- La polémica por la delegación Cuauhtémoc de la CDMX sacó a relucir comparaciones con la campaña electoral estadounidense
En una campaña electoral estadounidense salpicada de burlas sobre “señoras de los gatos sin hijos”, algunos desearían que hubiera normas que impidieran burlarse de los candidatos sólo por su género.
México, que acaba de elegir a su primera mujer presidenta, tiene una ley así, pero, para sorpresa de varios, resulta que no es algo tan simple.
El debate gira en torno a una reñida contienda entre dos candidatas a una demarcación de Ciudad de México. Un tribunal electoral anuló la victoria de una candidata de la oposición por considerar que había cometido “violencia política de género” contra la candidata perdedora del partido gobernante.
El presidente saliente, Andrés Manuel López Obrador, insinuó el lunes que la decisión podría crear un peligroso precedente, aunque la candidata perdedora es de su propio partido político: Morena.
“Debe tenerse cuidado”, dijo López Obrador. “Ya cuando es motivo de cancelación, o puede ser motivo de cancelación o desconocimiento de un triunfo, el que haya insultos ya sea reales o inventados, pues ya es otra cosa”.
La disputa surgió luego de que la candidata de la oposición Alessandra Rojo de la Vega consiguió una ajustada victoria sobre la candidata de Morena, Caty Monreal, en la contienda por la demarcación que incluye el centro de Ciudad de México. Durante la campaña, Rojo de la Vega sacó a relucir el hecho de que el padre de Monreal, Ricardo Monreal, es un destacado político del partido Morena, insinuando que ella podría haber sido la candidata por la influencia de su padre.
El tribunal falló la semana pasada que el comentario violaba una ley electoral mexicana que prohíbe “calumniar, degradar o descalificar a una candidata basándose en estereotipos de género”, en este caso, la creencia de que la mujer tuvo éxito en la política gracias al poder político de su esposo o su padre.
Esto saca a relucir comparaciones obvias con la política estadounidense y las indirectas del senador de Ohio JD Vance, el candidato republicano a la vicepresidencia, sobre “señoras de los gatos sin hijos” que supuestamente no participan en el futuro de Estados Unidos. De momento no está claro si eso podría percibirse como una indirecta a la vicepresidenta Kamala Harris.
Pero los críticos han señalado que el hecho de que Caty Monreal tuviera poca experiencia política -o que su padre parece tratar la política como un negocio familiar (su hermano ocupa ahora la gubernatura del estado de Zacatecas, un puesto que Ricardo Monreal alguna vez tuvo)- podrían ser argumentos legítimos.
También sacó a relucir aspectos incómodos sobre los límites a la libertad de expresión, o cómo una mujer puede ser acusada de cometer violencia de género contra otra.
Rojo de la Vega ha prometido que apelará el fallo, y afirma que está luchando para que “nunca más se permita usar causas y luchas como la violencia de género como un arma en contra de lo que debían proteger: los derechos de todas las mujeres que participamos” en la política.
Caty Monreal publicó en sus cuentas de redes sociales que “decir que soy un títere… la violencia no puede disfrazarse de libertad de expresión”.
Julia Zulver, experta en violencia de género para la Swedish Defence University que reside en México, dijo que una ley muy necesaria puede haberse politizado, y señaló que la exclusión y la represión de las mujeres es “un problema vasto y grave en México, y debe tomarse en serio”.
“La forma en que se habla de violencia de género y se moviliza políticamente aquí es un poco preocupante”, dijo Zulver. “Diluye el poder de una ley para proteger contra un problema real”.
No es que la ley mexicana no tenga su lugar o utilidad. México se ha visto plagado de “machismo” y violencia contra las mujeres, que puede ir desde comentarios en la calle hasta, en su forma más extrema, ataques con ácido y brutales asesinatos de mujeres. Los críticos afirman que el discurso despectivo sobre las candidatas perpetúa narrativas nocivas que pueden volverse letales en la vida real.
El propio López Obrador fue acusado de violencia política de género durante la campaña presidencial de este año por la candidata opositora Xóchitl Gálvez, después de que el presidente afirmara que había sido elegida por un grupo de hombres conservadores que la impulsaron.
En ese caso, un tribunal electoral dictaminó que López Obrador había violado la ley, pero dijo que no podía ser sancionado por ello porque las normas impiden a los tribunales sancionar al presidente. Otra candidata, la exjefa de gobierno de la Ciudad de México Claudia Sheinbaum, del partido Morena, ganó las elecciones presidenciales del 2 de junio por un amplio margen y asumirá el cargo el 1 de octubre.