La salud: breve historia de un concepto | El peso de las razones por Mario Gensollen - LJA Aguascalientes
21/11/2024

La salud y la enfermedad no son simples antónimos. La salud no se reduce a la ausencia de enfermedad, ni la enfermedad se reduce a la ausencia de salud. La cuestión es más compleja: puede haber personas saludables -o que podamos decir que tienen buena salud- a pesar de tener una enfermedad; de igual modo, puede haber personas poco saludables -o que podamos decir que no tienen una buena salud- aunque no tengan ninguna enfermedad específica. Es ésta la razón por la cual conviene trataremos los conceptos de salud y enfermedad por separado.

La salud es un concepto fundamental tanto en la medicina como en la filosofía, y ha sido interpretado de diversas maneras a lo largo de la historia. Las concepciones descriptivas y normativas de la salud –i.e., la salud vista como un estado natural del cuerpo o como una condición deseable que debemos esforzarnos por alcanzar, respectivamente- han estado presentes en las teorías médicas y filosóficas desde la Antigüedad hasta la Edad Moderna, donde se observa una estrecha relación entre la salud física y la salud mental (o del alma, o del espíritu). Diferentes culturas y épocas han abordado la naturaleza de la salud: desde la teoría del qi en la antigua China, hasta la teoría humoral griega y los desarrollos fisiológicos y psicoterapéuticos recientes. Recorramos muy brevemente esta historia.

En la antigua China, la salud se entendía como un proceso continuo de equilibrio y cultivo del qi, la fuerza vital que permea el universo y el cuerpo humano. Durante los periodos de los Estados Combatientes y las dinastías del Norte y del Sur, los textos filosóficos y médicos no usaban un término específico para “salud”, pero se referían a la longevidad y el bienestar a través de la conservación y nutrición del qi. La práctica de ejercicios respiratorios y de meditación, así como una dieta equilibrada y el autocontrol emocional, eran vistos como esenciales para mantener la salud y prolongar la vida. El Guanzi -atribuido a Guan Zhong- y el Zhuangzi -atribuido a Zhuangzi- fueron dos textos fundamentales en la filosofía china que ofrecían enfoques complementarios sobre cómo el cultivo del qi podía llevar a la sabiduría y la virtud, enfatizando la importancia de la serenidad y la conexión entre el cuerpo y el cosmos. Los textos médicos de esta época sistematizaron estas prácticas en teorías más estructuradas, que posteriormente influyeron en la medicina tradicional china.

El pensamiento médico en la Antigüedad clásica se caracterizó por una fusión de la filosofía griega con la práctica médica, lo que dio lugar a una visión holística de la salud. Los médicos y filósofos griegos desarrollaron teorías sobre los cuatro humores y su equilibrio como fundamento de la salud. La teoría humoral influyó profundamente en la medicina occidental durante siglos, destacando la importancia de la dieta, el ejercicio y el ambiente en el mantenimiento de la salud. Además, los textos médicos de la época, como los de Rufo de Éfeso y Sorano de Éfeso, incorporaron observaciones clínicas detalladas y prácticas terapéuticas que incluían tanto tratamientos dietéticos como quirúrgicos. 

Los filósofos y médicos árabes del periodo medieval, como al-Fārābī y Avicena, consideraban que la salud completa de una persona dependía de la armonía entre el cuerpo y el alma. Discutieron también la importancia de mantener un equilibrio entre los humores y entre las fuerzas vitales, conceptos heredados de la medicina griega y adaptados al contexto islámico. Las obras éticas árabes promovían una vida virtuosa y moderada como camino para alcanzar la salud, integrando la medicina con la filosofía y la teología. Además, enfatizaban que el bienestar espiritual era fundamental para la salud física. Las prácticas recomendadas incluían la meditación, el control de las pasiones y el cultivo de la virtud. Los textos médicos ofrecían diagnósticos y tratamientos para enfermedades físicas, y también consejos para mantener la salud mental y emocional, mientras destacaban la importancia de la tranquilidad y la serenidad. Este enfoque holístico reflejaba una comprensión profunda de la naturaleza interconectada del cuerpo y la mente, y la influencia mutua entre ambos. La visión integradora de la salud en la tradición árabe medieval muestra una rica intersección de conocimientos médicos, filosóficos y religiosos que buscaban el bienestar total del individuo.

Durante el Renacimiento, la salud no sólo se entendió en términos médicos, sino también como un estado integral que incluía connotaciones tanto médicas, como políticas y religiosas. El término latino salus encapsulaba estos diversos significados, abarcando la salud física, la seguridad y la salvación espiritual. Los médicos del Renacimiento, como Marsilio Ficino, integraban la medicina con la filosofía, argumentando que el bienestar emocional y mental era esencial para la salud física. Este periodo también se consideró la importancia de la higiene, con énfasis en la limpieza, la dieta y la moderación, como medios para mantener la salud. Así, la concepción de la salud durante el Renacimiento reflejaba un reconocimiento de la importancia de la prevención y el cuidado personal.

Durante el siglo XVII, la idea de la salud estaba estrechamente ligada a los conceptos de virtud, tranquilidad y felicidad. Los filósofos de la época consideraban que la salud del cuerpo facilitaba una mente saludable, y aunque era posible mantener una buena vida con disciplina mental, se reconocía que un cuerpo saludable ofrecía ventajas significativas. Este periodo no representó una ruptura completa con el pasado, sino más bien una continuidad con la sabiduría antigua. La Revolución Científica del siglo XVII introdujo nuevas formas de entender la salud, integrando métodos empíricos y experimentales. 

Durante el siglo XVIII, la salud comenzó a ser entendida no sólo como la ausencia de enfermedad, sino también como un estado positivo de bienestar. No obstante, se introdujeron los conceptos de normalidad y desviación patológica a causa del avance de la anatomía y la fisiología. Este enfoque buscaba describir las funciones del cuerpo y cómo su interrupción o desvío indicaban enfermedad. La salud, en este sentido, se entendía como el correcto funcionamiento fisiológico y anatómico del cuerpo.

Desde el siglo XIX hasta el siglo pasado, la salud se entendió cada vez más como un estado que abarca tanto el bienestar físico como el mental. Esta visión integradora refleja una comprensión profunda de la conexión entre el cuerpo y la mente. Algunos desarrollos durante esta época dieron lugar a nuevos paradigmas en la salud mental y física, destacando la importancia de factores biológicos, psicológicos y sociales en la definición y el mantenimiento de la salud. En particular, en la actualidad el concepto de salud positiva ha ganado adeptos que promueven la idea de que la salud no es simplemente la ausencia de enfermedad, sino un estado de completo bienestar. Las teorías contemporáneas también examinan la influencia de factores socioeconómicos y ambientales en la salud, reconociendo que las desigualdades sociales pueden tener un impacto significativo en el bienestar de los individuos. Estos enfoques integradores buscan abordar la salud de manera holística, considerando todos los aspectos de la vida de una persona y su entorno.


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