UAA: 51 años... ¿de qué? / 2 de 2 | Cátedra por Netzahualcóyotl Aguilera R. E. - LJA Aguascalientes
24/11/2024

Antes que nada, va una aclaración: hay quien interpretó mi artículo anterior como una crítica a los autores de los testimonios publicados en el libro 50 años de experiencias y remembranzas 1973-2023. En ningún momento pasó por mi mente semejante tergiversación; por el contrario, desde todos los puntos de vista considero loable tal esfuerzo, que conservará históricamente experiencias vividas en ese lapso en que su comunidad de estudiantes y profesores han ido construyendo una Universidad que desde un principio ha ido perdiendo paulatinamente, de manera natural, las características del sistema departamental que se le impuso en su inicio.

Lo que yo repruebo es que se engañe a quienes colaboraron para esa edición, al hacerles creer que la UAA nació el 19 de junio de 1973, pues no hay documento alguno que acredite esa falsedad.

Como lo he dicho en innumerables ocasiones y lo seguiré afirmando, la Universidad Autónoma de Aguascalientes nació el 24 de febrero de 1974 mediante el decreto emitido por el Congreso del Estado y validado por el gobernador del Estado, quien ordenó su publicación con el texto de su primera Ley Orgánica en el Periódico Oficial del domingo 24 de febrero de 1974 y que en su Artículo primero dice: “El Instituto Autónomo de Ciencias y Tecnología de Aguascalientes, se transforma en la Universidad Autónoma de Aguascalientes”.

En diversas ocasiones he publicado la portada de dicho Periódico Oficial donde aparece este documento; la última fue en el ejemplar de LJA.MX del 23 de febrero del presente año, en el número 10 de la serie “Historia oficial de la UAA – Análisis crítico 10 – La UAA cumplirá 50 años mañana”  https://www.lja.mx/2024/02/historia-oficial-de-la-uaa-analisis-critico-10-la-uaa-cumplira-50-anos-manana/.

Por tanto, este año de 2024 es en el que la UAA está cumpliendo su cincuentenario; no el año pasado en que se echó la casa por la ventana para conmemorar semejante patraña. ¿Qué se puede pensar de quienes durante medio siglo han tergiversado su historia en forma persistente?

¿Cómo pueden mentir así y al propio tiempo afirmar -como directivos de la Institución- que uno de los propósitos fundamentales de la Universidad es la búsqueda de la verdad?

Una prueba irrefutable de la ignorancia que de la teoría universitaria desbordaba el primer rector de la UAA fue la invitación que en una entrevista periodística hizo a la juventud aguascalentense para que se inscribiera en la novedosa universidad departamental porque en ella “se enseña la verdad”. ¡!

La concepción de las personas físicas

Doctora Pinzón: como bien lo sabe, usted y yo, como integrantes del género humano, fuimos concebidos nueve meses antes de nuestro nacimiento; y al llegar este momento -cuando fuimos capaces de respirar y alimentarnos por nuestro propio impulso- y no antes, nos convertimos en personas; acto seguido se nos impuso un nombre propio que es el que nos identificará no solo mientras vivamos sino per saeculae saeculorum. Esa identificación es conocida como acta de nacimiento, expedida por la oficina del Registro Civil; por ese hecho, la persona adquiere los derechos y obligaciones establecidos en nuestra Constitución política. 


La concepción de las personas morales

La persona moral o jurídica es un conjunto de personas físicas que se unen con el propósito de organizar una institución que persigue fines específicos, de acuerdo con los cuales, de autorizarse, se le impondrán determinados derechos y obligaciones de y hacia el núcleo social en que se desenvuelven. 

La concepción de las personas físicas, en condiciones normales, tiene una duración de nueve meses. En cambio, la concepción de las personas morales no tiene plazo fijo y puede durar desde semanas o meses hasta siglos y milenios.

La Universidad Autónoma de Aguascalientes es, obviamente, una persona moral cuyos primeros antecedentes podríamos fijar en la época de Independencia, cuando nuestros próceres -en buena medida seminaristas que secretamente se habían iniciado en la ideología liberal en los seminarios en que estudiaron su carrera sacerdotal-,  estableciendo las bases de sus futuras universidades con los primeros Institutos Científicos, tomaron como ejemplo el modelo de la Universidad Francesa, más conocida como Napoleónica; otros, como en el caso de Aguascalientes, lo que fundaron fue un Instituto Literario (tomando como ejemplo el modelo más avanzado  del modelo alemán de la Universidad von Humboldt, con el significado que en el idioma alemán tiene el término “literario”) y quien logró esto fue Jesús Terán en 1848/1849, cuando propone crearlo en lugar de pretender modificar el programa de estudios del Colegio de Aguascalientes, que había sido fundado bajo el criterio educativo medieval de la Real y Pontificia Universidad de México (1551) que no admitía la incorporación de las novedosas materias científicas. 

Con excepción de la intervención francesa de 1863/1866, el Instituto siguió funcionando -incluida la malograda Escuela de Agricultura de 1867-1871- en mejores condiciones cuando el maestro Gabino Barreda, por instrucciones del presidente Juárez organiza la enseñanza superior del país con base en la Escuela Nacional Preparatoria que prospera en el Porfirismo.

Después de la Revolución, en 1918 el Instituto es reorganizado exitosamente por el Dr. Pedro de Alba que revive la filosofía de Jesús Terán, destacando a nivel nacional.

Pero a partir de 1942, en Aguascalientes se desata una labor de censura a todo lo que se refiera a Jesús Terán, celebrando el falso 75 aniversario del Instituto; en 1848/49, en que debió celebrarse el centenario auténtico del Instituto pasó desapercibido; en 1967 se celebra el falso centenario del Instituto y el 19 de junio de 1973 el Consejo Directivo del Instituto propone someter a consideración del Gobierno del Estado su conversión en Universidad, lo cual ocurre el 24 de febrero de 1974.

Este es, a grandes rasgos, el proceso que siguió la concepción de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, que inició en 1848/1849 y concluyó el 24 de febrero de 1974.

La verdad, sin embargo, no reina en la UAA

El problema esencial que se somete a juicio es el hecho de que todas las rectorías de la UAA celebran como fecha fundacional la reunión de Consejo Directivo del 19 de junio de 1973 y no el decreto expedido por la autoridad legalmente facultada el 24 de febrero de 1974, que siempre han mantenido en la ignorancia sin haber razón justificable alguna.

¿A qué intereses externos obedece tan menguada actitud? Porque en los internos no se aprecia ninguno. Esto, obviamente, entra en el terreno de la Autonomía.

Ni en sus archivos

Un hecho abominable que no se puede atribuir a ignorancia, olvido o accidente, sino que dibuja de cuerpo entero la insidia de quienes han manipulado de mala fe el ocultamiento de la historia de la Universidad es el que presento ahora:

1976.- La rectoría de la UAA intentó trasladar los archivos del Instituto que se encontraban en la Escuela de Bachillerato, al edificio central sin explicar el propósito. Los estudiantes se amotinaron impidiendo lo que llamaron intento de secuestro.

Esto lo publiqué en la revista Cátedra (de donde viene el nombre de esta columna), pues tuve que crear mi propio medio de difusión porque el gobernador les prohibió a los directores de los diarios que me publicaran una palabra más sobre las barbaridades que se estaban cometiendo contra la Universidad, de lo cual tengo prueba escrita, firmada de recibido y sellada por su oficina, pues le fui a reclamar personalmente su violación a mis garantías constitucionales. 

1978.- Para este año, cuando ya habíamos sido expulsados profesores y estudiantes que pretendimos defender a la Universidad mediante el ejercicio de la libertad de expresión que era letra muerta en la Ley Orgánica de la institución; y egresado los estudiantes de Bachillerato que vivieron la etapa más autoritaria, ya no hubo quién se opusiera al trasladado de su archivo a la rectoría; verdadera reliquia que contenía toda la documentación desde sus antecedentes de mediados de la década de 1840. Entonces se consumó el peor de los crímenes contra su historia:

En el año 2002 fue editado por la propia UAA, el libro 60 años de Autonomía, en cuya página 71 su autor, Héctor de León, refiere la salvaje incineración de los archivos del Instituto, acto que no podía ser realizado si no era por instrucciones precisas del rector. Lo que relata es verdaderamente escalofriante:

“Con sorpresa llegué a ver la incineración de cajas que contenían archivos institucionales en aquellos años en que se preparaba el cambio de las oficinas centrales a las modernas instalaciones de Ciudad Universitaria.- “No hubo la menor prudencia y sí la barbarie del despojo de lo que aparentemente no sirve. Por desgracia, esta secuencia se ha venido dando bajo el argumento de que existen archivos que no tienen por qué guardarse, pero sin la aprobación de quienes conocen del tema. La creación del departamento de Archivo vino a ser una barricada para esta destrucción indiscriminada que se ha dado en nuestra alma mater y que no dejaremos de lamentar”.

Ese es el argumento más importante en que se basa nuestra interpretación en el sentido de que existe una estrategia centenaria y permanente de fuerzas ajenas a la institución que, logrando por fin tener un control absoluto de ella, destruyeron documentos invaluables en los que estaba, entre otras incontables pérdidas, la prueba de que el Instituto fue creado por el gobierno de Zacatecas el 20 de noviembre de 1848 e inaugurado por Jesús Terán en 1849. 

Salvajismo tal retrata de cuerpo entero a los que se autocalifican “fundadores de la Universidad”. Eso, obviamente es una vil mentira, pues no puede caber en una mente medianamente inteligente el hecho de que una Universidad destruya la constancia de su propia existencia. 

Y es la mejor prueba de que la UAA es autónoma sólo de nombre, pues su control está en manos de fuerzas poderosas que la mantienen sometida para satisfacer sus intereses y consideran ingenuamente que con ese hecho criminal desaparecieron del mapa a Jesús Terán.

¿A qué intereses externos obedece tan menguada actitud? Porque en los internos no se aprecia ninguno. Esto, obviamente, entra en el terreno de la Autonomía.

¡Viva la discrepancia, porque es el espíritu de la Universidad!

Esta frase, pronunciada por el rector de la Universidad Autónoma de México Javier Barros Sierra con el apoyo total de los universitarios y del pueblo entero cuando el presidente Díaz Ordaz expidió la salvaje orden de ocupar militarmente la Institución, es una clara demostración de que los universitarios jamás deben defender sus derechos con violencia, sino con valor e inteligencia.

La palabra razonada expresada en forma clara y precisa, sin temor a las consecuencias, triunfará siempre sobre las actitudes irracionales. La prueba fue que Díaz Ordaz, a pesar de haber intentado por diferentes medios que el rector le pidiera el retiro de la tropa, tuvo que retirarla sin que el rector le hiciera petición alguna, presionado por la opinión pública internacional que le aplicó los más severos calificativos.

En nuestro caso lo que más me desconcierta es la conformidad con que la comunidad de la UAA, compuesta por miles de seres pensantes, tanto la estudiantil como la magisterial, es que durante medio siglo haya tolerado, disimulado o consentido falsedades tan evidentes. 

Al igual que se ignora que el fundador del Instituto fue Jesús Terán, 18 años antes de la Escuela de Agricultura que mal funcionó cuatro años, precisamente en el edificio que había sido acondicionado como sede oficial para el Instituto por el gobernador José María Chávez en atención a las instrucciones de Jesús Terán -entonces ministro en el gabinete del presidente Benito Juárez- Escuela de Agricultura que desapareció sin dejar rastro cuando Jesús Gómez Portugal (a quien los funcionarios de la Universidad “consideran”, fundador de la UAA) se caracterizó por ser el único gobernador expulsado de Aguascalientes por su indecoroso desempeño, razón por la que resulta incomprensible que su nombre esté incluido en el muro de honor del Congreso del Estado.

Y no hablo solo de los estudiantes y profesores de las carreras técnicas, administrativas, agropecuarias, médicas, ingenierías, etc.; hablo, en especial, de carreras como Filosofía, Historia, Derecho, cuya opinión es altamente valiosa para hacer surgir la verdad.

Hay quienes afirman que si no participan en esta controversia es por temor. Pero ¿es posible que lo que se enseñe en la Universidad es a temer el debate de las ideas? Si así fuera, no podría considerarse Universidad.

Y tampoco puede considerarse Universidad sino institución oscurantista aquella en la que se expulse de la UAA a toda aquella persona que exprese públicamente su juicio crítico en relación con los actos reprobables de sus funcionarios.

Análisis crítico de la Historia oficial de la UAA

Continuación

Del 1 de diciembre de 2023 al 1 de marzo de 2024 publiqué los primeros 11 artículos que componen esta serie, que tuve que suspender por causas totalmente ajenas a mi voluntad.

En esa primera parte hice la crítica puntual del supuesto antecedente más remoto de la UAA, que en su historia fija en 1867 con la inauguración de la Escuela de Agricultura. Hecho incalificable, totalmente irrespetuoso del concepto universitario.

No puedo asegurarlo, pero trataré a toda costa de continuar dicha crítica pormenorizada de las etapas porfiriana, revolucionaria y la que podremos llamar universitaria, del 24 de febrero de 1974 a la fecha.

Por la unidad en la diversidad

Aguascalientes, México, América Latina

Nota. El título de “Cátedra” que lleva esta columna se debe, exclusivamente, al propósito de recordar la revista que publiqué entre 1975 y 1978 con la observación: “Órgano Informativo Independiente de la Universidad Autónoma de Aguascalientes”.


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