¿Cómo se dice? | Una palabrita que cambia drásticamente el significado de las palabras por: Aldo García Ávila  - LJA Aguascalientes
21/11/2024

Una palabra puede cambiar su significado notablemente cuando, a su vez, se acompaña de otra palabra, sin importar si se trata de un vocablo más bien pequeño. Es lo que sucede, por ejemplo, cuando un verbo se acompaña del pronombre se, aunque ya darle esa etiqueta (la de pronombre), es hasta cierto punto una imprecisión, porque el se es mucho más que un pronombre. Aunque, por ahora, no ahondaremos en estos fenómenos. En este caso, me enfocaré en las funciones del se cuando forma parte de un verbo pronominal y de uno reflexivo, para entrar al pantanoso terreno de los verbos de régimen preposicional.

Como ya había mencionado en otras entregas, un verbo es pronominal si al quitar el pronombre átono correspondiente (me, te, se, le, lo, la, nos) ocurre una de dos situaciones: o se genera una secuencia que rompe con las reglas de la gramática, o bien, cambia su significado, ya sea sutil o drásticamente. Así, la presencia o ausencia del se explica el surgimiento del verbo desvivir con el significado de afectación, como sinónimo de ‘matar’ y ‘asesinar’, así como de desvivirse, como verbo de emoción, con el significado de ‘dejar de vivir la propia vida para vivirla por algo o alguien más’ o ‘vivir con intensidad en favor de algo o alguien más’. Un ejemplo del primer significado sería “Píter desvivió a Javier”, mientras que del segundo, “Píter se desvivió por Javier”.

Ahora bien, desvivir, como verbo de afectación, también puede utilizarse con el se, pero este verbo no será pronominal, sino reflexivo y expresará el significado de ‘suicidarse’, como en “Píter se desvivió, porque no soportaba más esta vida”. En otras palabras, decimos que un verbo es reflexivo cuando la entidad que funciona como sujeto ejerce una acción que tendrá como objeto al propio sujeto; así, el sujeto Píter actúa de tal modo sobre sí mismo, que termina por quitarse la vida. Los ejemplos típicos de verbos reflexivos son peinarse, mirarse (a sí mismo) en el espejo e, incluso, sentarse, aunque en los verbos que describen cambios de posturas corporales la discusión es más extendida, pues hay especialistas que los consideran reflexivos, pero hay quienes no coinciden con esta postura. Para los fines prácticos de esta columna, baste decir que los verbos de cambio de postura (pararse, levantarse, sentarse, etc.) pueden interpretarse como reflexivos.

El fenómeno es interesante, porque nos muestra el amplio abanico de expresión de significados que posee un “mismo verbo”. Por supuesto, las comillas son a propósito, pues a simple vista desvivir y desvivirse son muy parecidos, pero como lo describimos líneas arriba, sus respectivos significados son muy diferentes entre sí. Lo anterior se vuelve más complejo si tomamos en cuenta que desvivir, como verbo de afectación, puede manifestarse sin el se, con el significado de ‘matar’, pero si se acompaña del se, significará ‘matarse a sí mismo’ o ‘suicidarse’.

Una vez más, este entresijo nos lleva a establecer una nueva diferencia, porque, como acabamos de apreciar, no es lo mismo desvivirse, ‘suicidarse’, como verbo de afectación, que desvivirse, ‘vivir intensamente por alguien más’, como verbo de emoción. Cualquiera podría confundirse con facilidad; no obstante, la comparación está incompleta, pues en realidad, la comparación sería entre desvivirse y desvivirse por, con todo y preposición.

En realidad, desvivirse por es toda la estructura verbal que expresa el significado emocional. Por lo tanto, este verbo no solo es pronominal (que no lo podemos conjugar sin el pronombre correspondiente), sino que también es un verbo de régimen preposicional, es decir, para utilizarlo gramaticalmente siempre tiene que aparecer la preposición, en este caso, la preposición por. De lo contrario, obtendremos secuencias que rompen con las reglas de la gramática, pues nadie que domine el español enunciaría “Píter se desvivió Javier” o “Píter desvivió por Javier”, para expresar el significado emocional, pues sabe de antemano que la estructura gramatical es “Píter se desvivió por Javier”.

Una vez más estos hechos revelan las complejidades gramaticales de nuestra lengua, pero lo más asombroso es que se trata de fenómenos que hemos interiorizado plenamente y que ejercemos sin dificultad alguna. Creo que, con frecuencia, nos sorprende la asombrosa gramática de otras lenguas, pero casi nunca nos detenemos a reflexionar en las maravillas de nuestra propia lengua, precisamente porque ya dominamos esos fenómenos extraordinarios, al punto que nos parecen imperceptibles. Como todo en la vida, el secreto está en detenerse un poco y contemplar con calma lo que hablamos y cómo hablamos. Finalmente, la vida es contemplarse a sí mismo (como un verbo reflexivo) y contemplar a los demás, como si se tratara de un verbo transitivo, pero de ello conversaremos después.


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