el desarrollo comunitario y movimientos sociales, en general la corrupción que genera la connivencia y confabulación de la narcopolítica.

El documental dirigido por Santiago Maza no es una película en contra del gobierno, sólo exhibe el estado actual del país, no señala culpables, exhibe las condiciones en que se ejerce el periodismo en México, y sin embargo, una de sus escenas deja en claro cuál fue la postura de la administración de Andrés Manuel López Obrador durante su sexenio:

En medio de un páramo, se incendia un jacal que funciona como expendio de periódicos, donde cuelgan varias primeras planas que consignan diversos hechos violentos y asesinatos contra periodistas, a medida que las llamas consumen el papel, se incrustan al menos tres escenas de las conferencias matutinas de López Obrador, un discurso sobre las consideraciones del presidente acerca de la prensa:

“Estamos viviendo uno de los peores tiempos del periodismo. Todos los días nos atacan. Es una prensa tendenciosa, vendida, alquilada, al servicio de los corruptos. (…) Los tenemos en contra a todos. Todos los que escriben ahí, están en contra de nosotros. Tienen el control de la opinión pública. Entonces ustedes no van a poner la agenda, usted está al servicio de la oligarquía, de los que se dedicaron a saquear a México y quieren regresar (…) Existe, no tengo la menor duda, una campaña, aprovechando esta circunstancia lamentable, en contra del gobierno que represento, difama con la máxima del hampa del periodismo de que la calumnia cuando no mancha, tizna. (…) No hay ni un periodista, ni un intelectual, ni un servidor público, que hable más con la gente que el presidente de México. Y si sale alguien por ahí, que diga que conoce más que el presidente de México, ¿sí?, que aquí lo espero”.

Durante todo el sexenio Andrés Manuel López Obrador volteó la cara ante la violencia ejercida por los grupos criminales en contra de defensores de los derechos humanos y periodistas, cerró los ojos ante la complicidad entre grupos delictivos y autoridades de los tres niveles de gobierno y, en toda su administración, fue alimentando la impunidad de la narcopolítica con la gasolina de su desprecio a la prensa, adjudicándose como la víctima de un complot que intentaba desestabilizar su administración. Ese es su legado, eso explica los 47 periodistas asesinados durante su administración.

Del otro lado, del de los periodistas, de los perseguidos y violentados, sólo hay esperanza, los cuatro reporteros indican que no saben hacer otra cosa más que contar las historias de su gente, en algún momento, Marco Vizcarra, quien arriesgó su vida para informar sobre los bloqueos y enfrentamientos durante el culiacanazo, comenta: “Entendí que yo no voy a cambiar el mundo, pero mi trabajo si les va a ayudar”; de eso se trata el periodismo.

El emotivo final de Estado de Silencio es, al mismo tiempo, un memento mori y denuncia, en los créditos se indica que Javier Valdez Cárdenas es el director del documental, enseguida aparece a su lado el nombre de Miroslava Breach, y la pantalla se va llenando con los nombres de los periodistas asesinados. Todo está en nombrar.


Coda. En el listado de Article 19 sobre los periodistas asesinados en los últimos 24 años, afortunadamente, Aguascalientes aparece con ningún muerto En Estado de silencio, Jesús Medina señala que, equivocadamente se dice que los reporteros son la voz del pueblo, cuando lo que son es un altavoz; otra forma de silenciar al periodismo es convertirlo en un megáfono de los comunicados de gobierno y la lisonja a las acciones de sus funcionarios. 

@aldan


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