Arte, universidad y Objetivos de Desarrollo Sostenible en Aguascalientes por Jaime Lara Arzate - LJA Aguascalientes
15/11/2024

Posiblemente el adoptar nuevas formas de ver y hacer en el mundo del arte, provoquen emociones y reflexiones entre los individuos y los grupos humanos, en la necesidad de avanzar hacia una actitud integradora con la naturaleza, la sociedad, y en los entornos donde se hace la vida. 

Cualidades favorables para tomar conciencia sobre los problemas ambientales que afectan actualmente al planeta entero, cuyos efectos se encuentran al punto de ser irreversibles aquí y ahora, en particular por conjugarse con aspectos relacionados a la tecnología, la ciencia, la educación, así como con la organización social, la económica y la cultural. 

El arte ha jugado un papel destacado desde los años sesenta del siglo pasado mediante las nomenclaturas de Land Art o Arte de la Tierra, que a la postre deviene en Arte Medioambiental, mediante los cuales se señalan y visibilizan problemáticas que se sintetizan en la llamada crisis ecológica global y que toman como lienzo a la naturaleza y a los entornos urbanos, que buscan suceda una “nueva ética del hombre-sociedad con el medio ambiente” y por lo tanto un cambio de paradigma suscrito a la Comunalidad y al Buen Vivir en armonía planetaria. 

En tanto y a la par, existen en cuanto respuestas artísticas otras, que se consideran como divertimentos plásticos, puros en lo formal, intimistas, exentos de filiación partidaria que no poseen un carácter crítico en lo social ni en lo político, no obstante, también son narrativas poéticas que aluden y pueden contribuir a la conciencia ecológica.

Es por eso que las obras de este cuño informan de manera explícita o implícita desde sus contenidos y propuestas artístico-estéticas, entre otros temas, sobre la pérdida de la biodiversidad y de los ecosistemas, la desertificación, el incremento y derroche de recursos naturales, la contaminación en todas sus modalidades, el cambio climático, el uso de combustibles fósiles, el extractivismo, el consumismo, así como la inequidad y la ausencia de justicia en la distribución de los beneficios que los pueblos del orbe generan para la humanidad, en el marco del orden mundial capitalista actual. 

En el fondo estas propuestas artísticas no necesariamente producen cambios en el comportamiento de las personas o de los grupos humanos, pero sí encuentran cabida en el ancho paraguas de la educación ambiental que promueve capacidades adaptativas, el desarrollo de actitudes, pautas y discernimiento sobre las realidades propias, regionales o globales en la materia. 

Éstas formas de lectura del entorno circundante facilitan comprender y hacer frente a diversas realidades para incidir de manera individual o comunitaria en los ámbitos de las esferas señaladas arriba, generando entre la población consciencia, proyectándose como indispensables en la formación de los alumnos de las escuelas de arte en el país y del orbe.

El arte en general como recurso didáctico y pedagógico, y en particular el medioambiental, es una plataforma de comunicación, una herramienta concientizadora que nombra el cambio social, económico y la justicia climática, invita a pensar e interpretar de forma crítica nuestro mundo, a la sociedad y a nosotros mismos. 

De esta manera nos apoya en la búsqueda de soluciones a problemáticas diversas apoyadas en otras disciplinas en la confluencia entre artistas y científicos de todas las áreas del conocimiento; así se conjugan y confluyen en muchos de los casos en elocuentes obras artísticas, que no necesariamente unen pedagogías con la política o con el activismo característico de grupos ecologistas mediáticos globales.


Estamos bajo esta tónica apelando a la creatividad. Se recurre a la inteligencia que nos lleva a resolver problemas desde la cotidianidad para responder a ellos, en la que entra en juego la capacidad de entender y comprender que otro mundo es posible.

Así, los artistas profesionales y los estudiantes iniciales o avanzados, como creadores investigadores, proponen novedosas grafías, tantas expresiones y visiones diversas como culturas y biomas existen en el planeta Tierra, así como clases y sectores sociales existen, para reinterpretar desde el arte esas preocupaciones mediante la práctica y el pensamiento consciente artístico.

La piedra de toque está en la sostenibilidad y la ecología, binomio que plantea armonizar el desarrollo económico, la protección del medio ambiente y perseguir el bienestar social, que en otras palabras propone un cambio de paradigma civilizatorio, a la par que un modelo de apreciación, investigación, creación y distribución artísticos, que ponen de manifiesto las relaciones entre naturaleza, arte y sociedad.  

Por lo escrito anteriormente, es que el arte medioambiental toca su entrada en la dimensión del desarrollo sostenible, ya que puede ser viable incorporarle en los espacios dedicados a la enseñanza artística formal o no formal en el estado de Aguascalientes, con base en un programa que engarce sus contenidos de manera transversal con la sostenibilidad, incluso detonarse como un área de especialización disciplinar que posee un gran potencial pedagógico que posibilita permear al continente todo de las artes, compuesto por el teatro, la música, la danza, el cine y toda una gama de variantes de prácticas artísticas, estéticas y sociales, entre otras.

Esta articulación se considera en el marco de los valores, en el ideario, en la práctica educativa y en la proyección social institucionales, que centros de educación superior en artes en México como la Facultad de Artes y Diseño de la UNAM, asumen, cuyas acciones educativas en la materia descansan en la esencia de la definición que a la letra manifiesta que: El desarrollo sostenible es el desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer las suyas.

Es la agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, de Naciones Unidas, un acuerdo global entre las naciones que pone sobre la mesa aquellos aspectos que considera como los desafíos mundiales más apremiantes enunciados en 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), para: “acabar con la pobreza y promover la prosperidad económica, la inclusión social, la sostenibilidad medioambiental, la paz y el buen gobierno para todos los pueblos para el 2030” (UN, 2015), uno de los acuerdos globales más trascendentes del orbe, que aspira a transformar realidades para contar con un futuro promisorio. 

Los ODS, inciden en un amplio abanico de retos para los pueblos del mundo, que llaman a la transformación de sus economías y de sus sociedades para garantizar una vida digna para las generaciones por venir.

Es deseable participar del cumplimiento de los ODS, que no son legalmente vinculantes para los países, pero sí una responsabilidad tanto para la academia y la sociedad civil, así como del sector público y privado, para contribuir en su cumplimiento lo cual parece lejano, dado a las asimetrías de desarrollo presentes en el mundo que son ampliamente notorias entre las economías más prósperas y los países más pobres del orbe que no logran satisfacer las necesidades más básicas de subsistencia de sus sociedades, pues se requiere de un cambio de paradigma económico-social que favorezca las auténticas necesidades materiales y espirituales de la humanidad, la equidad en el uso del medio ambiente y la distribución de la riqueza, para hacer realmente sostenible la vida en el planeta.   

De igual modo las universidades, por el papel de liderazgo que juegan en la construcción de las sociedades, están llamadas a contribuir a estos propósitos, toda vez que se dedican a la educación, la formación y a la investigación, por lo que son generadoras de conocimiento e innovación, encontrando en ello su razón de ser en la medida en que trascienden la academia y le transfieren al medio del que provienen.

Nos encontramos ante un reto para que, desde la investigación en escuelas de artes, sean abordados los ODS, siendo el agente preponderante como género el arte medioambiental, mediante propuestas creativas individuales o de aquellas incluso que involucren a las comunidades en la co-creación, implementando entornos de aprendizaje mutuo, en proyectos colaborativos para actuar y reflexionar sobre lo que ocurre en nuestros entornos, con una visión de futuro que mejore sus condiciones de vida.

Para esto es imprescindible echar mano de una metodología que permita identificar qué quiero hacer y conocer, a dónde quiero llegar, qué tan conveniente y que tipo de necesidades satisfacerían mis proyectos o acciones artísticas, y si hablamos por ejemplo de arte público, proponer el mejoramiento de los entornos, al igual que valorar su relevancia social y a quiénes beneficia, con base a los ODS. 

De igual relevancia es la creación de múltiples y variadas redes de colaboración e intercambio, para la cooperación y suma de sinergias orientadas a esos propósitos. 

Esto abre una plataforma de participación democrática e identitaria para la comunidad universitaria, en torno a la cual se cohesiona y fortalece su propia identidad, al participar sus miembros en los procesos de gobernanza y de proyección social de la universidad.  

Se debe agregar, como se puntualiza en la publicación Cómo empezar con los ODS en las universidades: “Dotar a los estudiantes de habilidades para pensar a través de la complejidad, de trascender los paradigmas, de aprender a través del diálogo y de la comunicación, de participar de una reflexión profunda, de generar una cosmovisión y valores, así como saber valorar cuando unas acciones apoyan o menoscaban el cumplimiento de los ODS…” (SDSN Australia/Pacific, 2017).

Señala la UNESCO que la cultura, la creatividad y la creación artística son motores y catalizadores del desarrollo y de la sociedad. Por lo que se subraya que en la actualidad existe la exigencia de diseñar espacios de educación superior universitarias que aporten conocimiento y soluciones para que sirvan como modelos de formación artística, cuyos actores involucrados en el hecho artístico se incorporen al llamado de las tareas para ensayar propuestas en la consecución de los ODS. 

Todo esto parece confirmar que los ecosistemas educativos como los universitarios o los culturales evolucionan al replantear sus objetivos, sus prácticas, vinculación y académicas, al identificar de qué manera en la dimensión que nos ocupa, pueden contribuir por medio de los lenguajes y expresiones artísticas, por ejemplo, a sensibilizar sobre aspectos como la mitigación o adaptación a propósito de la huella ecológica o los impactos negativos ambientales, materiales o espirituales, propiciados por el modelo de desarrollo económico y social global.

De manera que como se ha dicho, estableciendo un canal de comunicación, un diálogo entre quién produce una obra y quiénes la consumen, en el escenario mismo del diario vivir de las personas, poniendo de relieve el poder de comunicación del arte. 

El arte así transmitirá la necesidad y la urgencia de un cambio para la transformación, que incide positivamente en las actitudes y comportamientos individuales o colectivos de los grupos humanos, mediante acciones y programas de concientización promovidas desde prácticas artísticas de viso social, sostenibles que recurren a procesos de creación y organización social respetuosos de las culturas y los entornos y al uso de recursos amigables medioambientalmente hablando. 

El corolario es, entonces:

¡NO DEJAR A NADIE ATRÁS!


Show Full Content
Previous La importancia del debate | La Columna J por Roberto Ahumada
Next El uso de la Inteligencia Artificial en medicina y la dignidad humana | El peso de las razones por Nancy Abigail Nuñez Hernández y Mario Gensollen
Close

NEXT STORY

Close

Avanza vacuna contra coronavirus en la UNAM

29/05/2020
Close