El problema de la ética ambiental antropocentrista y el cambio de paradigma ecocentrista | Ambientalistas por: Daniela Alanis Hernández y Victor Hugo Salazar Ortiz - LJA Aguascalientes
21/11/2024

La vigésima sesión del Seminario Permanente de Ética Ambiental y Animal, organizada por el Dr. Victor Hugo Salazar Ortiz, profesor del Dpto. de Filosofía de la UAA, se llevó a cabo el pasado viernes 13 del presente, y contó con la honorable participación del Dr. César Nava Escudero, investigador titular en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, así como licenciado en Derecho por la misma institución y doctor por The London School of Economics and Political Science. Ha publicado libros importantes como Los derechos de los animales: una visión jurídica (UNAM, 2023), Derecho internacional ambiental: dogmática y tutela ambientales (Porrúa, 2021), Estudios ambientales (UNAM, 2018) y Debate jurídico ambiental sobre los derechos de los animales (UNAM, 2015), que cabe señalar es el primer libro en materia de derecho animal escrito en México.

La ponencia del Dr. Nava se tituló “Los animales en las éticas ambientales”, y comenzó con una breve presentación de la ética ambiental, subdisciplina surgida a finales de los años 60 del siglo XX como rama de la filosofía moral, la cual aportó dos teorías principales: una teoría del valor antropocéntrica, que explica que los seres humanos son los únicos considerados con valor moral, mientras que los seres no humanos tienen valor en tanto sirven como instrumento y son útiles para los intereses antropocéntricos; y la otra, una teoría del valor no antropocéntrica, que señala lo contrario: los seres humanos no son los únicos con valor moral, sino que este puede extenderse a los demás entes que cohabitan la Tierra.

Dicho esto, el Dr. Nava planteó las implicaciones de estas perspectivas sobre las leyes de nuestro país, pues, las políticas establecidas en torno a la protección de los animales y del medioambiente han recaído en un antropocentrismo normalizado, desde el cual el cuidado de la naturaleza vale la pena en la medida en que ayude a la humanidad a subsistir y sobrevivir ante la destrucción continua de la misma. Este paradigma conservador, según el profesor Nava, solamente puede ser transformado por un verdadero cambio impulsado por la ética no antropocentrista. Esta perspectiva se presenta en frases como “la Tierra es nuestra única casa y hay que cuidarla” o “dejémosles un mejor mundo a las futuras generaciones”, y si bien son parte de un discurso que parece tener las mejores intenciones, el Dr. Nava hace una precisión importante: el cuidado de la naturaleza se fomenta desde la perspectiva del afectado; es decir, nos importa porque su daño nos perjudica, no porque la consideremos valiosa por sí misma. Esto puede parecer beneficioso en una primera instancia, ya que por medio de la visión antropocentrista se han realizado cambios que han favorecido la protección de animales y ecosistemas; sin embargo, estos cambios son mínimos comparados con los que se podrían realizar desde una perspectiva diferente, pues la visión antropocentrista topa con pared en el momento en el que la humanidad deja de ser el mayor beneficiario. Han sido siglos y siglos en los que los seres humanos nos hemos dedicado a saquear los recursos del planeta para nuestro propio interés, sin pensar en las consecuencias negativas para el mundo que esto tendría a largo plazo. Claro, los efectos al inicio eran prácticamente imperceptibles; sin embargo, con la globalización y el incremento en la extracción de bienes naturales, los terribles resultados de esta explotación desmedida son ya innegables. La humanidad, que hizo cuanto pudo con tal de crear un “mejor futuro”, se ha encaminado hacia una vía muerta. ¿Y esto por qué? Porque la Naturaleza (con mayúscula, porque ella contiene todo lo biótico y abiótico en el planeta) siempre fue y ha sido un medio para un fin, una herramienta, el gran supermercado para los humanos.

A propósito, el doctor Nava también declaró que “el hecho de discutir estas éticas ambientales no quiere decir que no haya más corrientes de pensamiento”, y prosiguió la conferencia con una breve explicación acerca de las cuatro grandes éticas ambientales que entran en la discusión internacional: el antropocentrismo, el ecocentrismo, el ambiocentrismo y la sabiduría ancestral-sagrada, mismas que se vinculan a una serie de corrientes de pensamiento como las de los cornucopianos, los intervencionistas, las eco-feministas, lo anarquistas, etc., y que pueden o no comulgar con las ideas de ciertas éticas ambientales. No obstante, como ya se señaló anteriormente, a pesar de la gran variedad de corrientes, lamentablemente “las que han dominado en las políticas públicas han sido el antropocentrismo y, en menor medida, el ecocentrismo”.

De hecho, son estas dos éticas las que más se han vinculado con el derecho y las políticas en torno a la protección de los animales, aunque, por supuesto, la imperante ha sido la antropocentrista, que a través de las normas jurídicas les ha otorgado denominaciones como “especies”, “fauna”, “poblaciones”, “ejemplares”, “especímenes”, siempre desde la noción de instrumentalización. Como señaló el profesor, la ética antropocéntrica “modula, avanza, disminuye un poco el dolor de los animales” porque los considera “seres sintientes”, pero eso “no cambia su estatus jurídico, porque siguen siendo usados como bienes”. Para el Dr. Nava, el nombre “ser sintiente” es “sólo un discurso o narrativa diferente, una descriptiva que caracteriza al animal como una cosa viva y sintiente, pero que se queda ahí”.

Pero también hay una contraparte: la ética ecocéntrica, que se presenta como la verdadera posibilidad de cambio de paradigma, ya que busca evitar los contrasentidos; es decir, que deje de tratarse a los animales como cosas a pesar de ser considerados “seres sintientes” , y que en su lugar se les reconozca como seres con valor intrínseco, a partir de un “extensionismo moral contundente que tiene consecuencias jurídicas y políticas importantes”. No obstante, para el ecocentrismo, este valor moral no se confiere únicamente a los animales, sino que es una característica intrínseca de la Naturaleza en su completitud, por lo que al otorgarle derechos, se le otorgan a todos los seres y entes que la conforman.

Aquí es donde comienzan a aparecer discusiones acerca de los límites de ecocentrismo: ¿cómo implementar normas jurídicas para seres bióticos y abióticos? ¿pueden adaptarse las posturas ecocéntricas al problema de las necesidades básicas humanas no resueltas en países donde la alimentación se limita a lo disponible (lo que incluye la mayoría de las veces carne) y donde el veganismo es aún un privilegio? Sin duda, el dominio antropocéntrico no puede seguir prevaleciendo, pero sigue siendo necesario que se establezcan parámetros claros desde el ecocentrismo para que el verdadero cambio de paradigma pueda ocurrir. Esto no es sencillo, ya que hay una serie de factores económicos, sociales y culturales implicados que no permiten el avance de estas nuevas ideas, sumado al hecho de que está involucrada también la voluntad de los individuos a acatar leyes que, por una u otra razón, no comulgan con su ideología, de modo que se necesitan alternativas que permitan el avance de una perspectiva preservacionista (no conservacionista).

Es aquí donde entra en juego la empatía humana. Puede ser que las ideas del ecocentrismo no sean aplicables a todos los contextos; sin embargo, no todas las acciones humanas se justifican bajo la premisa de las “necesidades básicas”. Hay que empezar a separar las necesidades de las necedades. Tomar refrescos o cerveza, por ejemplo, no es una necesidad, es un gusto al que puede renunciarse sin afectar nuestra salud (por el contrario, le haría un gran bien) y sin duda le haríamos un favor al planeta dejando de secar mantos acuíferos para la sustracción de agua que, en gran parte, se va a la industria a la que le importa poco si un ecosistema se acaba. Aunque esto parezca casi imposible, por ahora, vale la pena reflexionar qué tan dispuestos estamos a dejar de colocarnos en el centro del mundo y a pensar en el mundo natural sobre el que caminamos, que nos mantiene vivos y sin el que somos nada.

Para consultar la conferencia, visite el siguiente enlace: https://youtu.be/26kQHLwHfGY?si=gF1rHDXGEQz5q8Xt.



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