En términos de tiempo, la estancia del humano en este planeta no representaría ni un parpadeo, y en ese tan breve lapso, el impacto medio ambiental que estamos dejando tiene y tendrá repercusiones para la Tierra y todos los que la habitamos.
Si bien los esfuerzos de las autoridades y pequeños grupos por crear una cultura del cuidado al medio ambiente toman mayor relevancia día a día, únicamente un cambio radical y masivo sería capaz de revertir de manera sustancial la tan complicada situación a la que nos hemos orillado.
Uno de los ejemplos más palpables es la dependencia que el hombre se ha generado hacia los plásticos de un solo uso, que sumada a la incapacidad financiera y tecnológica para encontrar materiales menos dañinos para la naturaleza ha traído como resultado que los residuos de este material se encuentren en cada rincón del planeta, incluso dentro de nosotros mismos.
Es difícil encontrar un lugar, ya no solo en la ciudad, sino también en los campos donde no exista rastro de un residuo desechado. Sumamente ligeras, por cientos son arrastradas por el viento hasta topar con las ramas de los mezquites donde resuenan y lucen sus colores pastel opacando el vivo amarillo de la flor del árbol. Permanecerán ahí hasta que el viento las desgarre, si es que logra hacerlo, solo para continuar rodando y llegar a donde más bolsas las estarán esperando para integrarse a los nuevos paisajes del hombre.
He aquí nuestro legado, he aquí los frutos que recogerán nuestros hijos, los frutos que padecerán nuestros descendientes.