En la anterior columna escribimos sobre el “personal estilo de gobernar”, señalamos el “ADN” gregario que, como mexicanos, cargamos desde nuestros pueblos originarios. Quizá, y aun en este siglo XXI, no terminamos como país de salir de ese “laberinto de la soledad” en el que habitamos y que retrató en su obra Octavio Paz, donde de alguna manera nos describe y responsabiliza de algún modo de nuestro sometimiento y, a veces, de nuestra autodestrucción y distracción.
Con cada cambio de gobierno, ya sea municipal, estatal o federal, la mayoría de quienes resultan electos para dirigir políticamente desde cualquier municipio, estado o el ejecutivo federal, se suponen tocados por la mano de Dios y destinados a reinventar el espacio donde les tocará gobernar por un breve periodo de tiempo (tempus fugit); muchas veces acompañados por gente sin experiencia y dotados de rayos divinos de ocurrencias, sobre todo en lo municipal y en lo estatal.
En esta ocasión, en el ejecutivo federal, por las evidencias y trayectoria personal, académica y política de quien asumirá la primera magistratura, la Dra. Claudia Sheinbaum, al parecer no tratará de reinventar a la nación, sino de continuar con un proyecto de gobierno humanista, alejado del neoliberalismo que sumió a buena parte del mundo en una época de desigualdad social y económica como nunca antes se había registrado en la época moderna de nuestra historia, mal del cual nuestro país fue un claro ejemplo de los terribles resultados para la mayoría de los mexicanos, que no pertenecen a esas élites voraces y sin patria.
Hoy se está discutiendo en el mundo político, (al ciudadano de a pie al parecer poco le importa), el tema de una supuesta sobrerrepresentación legislativa como si, en los hechos, fuera la primera ocasión en que la mayoría del Congreso está en consonancia o alineado con el ejecutivo federal. Si tenemos memoria para no irnos muy atrás, durante el sexenio de Peña Nieto, el PRIAN hizo y deshizo legislativamente lo que quiso, de acuerdo a los dictados del gran capital, que ponía por encima de todo el profit de sus estados financieros y los pingües negocios con funcionarios corruptos, algunos de ellos hoy en prisión.
Tuvo ese PRIAN la oportunidad de poner candados a ese posible fenómeno, no lo hizo para así seguir usufructuando su modelo neoliberal de saqueo a los recursos de la nación.
Hoy, por qué tendría que detenerse la construcción de ese “segundo piso” del que habla la Dra. Sheinbaum, mediante un modelo de gobierno humanista donde se ha logrado , según el informe de 2023 del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), una reducción de la pobreza en México significativamente de 2018 a 2022. Durante este periodo, más de 5 millones de mexicanos salieron de la pobreza, lo que representa una disminución del 8.2% en la tasa de pobreza nacional. Este logro se atribuye en gran medida a las políticas de bienestar social implementadas, que han priorizado la redistribución de recursos y el acceso a servicios básicos.
¿Por conservar los privilegios de esas élites que hoy, mediante el voto popular, han sido desplazadas de sus posiciones ventajosas para ellos y sus socios, donde se han enriquecido de manera grosera, por decir lo menos ?
Esperemos que con el perfil de la Dra. Sheinbaum, cimentando ese humanismo mexicano, volteemos hacia algo trascendente e importante como es el sistema educativo, que, como se ha demostrado en varias naciones asiáticas, que recientemente han logrado prosperidad compartida para la mayoría de sus ciudadanos, a través de fortalecer y apostar como un factor primordial a la educación de excelencia y calidad para todos sus habitantes.
Si existe una forma de salir de esos laberintos, seguramente será el de la “ilustración”. Esperemos que esa recién anunciada Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación, la cual dirigirá también una científica reconocida y con experiencia como lo es la Dra. Rosaura Ruiz Gutiérrez, pueda servir de tractor para redirigir el talento y capacidad de nuestros estudiantes e investigadores de educación superior, hacia resultados tangibles en la ciencia y tecnología para los ciudadanos, pymes y mipymes en nuestro país.
Hoy, por ejemplo desafortunadamente, según el informe de 2023 del QS World University Rankings, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) es la única universidad mexicana que se encuentra entre las 100 mejores universidades del mundo, ocupando el puesto 94. Además, el Tecnológico de Monterrey se ubica en la posición 185. De las miles de universidades e instituciones de nivel superior registradas en México, solo estas dos instituciones están entre las 200 mejores del mundo, lo que refleja tanto el potencial como los desafíos que enfrenta el sistema de educación superior en el país.
Así mismo datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en 2022, solo el 22.5% de la población mexicana de 25 años o más había completado una educación superior. Este porcentaje es bajo en comparación con otros países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), donde el promedio es del 39%. Este dato subraya la urgente necesidad de fortalecer y expandir el acceso a la educación superior en México para mejorar la competitividad y el desarrollo del país.
Sin duda, un gran reto que tendrá esta nueva secretaría será llevar a nuestra educación superior a ser competitiva en este nuevo mundo de inteligencia artificial que gira cada día más rápido en el tema del conocimiento.
Así es que dejemos de distraernos con los neoliberales extraviados, que hoy se disfrazan de rosa, para ocultar su verdadero color y que hacen ridículos como pasar del #inenosetoca a ir con cartulinas y grenetina que no cuajó, a tomar y presionar a ese instituto que ellos diseñaron y que hasta hace poco defendían.
“Toda la historia de México desde la Conquista hasta la Revolución puede verse como una búsqueda de nosotros mismos, deformados o enmascarados, con instituciones extrañas y de una forma que nos exprese”: Octavio Paz.