El último momento de la oposición | La Columna J por Roberto Valdés Ahumada - LJA Aguascalientes
03/07/2024

“Imaginar el futuro es un cierto tipo de nostalgia”: John Green.

Estimado lector de este reconocido medio LJA.MX, con el gusto de saludarle como cada semana, debo admitirle que estos días han sido de una catarsis tremenda, lo que aconteció en la elección no es poca cosa, algo verdaderamente inconmensurable sucedió y pocas personas son conscientes de ello. Quisiera escribir de otra cosa, pero no puedo, mi mente no me lo permite, aún sigo analizando lo que pasó y cómo pasó, y me resulta ineludible no ponerlo en estas líneas. 

La vida política en México siempre ha estado rodeada de un espectro de polémica, de catarsis, de movimientos bruscos y lógicas poco aceptables, en cada momento histórico así se ha presentado, no obstante, después de unos siglos uno pensaría que tal vez podríamos aspirar a más equilibrios, al menos en la democracia que tanto promulgamos. El domingo el mensaje fue otro, el mensaje fue: somos el poder y tenemos el control. Cada elección debe de tener una interpretación multifactorial la cual permita analizar la mayor cantidad de variables posibles a fin tener un criterio puntual y objetivo, cada proceso electoral es muy distinto, todos tiene similitudes, pero cada contienda cambia.

En el último siglo las antítesis políticas eran el PAN y el PRI, la fundación ideológica de Gómez Morín y Plutarco Elías Calles, aunque existieran otras expresiones políticas, la pelea principal estaba entre estas dos expresiones. El PAN siempre fue el partido opositor por excelencia, después de 70 años, la democracia tuvo una transición y gracias a que en la década de los 90s se obtuvieron algunas gubernaturas, el escenario logró cambiar con Vicente Fox Quezada en el año 2000.

Algún panista dijo: “No perdamos el partido por ganar el gobierno”.

Y justo lo que pasó, se logró refrendar otra presidencia con Felipe Calderón, y entonces la debacle comenzó entre los grupos y las conveniencias, entre los intereses y las comparsas, llegó al extremo en que los dos enemigos más grandes tuvieron que unirse en un alianza antinatural para poder hacer frente al nuevo proyecto político llamado Morena. Evidentemente, ya se vio el resultado de esta estrategia perdida y mal diseñada. 

“Ninguna nostalgia se siente tan fuerte como la nostalgia por las cosas que nunca existieron”: Rabih Alameddine.

No es que Morena sea muy bueno, es que la oposición es casi inexistente, es que sus líderes nacionales se abocaron en garantizar sus senadurías plurinominales por las listas de cada partido, y esto dejó sola a la candidata, la cual por cierto tuvo el apoyo nulo de las élites de los partidos. La oposición resultó ser una oficialía de partes que únicamente buscaba el beneficio del círculo cercano.  

Aguascalientes y Guanajuato son los únicos lugares en donde prevalece una oposición con estructura de gobierno, y la presencia de generaciones formadas por visión política de un partido político, de ahí en más resulta ilusorio considerar que la oposición cuenta con un proyecto o una estrategia que les permita construir un escenario de equilibrios o de viabilidad política. 


Cuando Fukuyama planteaba la crisis de identidad que se presenta en la sociedad moderna, refería avizorar que los partidos políticos no solo de México sino del mundo serán un punto de quiebre ante la tesitura del vínculo que puede generarse con el electorado. La distancia entre los partidos políticos y la sociedad es verdaderamente palpable. Y esa es una de las más grandes áreas de oportunidad que tiene la diluyente oposición de este país. Aspirar a que la ciudadanía pueda generar un equilibrio o por orden de factores que pueda generar un contra peso es aferrarse a una falsa percepción que aspira al orden por generación espontánea.

Ganaron todo, tiene todo el poder, posiblemente por algunos aciertos, pero sin duda alguna porque la oposición dejó de ser lo que en algún momento fue, se convirtió en una conveniencia circunstancial, y es que la vida y el tiempo siempre ponen a todos en su lugar, no con su respectiva proporción, pero sí en el lugar que deben ocupar. Para los panistas que hoy celebran algún resultado, es importante que consideren este momento tal vez como el último destello de una victoria focalizada en dos lados, en los demás se derrumba y se cae lo que alguna vez fue concebido por Gómez Morín como un proyecto de conciencia ciudadana.

Al PRI, le quedan la historia y personajes como Reyes Heroles, Isidro Favela, Andrés Henestrosa, Lázaro, Paredes, etc. Al PRD solo la nostalgia de haber gobernado la ciudad de México, porque ni hicieron revolución, ni triunfaron en la democracia. Es muy probable que el tiempo y la historia los deje como simples vestigios.

El último momento de la oposición fue el 2 de junio del 2024, es la crónica de una muerte anunciada en palabras de García Márquez, no obstante, no puede existir queja, mucho menos súplica, la ambición pudo más que la noción básica de la política, tiempos vienen y van, pero ciertas oportunidades implican más que los momentos, sin oposición, no hay equilibrios, y sin ellos el país está a lo que los victoriosos dispongan, esperemos que dispongan por el bien de la mayoría. Para algunos su salida será claudicar, para otros esperar, algunos más tendrán que aceptar y dejar de negar, y los que queden por alguna razón, primeramente, deberán reflexionar y posteriormente pensar en el próximo andar. Nunca es seguro tener nostalgia de algo, salvo de que estés completamente seguro de que no hay oportunidad de que eso vuelva a aparecer.

In silentio mei verba, la palabra es poder.


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