Tengo el privilegio de impartir la materia de Historia y Apreciación de la Música, tanto en el Seminario Diocesano de Aguascalientes, como en la Escuela Diocesana de Música Sacra, la escuela de música en activo más antigua de Aguascalientes. En una de las clases, estudiando lo que es un poema sinfónico, uno de los alumnos me preguntó si podíamos considerar algún paralelismo entre poema sinfónico y un álbum conceptual, y bueno, ciertamente hay puntos de convergencia entre estos dos lenguajes musicales, en ambos casos el compositor se propone desarrollar una misma idea a lo largo de toda la producción trabajándola como una unidad de principio a fin, y por supuesto, con evidentes intenciones descriptivas, eso que llamamos música programática, y sí, definitivamente, un álbum conceptual es por muchas razones música programática.
En el caso de un álbum conceptual, no se trata de incluir en el mismo disco 10 o 12 canciones sueltas que podemos escuchar independientemente una de otra, y menos aún considerar una o dos de ellas como sencillos, claro que no, nada de eso. El álbum conceptual, como todo lo que podemos entender como buena música, rompe con la idea de hacer música con el único objetivo de vender, es decir, no creo que haya algún grupo, solista o lo que sea, que grabe un disco con el firme propósito de no vender su trabajo, esto sería absurdo, me refiero al hecho de que el objetivo de la venta no es el motor que mueve al artista, por el contrario, es el contenido, la propuesta, el trabajo artístico, esa es la diferencia entre la música desechable, esa que se hace solo para venderse y cuya fecha de caducidad es muy próxima a su publicación, y un trabajo inteligente que sin renunciar a la venta propone cosas interesantes que hacen de la obra, algo más que un producto de venta.
Generalmente podemos encontrar dentro del jazz o del rock los mejores ejemplos de lo que es un álbum conceptual, en el caso del jazz, hay que mencionar el disco Bitches Brew, un álbum doble del trompetista Miles Davis, o el disco Stairway to Escher del grupo italiano de jazz Bauhaus, inspirado en la escuela arquitectónica conocida como Bauhaus fundada por el arquitecto Walter Gropius, segundo marido de Alma Schindler después de haber enviudado del genio de la música, el compositor Gustav Mahler, pero también dedicado al grabador y diseñador gráfico holandés Maurits Cornelis Escher, y como estos dos casos podemos encontrar muchos más dentro del jazz, o justo ahí, en donde la música es tan ambiciosa que ya no acepta clasificaciones ni etiquetas que no hacen más que limitar las posibilidades del lenguaje musical que debe fluir de manera libre y espontánea.
Posiblemente en el rock los casos son más numerosos, o por lo menos más conocidos, entre algunos de los discos conceptuales, o música de programa que podemos citar recurriendo a la memoria sin recurrir a la fonoteca, están, por ejemplo, la ópera prima del multiinstrumentista británico Mike Oldfield llamada Tubular Bells, o Campanas Tubulares, recuerdo en este momento el disco de Camel llamado Snow Goose, uno de los ejemplos más elocuentes de disco conceptual y muy cercano a lo que es un poema sinfónico, es decir, la descripción musical de algo, un acontecimiento histórico o la narración de algo ficticio, descripción de la naturaleza o de una obra literaria, en este caso Snow Goose está inspirado en la novela de Paul Galico El ganso de la nieve o Snow Goose.
La crítica especializada considera como el primer disco conceptual la producción de The Beatles de junio de 1967 Sgt. Peppers Lonely Hearts Club Band, aunque en honor a la verdad, este mérito le debe ser otorgado al disco Pet Sounds de The Beach Boys publicado el 16 de mayo de 1966.
El compositor y guitarrista estadounidense Frank Zappa tiene muy buenos argumentos en lo que se refiere a discos conceptuales, entre sus trabajos con estas características podemos mencionar, entre otros, discos como Freak Out!, Lumpy Gravy, We’re only in it for the money, Chunga’s Revenge, entre muchos otros.
Jethro Tull tiene un verdadero monumento del rock como es el caso del disco Thick as a Brick, Grueso como un ladrillo, quinto álbum en estudio de esta banda británica. Los alemanes de Tangerine Dream también tienen buenos argumentos en lo que a discos conceptuales se refiere, como es el caso de la obra Ricochet, sin demeritar lo hecho en otra producción también conceptual, Tangram.
Los italianos también tienen una propuesta muy generosa en lo que respecta a este lenguaje musical de la unidad, Le Orme nos ofrece una verdadera joya con el trabajo Felona e Sorona. Los napolitanos de Il Balletto di Bronzo crearon en 1972 uno de los mejores discos conceptuales en la historia del rock, estoy hablando de Ys con una estructura musical muy parecida a la de una sinfonía, se trata de una verdadera obra maestra.
En Bordighera Italia surge una agrupación llamada Museo Rosenbach que, en 1973 publican su disco Zarathustra, inspirado en la obra de Friedrich Nietzsche llamada Así Hablaba Zaratustra, con el tiempo se ha convertido en un disco de culto que ha definido con trazos firmes parte de la esencia del rock progresivo italiano.
Los críticos de música consideran uno de los más elocuentes ejemplos de lo que es un disco conceptual el álbum 666 de los griegos de Aphrodite’s Child lanzado a la luz pública en 1972.
En estos terrenos conceptuales Pink Floyd también tiene mucho que decirnos con discos como The Dark Side of The Moon de 1973, este disco abre un ciclo que continúa hasta The Wall en 1979, pero el espacio se agota y dejamos la conclusión para un próximo Banquete.