“Quien controla el pasado, controla el futuro, quien controla el presente, controla el pasado”
Estimado lector de LJA.MX con el gusto de saludarle como cada semana, quiero aprovechar en esta ocasión para reiterarle mi agradecimiento por su tiempo y atención para dar lectura a esta columna. Quiero abordar una reseña sobre la obra de George Orwell 1984, en días anteriores en el café filosófico que tenemos en Creatoria socializamos el vínculo que existe entre lo que se plasmó en 1948 como una distopía y lo que está pasando en estos días, resulta paradójico encontrar todas las coincidencias, las cuales nos llevan a replantearnos sobre varios aspectos como lo son la libertad, la filosofía del lenguaje, el dinamismo del sistema y el modo coercitivo que tenemos los humanos.
1984 es una novela distópica escrita por George Orwell, publicada en 1949. La historia se desarrolla en un futuro totalitario donde el gobierno, encabezado por el Gran Hermano, controla todos los aspectos de la vida de las personas, desde su pensamiento hasta su comportamiento. El protagonista, Winston Smith, trabaja en el Ministerio de la Verdad, donde se encarga de reescribir la historia para alinearla con la propaganda oficial. A lo largo de la novela, Winston lucha contra el control opresivo del Estado, pero finalmente es derrotado, tanto física como mentalmente
La obra del célebre autor es un reflejo puntual y objetivo de lo que fue el fascismo y el nacismo, su contexto histórico, su reseña secular y propiamente la descripción férrea de lo que implica un sistema diseñado para el control absoluto y total de las personas, por medio de medidas limitativas a la interacción y en el despojo de la libertad tanto física como mental. Independientemente de la diferencia del momento histórico, es palpable dilucidar las semejanzas que coinciden.
Uno de los modos de establecer el control sobre las personas y tiene que ver con el trabajo que tiene Winston Smith, el personaje principal, consiste en mutilar, erradicar, cortar, extinguir las palabras, y es que en pleno siglo XXI, posiblemente el momento de mayor acceso a la información, los seres humanos optamos por géneros musicales como el reguetón, el cual se caracteriza por limitar las palabras y o decirlas incompletas, en el contexto de la comunicación digital, utilizamos emojis, emoticones, expresiones como bns,tqm, gpi, entre otras, para expresarnos.
“Después, algún cerebro privilegiado del Partido Interior elegiría esta o aquella versión, la redactaría definitivamente a su manera y pondría en movimiento el complejo proceso de confrontaciones necesarias. Luego, la mentira elegida pasaría a los registros permanentes y se convertiría en la verdad”: George Orwell.
Tal y como lo menciona el filósofo Byung Chul Han, la vida se puede percibir de un modo simplista, el cual no significa que no tenga trascendencia o sentido, por el contrario, el filósofo tiende a cumplir su existencia ante los reiterados análisis que realiza a fin de entender los sistemas o los dinamismos sociales. En la obra de 1984 existe una policía del pensamiento, un Ministerio de la Verdad, sistema que vigila todo el tiempo, en todos lados, tiene un esquema que controla la narrativa histórica y del mismo modo el sistema va mutilando todos aquellos hechos que convienen a los propios intereses.
Sin duda alguna el devenir y el decurso del tiempo son la reseña de cómo se ha presentado la historia, un modo de interpretarla es a través de la perspectiva del poder tal cual lo mencionaba Michael Focault, vinculado a la obra es el modo más concreto de analizarla. De un modo secundario se pudiese analizar bajo la tesitura del movimiento pendular que existe entre el idealismo y el materialismo. En tanto que el libro es un esquema cartesiano que alude a las posibilidades que tenemos las personas en un contexto individual. El sistema proporciona materialmente lo necesario para prevalecer el orden y el funcionamiento que él mismo plantea. Un estado benefactor, controlador, autoritario, el cual prohíbe los nombres e impone a que todos se digan camaradas.
“La guerra es la paz,
La libertad es la esclavitud
La ignorancia es la fuerza”.
Solo lo que está dentro del sistema del Gran Hermano y está validado por él puede confluir como lo correcto, todo lo demás resulta ser una amenaza, el amor, los nombres, las aspiraciones, la búsqueda de la verdad, el conocimiento en sí, no se hable del pensamiento crítico, mucho menos de la filosofía.
Estimado lector, es evidente el apego que tenemos con los dispositivos móviles, los algoritmos pueden vincular 5000 puntos de coincidencia de nuestros gustos y preferencias, las redes sociales nos permiten vigilarnos a cualquier hora, en cualquier momento, son las pantallas individuales que son más que necesarias para interactuar en el sistema económico, político, social. ¿Existe la libertad? ¿Podemos ir a donde nosotros queramos? Si nuestra cuenta bancaria lo permite, sí. ¿Podemos decidir dejar de trabajar? El 90% de la población jamás podría hacerlo, y para entrar teorías conspiratorias ¿Quiénes son los que están detrás del poder? ¿Quién controla el sistema?
En cuanto al contexto actual, 1984 sigue siendo relevante debido a los temas que aborda, como la vigilancia masiva, la manipulación de la información, y la erosión de la privacidad y la libertad individual. En un mundo donde la tecnología avanza rápidamente, hay preocupaciones sobre cómo los gobiernos y las corporaciones pueden utilizar estos avances para controlar o influir en las personas. Conceptos como la “posverdad” y la “vigilancia estatal” resuenan fuertemente con la visión que Orwell presentó en su obra, haciendo que 1984 continúe siendo una advertencia poderosa sobre los peligros del totalitarismo y la pérdida de las libertades fundamentales.
El planteamiento se extiende de un modo excelso, al final de cualquier situación, creo firmemente que los seres humanos tenemos bajo una postura estoica existencialista de poder resignificar lo que sucede para que el sentido de la vida pueda ser más afable, para que cada paso, cada segundo, cada beso, cada caricia, cada poema, cada victoria y cada derrota, vaya más allá de la estructura de un sistema.
In silentio mei verba, la palabra es poder.