La naturaleza de la salud | El peso de las razones por Mario Gensollen - LJA Aguascalientes
21/11/2024

Existen al menos cuatro posiciones generales sobre la naturaleza de la salud: el neutralismo, el naturalismo, el normativismo y el hibridismo; y cada una de ellas enfrenta desafíos y críticas específicas. Veamos brevemente una a una.

En primer lugar, el neutralismo sostiene que la salud es sólo la ausencia de enfermedad. Este enfoque, que podríamos denominar negativo, es sencillo y directo: una persona está sana si no tiene ninguna enfermedad diagnosticable. Sin embargo, es precisamente debido a su simplicidad que ha generado críticas categóricas. El neutralismo sobre la salud ignora factores importantes como el bienestar mental, social y emocional. Sin embargo, estos aspectos son cruciales para una vida plena y satisfactoria. Además, el neutralismo no contempla situaciones en las que una persona puede no estar sana y no tener enfermedades diagnosticables; e.g., debido al estrés crónico o a la falta de sentido de pertenencia. Esta limitación lleva a cuestionar si el neutralismo puede realmente capturar toda la complejidad de lo que significa estar sano.

En segundo lugar, el naturalismo propone que la salud debe definirse en términos de la funcionalidad biológica normal de un organismo. Así, la salud consiste en el funcionamiento eficiente de los sistemas biológicos, medido en comparación con una referencia estadística de normalidad para una población específica en términos de edad y sexo. Aunque el naturalismo aporta un marco claro y objetivo, enfrenta el problema de definir qué constituye una referencia adecuada. ¿Qué sucede, por ejemplo, cuando las normas biológicas varían ampliamente dentro de una población? Además, el naturalismo tiene dificultades para abordar condiciones que son biológicamente anormales pero no perjudiciales, como tener el pelo rojo o ser más alto que el promedio. Estos casos desafían la idea de que toda desviación de la norma biológica debe considerarse una enfermedad.

En tercer lugar, el normativismo introduce una dimensión valorativa en la definición de la salud. Esta posición reconoce que no todas las desviaciones biológicas son malas y que algunas condiciones son problemáticas únicamente porque afectan negativamente la vida del paciente. Este enfoque tiene una intuición atractiva, dado que permite considerar el contexto social y personal en la evaluación de la salud. No obstante, también enfrenta importantes desafíos. Por ejemplo, debe definir claramente de quién son los valores que importan: ¿son los del paciente, los de la sociedad en general o los de un estándar moral objetivo? La subjetividad de los juicios de valor puede complicar la consistencia y la universalidad en la aplicación del concepto de salud.

Por último, el hibridismo busca combinar lo mejor del naturalismo y el normativismo en la definición de la salud. Propone que, para que una condición sea considerada saludable, debe ser tanto una funcionalidad biológica óptima como beneficiosa para el individuo. Este enfoque híbrido intenta aprovechar la base objetiva del naturalismo y la consideración de los valores del normativismo. Sin embargo, al intentar integrar ambos enfoques, también enfrenta sus respectivos desafíos. Necesita resolver cómo definir y aplicar adecuadamente las clases de referencia biológica y cómo determinar qué valores deben prevalecer en la evaluación de la salud. El hibridismo, aunque prometedor, debe navegar cuidadosamente para equilibrar estos elementos sin caer en las trampas de la subjetividad extrema del normativismo o la rigidez del naturalismo.

El debate sobre la naturaleza de la salud puede resultar interesante por derecho propio: cada postura ofrece valiosas perspectivas, pero también enfrenta significativos desafíos y críticas. Sin duda, puede ser estimulante intelectualmente para algunos. No obstante, este debate también es crucial para la práctica médica, dado que proporciona una base teórica que guía las decisiones clínicas y éticas de los profesionales de la salud. Definir qué es aquello que se considera un estado de salud afecta directamente la manera en que se diagnostican y tratan las condiciones médicas. Este debate ayuda a esclarecer si una condición debe ser intervenida médicamente o no, lo que impacta en la asignación de recursos, el diseño de políticas de salud y la relación entre médicos y pacientes. Además, abordar las nociones de salud desde perspectivas naturalistas, normativistas o hibridistas permite a los profesionales reflexionar sobre la mejor manera de atender a sus pacientes, considerando tanto los aspectos biológicos, como quizá también los valores y contextos sociales que influyen en su bienestar. Así, reflexionar sobre la naturaleza de la salud no es baladí: no sólo enriquece nuestra comprensión teórica de la medicina, sino que también mejora la práctica diaria al ofrecer un marco para decisiones más conscientes.

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