El pasado viernes 14 de junio del presente año se llevó a cabo la décimo séptima sesión del Seminario Permanente de Ética Ambiental y Animal, la cual contó con la valiosa participación de la Dra. Elba Castro Rosales, doctora en Ciencias Sociales en el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, y profesora-investigadora de la Maestría en Educación Ambiental de la Universidad de Guadalajara (UDG). En su conferencia titulada “Despliegues pedagógico-éticos desde la sensibilidad poética”, la doctora abordó ampliamente las relaciones entre la literatura (específicamente, la poesía), la educación ambiental y la ética como rama de la filosofía, centrando su análisis en dos motivos afines a la expresión humana y literaria: el asombro y el dolor, esto con el fin de esclarecer ante el público varios puntos difusos respecto a la función de la poesía más allá de sus fines estéticos y destacar sus potencialidades en cuanto al mejoramiento de la relación humano-naturaleza.
De acuerdo con las ideas planteadas por la Dra. Castro, los vínculos entre estas tres áreas parten desde sus propios orígenes. En primer lugar, la educación ambiental surge por la necesidad de dirigir a la sociedad hacia el cambio de una cultura de la degradación ambiental a una cultura fundamentada en valores firmes que conviva en armonía con el resto de vida en el planeta. Para lograr esto, es importante que exista un crecimiento espiritual y emocional social (tan mínimo en esta época de tecno-cultura), para llegar a una concomitancia verdadera entre el ser humano y las demás especies con las que cohabita el mundo. En palabras de la profesora, la educación ambiental, tan falta en la actualidad, “genera mundos posibles no hegemónicos y plurales” a través del tejido de saberes entre distintas disciplinas, así como de saberes no disciplinares, tales como la espiritualidad y la estética.
En segundo lugar, la doctora habló sobre cómo la poesía “reivindica lo sensible y lo reflexivo, dos áreas fuera de nuestra formación escolar y cultural”. A menudo se dice que la poesía no tiene ninguna utilidad, pero, para la conferencista, esta nos permite reflexionar acerca de nuestra forma de habitar el mundo, ya que la poesía desarraiga al ser humano de su concepción egocéntrica para devolverlo a su estado de conexión con el entorno a partir de lo que tiene en común con la creación misma, donde el cuerpo es el medio para conocerla, así como lo que nos permite intuir, sentir, reflexionar y presentir. Así pues, dado que la poesía surge como una forma de mímesis capaz de trastocar toda posible certeza, la educación ambiental se va a servir de ella para esclarecer cómo los seres humanos podemos vincularnos con la naturaleza desde otras perspectivas, más amigables, convirtiendo a la literatura en una aliada frente a la degradación de la sociedad moderna.
Por otro lado, la Dra. Castro señaló que la educación ambiental y la poesía comparten un mismo núcleo filosófico en la ética, rama cuyo propósito es cuestionar la moral que guía la conducta de una sociedad para determinar, desde la individualidad, qué es lo correcto y lo incorrecto. En este sentido, vemos que tanto la educación ambiental como la literatura cuestionan las acciones humanas guiadas por parámetros morales o ideologías que dañan al planeta en nombre de un “bien” colectivo social. Todo esto va de la mano con la conciencia ética de la educación ambiental y la poesía sobre el uno mismo y la otredad (¿quién es el otro y quién soy yo?), sus conocimientos acerca de las capacidades sensoriales, emocionales, corporales, etc., de los animales y otras especies, su denuncia desde la resistencia hacia aquello que la cultura pragmática deja fuera de sus prioridades, así como su búsqueda de la cosiliencia (capacidad para reponernos de un gran impacto entre especies a través del equilibrio y fortalecimiento de nuestros lazos).
A continuación, la profesora abordó los estudios realizados por la UDG a tres mil poemas de la zona occidente de México, destacando la tendencia de los poetas a “acudir a los animales como núcleo de la alteridad humana”, ya que “no hay manera de que un animal no nos hable de nosotros mismos”. En la poesía, los animales no son una otredad dominada, inferior o salvaje, sino que representan la compañía, la sensatez, la alegría, etc., cualidades que solemos adjudicar a la especie humana pero que se proyectan en el exterior, como si cada elemento natural en el planeta fuese un espejo en el que nos miramos y reconocemos, a la vez que nosotros también somos un espejo en el que el mundo se reconoce a sí mismo. En tal sentido, para la Dra. Castro la poesía o la narrativa son en sí mismas pedagógicas, pues nos enseñan que estamos conectados por una fuerza muchas veces desconocida, además de que nos invitan a cuestionar todo lo que el humano ha dado por hecho; así, no hay certezas, solo posibilidades.
Para explicar este punto, la profesora abordó el asombro y el dolor en la poesía. En primer lugar, se dijo que “el asombro es una materia potente para el poeta”, pues a través de ello se celebra la vida y se goza su belleza. Desde el asombro no hay juicios, solo contemplación, la cual representa “un acto cognitivo entero de celebración”, pues “estamos conmovidos frente a un hecho sin palabras”. En la poesía, el “poeta invita a repensar la manera en la que miramos a la naturaleza y a renombrarla”; es decir, busca una forma de referirse a aquello que ante sus ojos se muestra inefable. Esta es, en mi opinión, una de las cualidades más valiosas de la poesía: cuando el lenguaje común deja de ser suficiente, surge la necesidad de transgredirlo para acercarlo lo mayor posible a aquello que se desea definir. Sin embargo, las palabras nunca pueden alcanzar la verdad, y entonces surge la poesía, como un puente sin horizonte donde no importa el destino, sino el trayecto. Finalmente, respecto al tema del dolor animal, la profesora señaló que esta poesía “manifiesta expresiones de quiebre o desarraigamiento de la seguridad personal”. En sus versos, los poetas establecen un diálogo con la moral social y la critican, además de demandar a la acción solidaria para remediar el sufrimiento. Su propósito es hacernos ver la degradación a la que hemos llegado para así promover el cambio de mentalidad, pues el dolor del animal es equivalente al vacío ético de nuestra civilización, nuestra falta de conciencia y las contradicciones éticas que no queremos resolver.
En mi opinión, la conferencia de la Dra. Castro reivindicó la función del arte como medio para incentivar el cambio social en favor de bienes universales, además de poner de manifiesto la responsabilidad social que los artistas, en este caso los poetas, tienen respecto a la sociedad en la que habitan. Si bien no es obligación del pintor, el escultor, el escritor, etc., comprometer su arte a una causa como esta, es importante que ellos y todos reconozcamos que el arte tiene el potencial de promover la reflexión y generar conciencia en los individuos, dos armas indispensables en la lucha contra la decadencia ética y moral de la actualidad.
Puede consultar la sesión completa a través del siguiente enlace: https://youtu.be/qH6X4YRXL2s?si=5z9n8gbrxxPw3O86.