El 5 de agosto Kamala Harris se convertirá en la segunda mujer en la historia que dispute el alto cargo de ser candidata a conducir los destinos del país que, hasta ahora, es aún el más poderoso del mundo.
El partido demócrata dejó de estar arrinconado y a la defensiva, tras la renuncia de Biden a la candidatura a la presidencia por el partido demócrata y el apoyo total a Kamala, la elección tomó un rumbo totalmente distinto.
Kamala ha logrado “resetear” la campaña debido a sus cualidades personales, su juventud en comparación a su contendiente Trump. Ella 59, Donald Trump 78 años.
Más allá de eso, la diferencia fundamental es lo que representa cada uno de ellos. Harris representa la diversidad del país, que al final es la nueva realidad norteamericana. Trump representa la derecha que excluye de sobremanera a los grupos emergentes en los Estados Unidos y la intolerancia.
Harris inicia la batalla cultural por hacer visible y enarbolar las aspiraciones de los diferentes grupos sociales representados por norteamericanos con origen asiático, la comunidad LGTBIQ, comunidad latina, americanos de clase media y mujeres en general que viven en la unión americana.
No es gratuito el fenómeno que despertó con la avalancha de apoyos en donaciones, en menos de 24 horas recaudó casi 50 millones de dólares una vez confirmada su postulación. Las tres cuartas partes de los apoyos fueron de americanos y americanas que por primera vez hacían una donación a algún candidato o partido político.
44 mil mujeres negras fueron las primeras en donar un millón de dólares. Al día siguiente 200 mil mujeres blancas donaron 8.5 millones de dólares, y así sucesivamente hasta lograr en el mes de julio 310 millones de dólares, casi el doble que recaudó Trump a pesar del atentado recibido y que generó apoyos extraordinarios hacia su candidatura.
La vitalidad y energía de Kamala tiene a Trump anonadado sin atinar a contestar respuestas y negándose a entablar un debate con ella. Trump que no pierde la oportunidad para confrontarse con quien lo provoque, hoy con Kamala no atina a dar algún tipo de respuesta asertiva.
Aún con su buen inicio, Kamala apenas va a empezar a enfrentar los verdaderos desafíos. El primero es decidir quién va a ser su vicepresidente que es quien puede acercar a grupos claves en el apoyo a la candidata.
El segundo es afinar un discurso que sea de avanzada pero que no asuste a las capas sociales conservadoras que todavía tienen fuerte presencia y que son influyentes en estados afines a los republicanos.
Otro desafío será cómo empatar las posiciones de grupos de izquierda que son muy activos y que han tenido mucha identidad con Bernie Sanders dentro y fuera del partido.
Sortear las críticas que van a estar presentes sobre su decidida posición pro Isralí, su paso como fiscal de California, más otras más que se irán agregando. Pero el más complejo que es suma de todo lo anterior, es poder mantener e incrementar el entusiasmo que ha despertado hasta el final de la campaña, porque su contendiente es un hueso muy duro de roer y los obstáculos que se presentarán en el camino no serán menores.
@normaglzz