La sabiduría popular nos dice que “donde hubo fuego, cenizas quedan”, y podemos aplicar esta frase, sin temor al error, a la siempre estrecha relación entre la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes y el maestro Enrique Barrios. Como sabemos, él fue director titular de la OSA del año 2000 al 2004, fue en el sexenio de don Felipe González (q.e.p.d.), siendo director general del Instituto Cultural de Aguascalientes el lic. Alejandro Lozano Moreno, y no tengo duda al afirmar que ese período del maestro Barrios representa la época de oro de nuestra máxima entidad musical; entre otras cosas teníamos dos temporadas de ópera al año y dos de ballet, la de junio y de Navidad con el Cascanueces de Tchaikovsky, con temporadas de conciertos perfectamente diseñadas y con un trabajo de promoción sólido y bien dirigido con estrategias para llevar público al teatro que funcionaron perfectamente con conciertos cuya asistencia en promedio era de 900 personas y la OSA contaba con una plantilla de 84 músicos, pero más allá de lo grande de nuestra orquesta, lo verdaderamente importante es que era una orquesta muy competente y atractiva para que músicos de otras partes quisieran integrarse a nuestra Sinfónica y estaban siempre pendientes de las audiciones, además fue con el maestro Barrios que se hizo aquella histórica grabación para el sello Naxos, un sello de distribución internacional con música de Silvestre Revueltas, La Coronela, la Noche de los Mayas con esa maravillosa cadenza para un ejército de percusionistas, y la versión orquestal del poema sinfónico de Sensemayá, fue justamente con esa grabación que nuestra Sinfónica empezó a hacer labor de verdadera embajadora cultural, antes incluso de que dicho nombramiento fuera oficial; gracias a este disco, la OSA fue conocida y reconocida como una gran orquesta en grandes capitales culturales a nivel internacional, ciudades como Londres, Barcelona o Berlín supieron que en el centro de México hay un pequeño estado con una gran orquesta, tuve la oportunidad de ver reseñas de periódicos de esas grandes ciudades hablando maravillas de nuestra Sinfóncia. ¡Ah qué tiempos aquellos!, ya no nos queda más que suspirar de añoranza.
Por un momento volvimos a vivir aquellas noches llenas de magia en el Teatro Aguascalientes que eran frecuentes hace 20 años, por ejemplo, hace mucho tiempo que no veía a un gran porcentaje del público aplaudiendo de pie el trabajo del director, por cierto, buena entrada para este quinto concierto de temporada, y es verdad que la Sinfonía No.5 de Tchaikovsky, un verdadero coloso del sinfonismo universal, tiene un gran poder de convocatoria, también es verdad que el maestro Barrios es taquillero, y mucha gente fue al concierto sabiendo que se garantizaba un gran trabajo y un tratamiento digno a la música que se iba a interpretar. No deja de sorprenderme, de verdad, cómo puede cambiar una orquesta cuando es dirigida por la batuta correcta, la orquesta que escuchamos el pasado viernes 6 de septiembre no parecía la misma que toca cada viernes en el Teatro Aguascalientes. El trabajo de un buen director consiste, entre otras muchas cosas, en medir las posibilidades de la orquesta que tiene enfrente, conocer sus fortalezas y debilidades y trabajar en consecuencia, la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes tiene un enorme potencial, eso ya lo sabemos, pero si no tiene un director que la entienda, ese potencial queda oculto, muchas veces, y esto lo comenté hace un par de semanas, la OSA tiene que trabajar para salvar al director que en el podio, ya sabemos que es una orquesta muy noble que ha sabido librar a más de un director de una catástrofe, y lejos de ponerlo en evidencia, sabe salvar la situación con dignidad, pero cuando la batuta está en manos de alguien que sí sabe, los resultados son otros, es un verdadero festín en donde la música es el gran protagonista.
El concierto inició con la Obertura el Corsario del compositor francés Héctor Berlioz, continuamos con el Concierto para contrabajo y orquesta de Serege Koussevitzky, realmente muy pocas veces tendremos la oportunidad de escuchar un concierto para este instrumento, y ahora lo hicimos y fue un delicioso manjar, el solista para este concierto fue el maestro Jesús Romero Pineda, integrante de la sección de contrabajos de la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes, y finalmente, después del intermedio, disfrutamos de ese enorme monumento orquestal que es la Sinfonía No,5, Op. 64 en mi menor de Tchaikovsky, como ya lo hemos comentado reiteradamente en esta entrega, la dirección le fue encomendada al maestro Enrique Barrios.
En el Concierto para Contrabajo de Koussevitzky, el maestro Romero Pineda hizo un excelente trabajo demostrando la calidad de los músicos que integran la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes, su ejecución fue apasionada, intensa, cálida y llena de convicción, y aunque no era el platillo fuerte de esa noche, terminó por arrancar espontáneos ¡bravos! del numeroso público reunido en el Teatro Aguascalientes. Y la Sinfónica, qué te digo, volvió a encontrar la magia, esa magia que tanto extrañamos, sin duda el maestro Barrios se siente en casa cada vez que dirige la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes, y no sólo el público, la misma Orquesta le brindó un generoso aplauso reconociendo el valor de su trabajo. Recordemos que el instrumento musical que interpreta el director es justamente la orquesta que tiene frente a él, y el maestro Barrios interpretó deliciosamente su instrumento, que, por cierto, le respondió solventemente.
El sexto concierto será esta noche, miércoles 11 a las 20:30 en el Teatro Aguascalientes con un programa de música mexicana, Sones de Mariachi de Blas Galindo, Ferial de Ponce, Sinfonía India de Carlos Chávez, la Noche de los Mayas de Revueltas y el Huapango, de José Pablo Moncayo, dirige el maestro Román Revueltas, ahí nos vemos.