Un drama en tres actos. Para la historia de una ignominia.
- El oficialismo López-obradorista se admira ante la constatación de que ‘el bloque opositor’ todavía no sale de su estupefacción a causa de la colosal derrota electoral a la que fue sometido el recién pasado 2 de Junio-24, se extraña de que los partidos vanguardistas en la contienda, PAN y PRI, al día de hoy estén separados, debatiéndose cada uno a su interior por recomponer sus respectivos consejos directivos -es decir, permanecen enfocados hacia adentro de su propia organización política-; sin prácticamente mirar hacia fuera los intensos sacudimientos que ocurren en el entorno político nacional, como es el caso particular de la interlocución sostenida en los Foros de Diálogo Nacional sobre la Reforma Constitucional al Poder Judicial, para su eventual reestructuración integral, por un lado. Y, por otro lado, asuntos urgentes tan apremiantes como la determinación jurídico-judicial responsabilidad del INE y, en su turno, del Tribunal Electoral del PJ de la Federación, para calificar oficialmente la validez de la Elección General del 2-Jun; al tiempo que se dictamine la asignación de curules y escaños en el Congreso de la Unión, para configurar legítimamente sus respectivas Legislaturas constitutivas LXVI.
A lo que podemos comentar que, respecto de la primera ‘admiración’, parecieran extrañar la contrafuerza alentada por los tambores de guerra oposicionistas -en su lucha por el poder político supremo de la nación-, que ya perdieron en esta contienda; pero que aquellos quisieran que estos derrotados mostraran su vasallaje y sujeción a la hegemonía renovada, sin chistar. Al no tener de frente esa fuerza de contención a sus ánimos celebrativos, sienten frío por el desaire que les hace el bloque opositor al escudriñar sus entrañas y no ponderar la enorme estatura que alcanza el oficialismo triunfante. Lo que traducido al cristiano significa que, al no gimotear y lamer en público las heridas de su derrota, sustraen al equipo dominante su afán de preeminencia social y gloria histórica. Mancillada gloria si no se traduce en arengas y épicas oraciones.
Punteando el mismo hilo discursivo, los 61.6 millones de mexicanos que no elegimos a Claudia Sheinbaum ni a los contendientes de Morena, seguimos interrogándonos profundamente sobre la legitimidad y pertinencia democrática que implica un asalto así al Estado de Derecho del país. Por ello no festinan su ánimo celebrativo y masivamente aclamativo del segmento triunfante. Asalto al Estado, primero, para salir en éxodo y ganar el “Paraíso Perdido” de los elegidos de Morena. Segundo, y así expulsar del mismo a los ‘adversarios’ del ejército transformista, precisamente instalando un Poder Judicial reducido, en el sentido de autoridad autónoma, ahora hecho subsirviente de su poder central presidencial absolutista.
Esta furia desbocada por imponer su “reforma del Poder Judicial”, junto con las 16 reformas constitucionales de órganos autónomos desconcentrados, sirven de intervención abusiva en contra de la soberanía de los Estados de la Unión, ya que modifica el pacto Federal constitucional, para imponer a la postre -sea dicho sin rodeos- una República Centralista Restaurada. Indicios suficientes para acreditar que tales iniciativas no son para engrandecer a las instituciones de la patria, quede clara constancia; sino que deja entrever desnudamente el objetivo oscuro de su imposición velis nolis/quieras o no, del voluntarismo desquiciado que mandata su real pecho.
Desde su anticipación hegemónica estratégica, prevén que el cambio meta-constitucional que ahora orquestan, sirva a su muy mezquino objetivo de ‘perpetuarse’ indefinidamente en el poder, a costa de la pulverización de la letra y espíritu de la Constitución Política consolidada en 1917.
Resulta extremadamente paradójico que manipulando así, vapuleando así, socavando así, reborujando así (brillante modismo hidrocálido local), saboteando así, dinamitando así el corpus constitucional vigente; en este preciso momento histórico lo están invocando y blandiendo como argumento definitivo para imponer principalmente dos cosas: la sobrerrepresentación legislativa en la asignación de curules y escaños, por el principio de Representación Plurinominal; y la propia deconstrucción del Poder Legislativo. Respecto de la primera, ha salido a la palestra oficialista el ministro en retiro de la SCJN, Arturo Zaldívar Lelo De Larrea, quien en programa televisivo al aire, enderezó una sesuda argumentación contra los adversarios de la oposición que impugnan la fórmula de sobrerrepresentación que está instrumentando Morena en la cúspide de los dos órganos determinantes en materia electoral, el INE y el Tribunal Electoral PJF, calificándola de Golpe de Estado Técnico -en contra de un poder instituido-. Pronunciamiento sentencioso ostensiblemente abusivo, tanto por los sememas que utiliza como el supuesto propósito político buscado, para derrocamiento de un poder. Lo excesivo de su sentencia “intelectual-judicial”, en realidad resulta ser un disparate semántico, así como una paráfrasis política insostenible, vista desde la terminología misma de la propia Constitución tal como es.
Añade, además, una desaforada desvergüenza al defender al mismo tiempo y bajo el mismo aspecto (Principio de Contradicción, Fil.) la “necesaria” destrucción del Poder Judicial como lo conocemos, para hacerlo una dependencia subsirviente del Ejecutivo (¡!), y así sucesivamente con todos y cada uno de los órganos autónomos bajo la guillotina. Ante lo cual sólo queda preguntar: ¿Cuál de los bandos contrarios es mayor pecador uno que el otro?
- Lo anterior, nos sitúa en una posición, en la teoría y en la praxis, muy peliaguda de despejar, y me refiero al gran conjunto ciudadano que votó a favor de Morena y sus comparsas. Esa mayoría arrolladora de la que se admira hoy el líder de la 4T, que aparte de ver inconmensurable, la asume como emblema justificativo de todas las extralimitaciones normativas -sobre todo constitucionales- a que se cree con derecho de ejecutar sólo por su: Dictum-Factum / Dicho y Hecho.
¿Deliberación? ¿Qué insania política neoliberal, conservadora es esa? Digamos pues, que nos encontramos situados en el “interregno” de una norma no normada excepto para la voz “mayoritaria del pueblo” que se volcó multitudinariamente a entregarle “su mandato”. En función de este supuesto, surge la pregunta:
¿Cómo plantear adecuadamente nuestro “cara a cara” con la sociedad en su conjunto?
Para responderla, ya hemos invocado tres factores fundamentales: 1) Continuidad del oficialismo hegemónico del López Obradorismo. Factor que tiene de suyo un efecto metaproblemático, ya que, precisamente se desprende de la masiva preferencia electoral mostrada en las urnas, que acredita la sucesión de su candidata impuesta. Hecho político electoral que está en franca contradicción con los rotundos y patentes fracasos del gobierno López Obradorista. Fenómeno gerencial administrativo que corre en sentido transversal a todos los planes sectoriales de gobierno. Factor que, a no dudarlo, impacta sobre las expectativas, anhelos y necesidades sociales más sensibles y caros de la población nacional en su conjunto; especialmente para los grupos y colectivos más vulnerables, el segmento olvidado de la 4T. Por ello tenía sentido el proyecto opositor de Xóchitl Gálvez que los englobaba virtuosamente. Hoy, el “Plan de Nación” de Claudia Sheinbaum lo incluye como prioridad programática.
2) El segundo factor está cifrado en la evidente inviabilidad del continuismo de la exclusión de la clase empresarial en los planes fiscales y económicos de desarrollo. Sobre lo cual es ostensible que “la pragmática, fría e intransigente candidata Dra. Claudia Sheinbaum”, esté incluyendo en su plan de trabajo, y lo ha pronunciado desde su cuarto de guerra, con un lenguaje, temple y estilo genuinamente versallesco, la instrumentación de políticas conjuntas de inversión de capital de trabajo en desarrollo orgánico de la clase trabajadora; es decir, cesar la idiocia de excluir al empresariado nacional de la creación de empleos productivos y orgánicamente insertos en el sistema nacional de producción y reproducción del capital productivo. Esto a pesar de que después de las conversaciones con el que seguirá siendo su secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O., salió ufanamente a decir que “en todo el sexenio a su cargo no habría reforma fiscal alguna”, ni aumento de impuestos (¿Ajá!). Se seguiría el esquema -digámosle monetarista- del actual funcionario. Lo que desde mi punto de vista es crítica y sencillamente imposible. Contradice la naturaleza y funcionamiento de el capital, una anti-utopía inviable, máxime dentro de la globalización del capital dirigente de los países centrales. Por lo pronto, los magnates capitalistas de México están de plácemes -pues les dejan libres de acumular “sus tesoritos”-.
Yo he referido cómo esta contradicción principal del esquema López-obradorista, excluir cualquier pacto de colaboración con “la minoría rapaz”, choca frontalmente contra las leyes económicas identificadas por Karl Marx en su Capital (Ver: El Capital. Volumen I. Tema: formación del capital productivo, que se funda en la inversión orgánica para el desarrollo del capital laboral). Eso que llamo “versallesco”, en el equipo de trabajo de Claudia, puede interpretarse como la posibilidad armoniosa de bailar un vals, al tiempo que estemos recitando las verdades marxianas de El Capital.
III. El tercer factor, y es aquí donde nos encontramos “cara a cara” con la sociedad mexicana en su estado actual, no tan sólo no se le ve embelesada con el triunfo electoral desbordante de Morena; sino que se le ve como un rostro más parpadeante de día soleado en la playa y con escurrimiento en los ojos del bloqueador solar, debido al espectáculo que la deja atónita, al percibir que a Morena no le basta la ya sobrada mayoría absoluta en el Congreso, sino que está orquestando un verdadero asalto (Golpe de Estado Técnico, Zaldívar dixit), al reparto de posiciones por Representación Proporcional de los partidos, para dejar exangües a los partidos perdedores y retroalimentarse ella con curules y escaños de sobra, hasta el acaparamiento -ahora “gandallesco”- de una mayoría calificada -no ganada-, pero sí arrebatada precisamente con la invocación del mayoriteo imponderable del “PUEBLO”.
Ese ‘pueblo’ invocado con tanta efusión de servidor público, es el mismo silente ante la descomunal ansia de aplausos y vítores en las plazas públicas por el mandatario de la nación, es el mismo parpadeante ante el escenario del engrose avorazado de curules y escaños -que ya tienen- y que se les pretende “quitar”.
Y avistamos un cuarto factor. Pues bien este nuestro “cara a cara” con esta sociedad votante y mandante de Morena, se topa con una fuerza inercial social de insospechado poder: El hecho programático de haberle dado dinero en efectivo, por más justificado que esté, ha producido el fenómeno societal previsto por el análisis sociológico, pero inédito en su concreción; generar una auténtica “ilusión fáustica”, la sensación de confort, de cariño, de abandono en las manos del ‘dador’ de todo bien que, en el drama de Fausto, juega el papel de Mefistófeles. Pues bien, esta que yo llamaría alienación pedagógica (al sentir de la Filosofía de la Trascendencia, y acogida críticamente por la llamada Teología de la Liberación); en la Cuarta Transformación se llama: “revolución de las conciencias”, la despreocupación por el futuro, el presente existe y ya. ¡Ajá!
¡Abajo el telón!
Una explicación preliminar del hecho. Estamos ascendiendo a un esfuerzo de la energía creadora que sea capaz de generar entendimiento/facultas ”quaerens intellectum”. No podemos resignarnos al idiotismo. El acto político pragmático de “dar dinero” bajo el título de Programas Sociales, consiste en realidad de ofertar una óptica de espejismos ilusorios, intencionalmente incrustados en el “tejido social”, bajo la astucia auténticamente de “zorro-a”, que induce en las percepciones ciudadanas una ideología hegemónica pesadamente intencionada, con cariz de benefactora. El caudillo de la 4T resulta ser un consumado “ladino”/cashlán, según los tzeltales de Chiapas.
Y, sí, ahora constatamos cómo esta sociedad con la que nos queremos haber: “cara a cara”, transita por este hall de candilejas, donde todo es tan “bonito” y “placentero”, un auténtico sueño en una noche de verano. Lo cual estaría bien, si no fuera por su patente fuerza para enajenación de las conciencias, sobre todo de las más vulnerables; hoy por hoy más numerosas, 50 % de la población bajo la línea de pobreza. Condición y situación mediante la cual, evidentemente resalta esa deriva “generosa” de los Programas Sociales, que tanto se ha exaltado por el partido político ahora dominante; pero a cuyo factor y fenómeno social no podemos llamar sino “ilusión fáustica”.
Gracias al genial análisis científico -de la nueva Sociología de las Redes de los Actores Sociales- realizado por Peter Sloterdijk en su opera magna: Esferas I, II, III, la hemos podido identificar y entender en su muy profundo significado. Y que nos alecciona no sólo para entender sobre cómo se está haciendo presente ‘en este mundo’, y bajo qué modalidades se está expresando, sino principalmente cómo derivar su interpretación y, en su caso, diseñar líneas concretas de acción u operación tanto desde la teoría como desde la praxis histórica.
De manera que, identificar con toda claridad esa mediación gubernamental con cuyas herramientas se están haciendo sus “políticas sociales”, nos permiten corroborar el efecto social de prometer una vida próspera y abundante, recibida como don (del líder y su grupo en el poder), toca de cerca el orden mágico de la realidad; y, por tanto, es tenido como un benefactor fuera de este mundo, pero del todo palpable. Y sin embargo, tal escenario de bonhomía se pone al alto contraste con su efigie tremenda y fascinante del ogro que puede aniquilar de un manotazo al que considera invasor -en su reino prometido-, y que puede fácilmente expulsar gracias al colosal poder expulsor que al mismo tiempo ostenta. franvier2013@gmail.com