“La modernidad líquida es una condición en la que ninguna forma social tiene tiempo para solidificarse porque todo se derrite antes de que pueda completarse”: Zigmunt Bauman.
Estimado lector de este reconocido medio LJA.MX con el gusto de saludarle como cada semana, quiero expresarle mi gratitud por darse el tiempo para leer estas palabras, insisto y replico que sin su lectura esta columna no tendría sentido. En esta ocasión quiero abordar un tema que posiblemente sea hipersensible para muchas personas, pues hablar de la degradación social implica exponer sin velo algunas aristas que exponen la repugnancia de las circunstancias.
Cada momento tiene sus características, y aunque las sociedades tienen procesos cíclicos en los que evidentemente hay ciertas coincidencias, es ineludible entender que este tiempo social se distingue y se caracteriza por su fragilidad, por lo endeble de su existencia. Ha caído en la intersubjetividad de la auto interpretación, carece de esencia y de rumbo en el ocaso que representa el desarrollo humano, estamos en un momento en donde se habla de los derechos humanos, pero se legaliza el aborto, en donde la gente ha cerrado la mirada al mundo para ver en cámaras de eco lo que el solía ser, o lo que es peor aún, lo que alguien más dice que es el mundo.
Es imperante entender todo lo que está pasando en el mundo, todo cambia, pero eso no significa que el ser humano y las sociedades estén destinadas a perderse, a degradarse, a ser su peor versión. No es posible que la democracia de México esté como está y la gente participe más en un programa como La Casa de los Famosos, eso es una burla, ¿acaso es la reseña de que al pueblo pan y circo? Otro ejemplo completamente equiparable a lo que sucede, fue la apertura de los Juegos Olímpicos en donde el espectáculo sobrepasó la razón y lo asequible para rayar en lo burdo y en la estridencia mediática.
La Casa de los Famosos en México es un programa en donde participan personas “famosas” y están encerradas en una casa en donde se hace una transmisión en vivo todo el tiempo, literal, la gente está más al pendiente de si uno de los participantes hace algún baile chistoso versus a lo que está pasando en temas de seguridad en el país. Yuval Noah Harrari alude en su obra Sapiens al ciclo negativo al que estamos expuestos los seres humanos como sociedad, no obstante la crítica no radica en exponerlo, sino en que nadie hace nada, las instituciones académicas son una pantomima que funciona de manera sistemática a la lógica del capital, es decir, generan deuda para proporcionar un falso sentido aspiracional de ingreso, pero al mismo tiempo el esquema de proporcionalidad de las empresas o incluso del gobierno radica y estriba en el nivel académico de las personas.
“Vivimos en un mundo de redes, no de estructuras. No hay jerarquías, sino conexiones”: Zigmunt Bauman.
Sin duda alguna es un círculo vicioso que adentra a las personas en una degradante dinámica propia del mito de Sísifo sin la trascendencia filosófica imperante. Bauman refería que la sociedad es cada vez más cambiante, y eso lo mencionó hace más de tres décadas, refería que somos como una tripulación de un avión en donde no hay piloto, pero en donde nadie hace absolutamente nada por darle rumbo al avión. Lejanamente de la objetividad las ideologías de género y la polarización de la política en supuestas izquierdas y pretendidas derechas aterriza a las sociedades en la degradación especulativa de creer en algo sustentado en hombres de paja, me refiero a creencias ajenas al criterio individual, las sociedades están viendo la sombra de la sombra, ya ni siquiera es la temprana intención de la alegoría de la caverna de Platón.
“La felicidad es lo que todos queremos, pero su búsqueda a menudo nos deja insatisfechos, porque la definimos en términos materiales, olvidando que es más un estado de ánimo que una posesión”.
La degradación social es como un majestuoso árbol que, a lo largo de los años, ha sido devorado lentamente desde adentro por termitas invisibles. Por fuera, aún parece erguido y fuerte, pero sus raíces se pudren y sus ramas se vuelven quebradizas. Eventualmente, cuando sopla un viento lo suficientemente fuerte, todo lo que queda es un tronco hueco que colapsa en un montón de polvo, revelando que su grandeza ya no era más que una frágil ilusión.
¿ChatGPT cuál es el futuro apocalíptico que se vislumbra para la decadencia de la sociedad?
A medida que avanzamos en 2024, la degradación social se manifiesta en múltiples frentes: desigualdades crecientes, crisis políticas y una erosión de la cohesión comunitaria. Estas tendencias sugieren un posible futuro apocalíptico, donde las disfunciones sociales exacerban las crisis existenciales.
Desigualdad y Polarización
Uno de los síntomas más preocupantes de la degradación social es el aumento de las desigualdades económicas y sociales. La brecha entre ricos y pobres se ensancha, con consecuencias devastadoras para la cohesión social. Las comunidades más desfavorecidas enfrentan escasez de recursos, mientras que las élites económicas acumulan riqueza, lo que alimenta un ciclo de resentimiento y división. En un futuro apocalíptico, esta disparidad podría desembocar en conflictos generalizados, disturbios y una fragmentación social sin precedentes.
Crisis Política y Desconfianza Institucional
La pérdida de confianza en las instituciones es otro signo alarmante. En 2024, la corrupción, la falta de transparencia y la ineficacia de los gobiernos han minado la fe pública en la capacidad de las autoridades para resolver problemas. En un futuro distópico, esta desconfianza podría dar lugar a un colapso institucional, donde el vacío de poder es llenado por facciones extremistas o líderes autoritarios. La anarquía y la inestabilidad política podrían convertirse en la norma, exacerbando el caos social.
Estimado lector, esperemos que la inteligencia artificial se equivoque y que la inteligencia humana se reivindique.
In silentio mei verba, la palabra es poder.