Bosquejar una mirada a la añosa tipología museística de museo abierto poniendo en el centro a este espacio, ofrece la posibilidad de enunciar un recurso patrimonial, material e inmaterial sin muros ni barreras en el que subyace un rico potencial que posee una significación industrial, histórica, social, poética, artística y de vida cotidiana para la entidad y el país.
Aún latente y ahora espacio de recreo popular, Tres Centurias es en la actualidad un vaso comunicante del pasado con el presente, un emplazamiento cultural, educativo y económico, donde la población tiende puentes emocionales y afectivos en un territorio que forma parte del rico paisaje sociocultural de nuestro estado, al tiempo que se aloja ojerosamente en las vidas de los habitantes mayores de esta entidad federativa.
Porque es nuestra cultura hay consciencia de preservarla y desacralizarla para trascender en esa heredad que nos une en indisolubles lazos que se entretejen en la urdimbre de centenaria tradición: la ferroviaria.
Por lo que queda hurgar en su historia hollando el polvo con nuestros pasos que remueven esa tierra que invita a caminar por aquellos parajes de la memoria como bien cultural que simboliza nuestro ser e identidad que da sentido de continuidad a la sociedad.
Es necesario trascender las funciones sustantivas de los museos en cuanto a conservación y exhibición de colecciones y de todo acopio de bienes patrimoniales que cuentan con legitimación histórica, institucional y colectiva, pues se requiere de acciones de mediación para ponerles en valor y, por ende, al alcance de la población considerando en ello en primer plano, la misión educativa y sociocultural que tienen por objeto las instituciones patrimoniales del estado y no asumirlas simplemente como depósitos de objetos del pasado, sino como espacios de interacción e integración cultural que llegan al presente.
El lugar como museo, es per se depositario de la identidad de los hidrocálidos. Los pueblos crean el patrimonio el cual es dinámico, siempre se encuentra en constante proceso de evolución, éste les arraiga a aquellos, en tanto y posteriormente, ocupará o no, un sitio en el museo, en el tiempo y en el espacio, pudiendo ser factor de desarrollo social, cultural y económico, por lo que no son un fin en sí mismo.
Los bienes ahora musealizados, han perdido su valor de uso y su función, estos son toda una suerte de edificaciones así como de enseres y maquinaria enmohecida y oxidada sacadas de la bodega y emplazados en las instalaciones de Tres Centurias en sus corredores y calzadas que les hacen visibles materialmente, requieren de una interpretación para comunicar y transmitir el contexto sociocultural e histórico y de igual manera el valor de aquello que custodia, que permita adentrarse más allá de la medianía de la decoración y para ser potenciadas como una herramienta educativa que conduzca a un viaje por aquellas historias por narrar y que la sociedad y los visitantes en general no conocen o que se consideren han de reforzarse temáticamente.
Tres Centurias podría superarse a sí mismo no como un lugar de exhibición de artefactos (“colecciones”), objetos o de enseres históricos inconexos entre ellos, sin contexto, aquí asumidos en ese acto expositivo como patrimonio industrial, dispersos y carentes a nivel macro de un Plan Museológico digamos maestro, que abarque el todo del Complejo, que investigue y documente, que le integre al lugar y por consiguiente mediante una museografía que otorgue coherencia y sentido pedagógico e interpretativo, que los decodifique para los públicos.
Sumergir a los paseantes implica diseñar y crear experiencias multisensoriales en las que ellos toquen su entrada quizás a mundos distantes en el tiempo, pero cercanos afectivamente como se ha dicho arriba, para recuperar y potenciar su pasado y que los involucren activamente a historias que representan el ethos del lugar, interacciones con el patrimonio que inciden en una suerte de experiencia de memoria emotiva, duradera a largo plazo de los públicos visitantes.
Si bien el lugar mismo y las exposiciones son el medio idóneo de transmisión y comunicación de esas historias, de conectar y acercar a los públicos con su patrimonio y que ofrezcan experiencias accesibles y significativas, han de reforzarse mediante otras acciones que ya se han expuesto en este espacio en particular en el artículo que versa sobre la propuesta artística de la creación de un corredor escultórico (LJA.MX, 13.08.2020), cuyas piezas de cariz contemporáneo recurren a la recuperación y la refuncionalización de toda suerte de objetos y enseres que dejó a lo largo de los años el trajín ferroviario.
Por lo cual se retoma algo de aquellas ideas vertidas, e incluso, de manera textual, se transcriben unos párrafos, por considerarse que para este artículo vienen a abonar en un sentido conceptual, educativo, artístico y cultural, y que asoman como una política pública de accesibilidad e inclusión que potencialmente acerca el patrimonio cultural a los ciudadanos para su conocimiento y disfrute en un ancho espectro de atención a públicos diversos.
Retomando el hilo se considera y reafirma que, en la actualidad, el Complejo Ferrocarrilero Tres Centurias es, simultáneamente, monumento, museo social y reserva espiritual, es en la extensión del término todo un ecosistema cultural.
Este lugar fue sede desde 1884 de los Talleres de Construcción y Reparación de Máquinas y Material Rodante de la Compañía del Ferrocarril Central, de relevancia nodal para el desarrollo económico y social de la entidad y del país. Es ahora un espacio potencial para el ejercicio democrático de los derechos culturales de los habitantes de Aguascalientes.
La población lo percibe como entrañablemente propio, ya que se encuentra vinculado con su comunidad pues construye y porta sentido de patrimonio inmaterial, toda vez que los habitantes por generaciones llegaron a ocupar una plaza de trabajo en este sitio, siendo en su momento este espacio laboral, una de las principales fuentes de trabajo en el estado.
Es actualmente un lugar para la experiencia estética y reservorio cultural, que se abre a múltiples audiencias que allí se ven representadas en ese legado histórico-cultural, que ha atravesado al territorio del Estado de Aguascalientes durante tres centurias que inicia a partir del siglo XIX y llega hoy a nosotros.
Como patrimonio industrial, ha sido rescatado y concebido de manera multifuncional, como parque temático. Por otro lado, en su extensión territorial existe un museo de sitio, naves destinadas a negocios para foros expositivos e igualmente es anfitrión de importantes empresas de presencia económica nacional.
Es también territorio para la promoción y difusión cultural entre los que destaca un importante museo de arte contemporáneo de dimensión nacional e internacional. Del mismo modo es un espacio para la creación y la educación artística profesional como la única opción a nivel nacional que cuenta con una Universidad de las Artes, que suma una vasta gama disciplinar, una sala de conciertos y donde se alberga la Biblioteca Pública Central Centenario y Bicentenario de la entidad a cargo del Instituto Cultural de Aguascalientes; usos y factores entre otros que en conjunto le confieren renovadas prácticas y fisonomías que reconocen la importancia de la conservación y del rescate de la identidad.
Por lo anterior ha de considerarse entre sus acciones de salvaguardia material e inmaterial un proyecto cultural orgánico más extenso, cuya finalidad es ensanchar el acceso, entre otros, a los bienes y servicios culturales y turísticos, así como deportivos, derivados de su misión que pondera la conservación y difusión de este bien patrimonial, e igualmente, el contribuir en el mejoramiento de la calidad de vida de los visitantes, usuarios y la sociedad en general, para lo cual ha de dirigirse a un vasto público que se identifica y comparte históricamente el sitio, y que se da cita ya sea cotidianamente, o con mayor afluencia, los fines de semana para pasear y convivir entre sus antiguas edificaciones y su añosa historia.
Lo anterior mediante acciones que representan un encuentro con la creatividad, la imaginación, la interacción con el patrimonio, las tradiciones y lo ambiental, que se inscribe en la esfera de lo público, que se pone al servicio de la sociedad con carácter gratuito; y de la misma forma, por estar en el espacio público, se dirige a todas las clases sociales sin restricciones en sentido amplio por lo que es inclusivo pues recibe sin distinción a viandantes de distintas clases sociales, grupos etarios, escolaridad, profesionales, oficios o con intereses variados.
Se considera que estas acciones no son una parcela del territorio espiritual de los aguascalentenses, sino un lugar que se asocia a aspectos simbólicos y de memoria de la ciudad y del estado.
La hoja de ruta ha de ser de índole educativa, cultural y artística diseñada para apoyar la puesta en valor del bien patrimonial con el propósito de reforzar el sentido de pertenencia y la cohesión social entre la población, e igualmente, fomentar el turismo de proximidad y nacional, al tiempo que éstos convergen en un lugar común a la sociedad hidrocálida, y en lo local; está dirigido principalmente a niñas, niños y padres de familia, adultos en general, así como a jóvenes visitantes al sitio.
Ello brinda la posibilidad de ensayar procesos de educación no formal y de la puesta en marcha de acciones que promuevan la cultura ferroviaria, o bien, de otras manifestaciones a través de variadas actividades culturales, artísticas y educativas; se debe agregar que lo anterior estimula la generación de públicos pues contribuyen o inciden en sus gustos y hábitos culturales, motivando su identificación con su patrimonio y obteniendo de ello un desarrollo cultural y bienestar en general; al mismo tiempo que se opera una canalización de un adecuado uso del tiempo libre entre la población.
Hay que mencionar, además, que se da la posibilidad de generar actividades que permitan a la sociedad revalorar tradiciones y costumbres en convivencia con otras familias para crear comunidad y también el propiciar el acercamiento de ciudadanos que no asisten al Complejo, o a espacios históricos de formación y disfrute; el énfasis está en preservar, enriquecer y difundir la cultura, las costumbres y los valores que permitan reafirmar nuestra identidad.
Por lo que se refiere a los mediadores para la operación de esta propuesta, es primordial contribuir en la creación de foros de expresión para visibilizar a los artistas y educadores locales, y por consecuencia la creación de fuentes de trabajo para la comunidad artística, educativa y cultural de la entidad ya sea de manera individual, grupal o a través de las industrias creativas, para ofrecer muestras artísticas, científicas y culturales.
Ha de establecerse una ruta de planeación pedagógica, administrativa y de ejecución del proyecto acorde a la selección de actividades y a la cobertura, en la modalidad de invitación o contratación a docentes talleristas, al artista, colectivo o mediadores que harán las propuestas particulares.
La puesta en marcha, es decir la producción de esta utopía, considera además de los apoyos institucionales, los comerciales, de mecenazgo o comunitarios y está supeditada principalmente, al alcance y cobertura que se quiera dar al proyecto, y a partir de ello, darse a la tarea de gestionar los recursos humanos, financieros, de infraestructura, técnicos y materiales; al igual que requiere de voluntad política y de altura de miras.
Otro aspecto nodal que observar en un proyecto de museo abierto y ponderado como centro cultural, es el apoyo y la colaboración de diversas instancias públicas de los tres niveles de gobierno, de conformidad a sus actividades sustantivas y de convergencia a la finalidad de este propósito para delimitar el grado de colaboración; conviene subrayar en su momento, la valiosa e importante participación de la iniciativa privada y la sociedad civil organizada.
Instituciones cuyas funciones se inscriben en los ámbitos de la antropología e historia, la educación, la cultura y las artes, del medio ambiente, ciencia y tecnología, del turismo; y de atención a las infancias, adolescentes y a adultos, así como de la academia, entre otras.
Por consecuencia, un modelo de proyecto de este calado, se considera de gestión mixta ya que intervienen de manera combinada los medios propios y los externos, diferentes personas, colectivos e instituciones, siendo su naturaleza igualmente, el fomento de alianzas estratégicas con otras instituciones e instancias, que apoyan además en la optimización de recursos, toda vez que es posible lograr este objetivo desde la sencilla cooperación, o establecer de manera más formal convenios con el propio sector gubernamental, además de fundaciones, iniciativa privada u organizaciones civiles.
Llegados a este punto, se aprecia a Tres Centurias como la Catedral patrimonial de viso industrial de nuestro estado que posee además la infraestructura cultural para viabilizar propuestas de esta índole.
Concebir este espacio como museo abierto y centro cultural es en la actualidad, estar en sincronía con la tendencia mundial para este tipo de instituciones, que le desromantizan para reactivarlo con base en los objetivos de la educación patrimonial y de la museología crítica que analiza las apreciaciones históricas y “Define que el conocimiento producido y expuesto en los museos, está cultural, social, política y económicamente determinado y por consiguiente refleja el momento específico de la sociedad que lo produce” (Cabezas, S. 2024), así es posible dar a conocer el significado de lo que se posee como herencia y contribuir a su preservación para el enriquecimiento personal y colectivo, el goce y el disfrute de la actual y de las futuras generaciones.
Para cerrar estas líneas y arriesgando un símil con el tema que se aborda, traigo a cuento el texto de Ana Rosas Mantecón y de Graciela Schmilchuk, que dice a la letra que: “Al ser reinaugurado en 1964, el Museo Nacional de Antropología fue considerado ‘catedral laica’ y “monumento de monumentos”, tanto por la magnificencia de la arquitectura y de las colecciones como por el despliegue museográfico. “Quiero que, al salir del museo, el mexicano se sienta orgulloso de ser mexicano”, fue la instrucción que el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez recibió al iniciar las construcciones un año antes de voz del presidente Adolfo López Mateos”.
Septiembre de 2024.