Obligada referencia previa
“…la democracia no es solamente una estructura jurídica y un régimen político, sino que debe considerársele como un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo” (Artículo 3º CPEUM).
El Soberano
También dice nuestra Constitución que la soberanía nacional reside originariamente en el pueblo (Art.39). Así que votamos. Y votamos copiosamente. No como algunos esperaban o decían que ocurriría, pero al final acudimos a la cita casi el 61% del padrón electoral, unos 54.5 millones de votos, que se dicen fácil.
La jornada electoral
Con una participación abundante y una organización entre mala y trastabillante, de un INE que parece no poder recomponerse en la medida que las apremiantes necesidades logísticas le requieren (burocracia inaceptable para un organismo “ciudadano”, credenciales sin cita por meses, largas colas en los módulos, casillas sin funcionarios que no abrieron en tiempo y forma por todo el país, funcionarios de casilla sin capacitación previa, largas colas de 3, 4 y más horas para votar, información imprecisa, insuficiencia de boletas, información incompleta o contradictoria, etc..); así que ahora es necesario revisar, analizar y contrastar las informaciones que vamos conociendo a partir de las cifras de la votación. De ello saldrán muchas conclusiones interesantes.
Claudia Sheinbaum recibió más o menos el 59.3% de los votos válidos según la información disponible del PREP (46% si quitamos los votos de los partidos en coalición), para ser la ganadora indiscutible de la elección a presidenta de la República, mientras Clara Brugada ganó holgadamente con el 51.7% de los votos en la CDMX. Por su parte, Morena, por sí misma, sin contar los votos de la coalición, alcanzó el 42% de la votación nacional a diputados y senadores, por lo que queda lejos de la condición de “partido hegemónico” (al menos en términos de ciencia política), que se pretende adjudicarle para compararla ahora con el viejo PRI. Pero sorprendentemente, Morena gana con casi el 86%, o más, de la votación total en muchos distritos electorales del país, sobre todo en CDMX o en Tabasco, o bien con más del 60%, por ejemplo, en Sinaloa y Sonora. Pero también en Cd. Juárez o en Tijuana (PREP, 2024), (Sonnleitner, 2024).
El resultado es significativo e histórico por diversas razones. La primera es evidente. La presidencia de la República es para una mujer, antes que en cualquiera de las “modernas” democracias de la “avanzada” América del Norte. Pero es válido preguntarse si una vez que las mujeres llegan al gobierno también llegan al poder, que no es lo mismo, aunque lo parezca. Y también es válido preguntarnos si el ejercicio del gobierno y de lo público será igual, mejor o peor que antes, con hombres al frente. En todo caso lo veremos en adelante.
La segunda razón no es menos importante, porque la mayoría de los votantes optamos por una clara mayoría legislativa, cercana a la mayoría absoluta, en ambas cámaras para el partido-movimiento de la virtual presidenta de la República; así que el mandato parece claro: todas las herramientas de la democracia al servicio del gobierno en turno. Así no habrá justificación alguna para posponer los urgentes cambios que pide la mayoría social de este país en materias fundamentales como salud, educación, trabajo, ambiente o seguridad pública.
El gobierno
La secretaria de Gobernación no es la presidenta del INE. Los únicos resultados oficiales tendrán que venir en tiempo y forma por la vía legal e institucional; diría un ahora clásico: “por el bien de todos”. Mesura y una despedida paulatina, discreta y más eficaz no le vendría mal al gobierno y sus funcionarios y funcionarias, para ir dejando el espacio que ahora le corresponde a la presidenta electa y al equipo que le acompañará.
La telecracia
La televisión, la radio y los otros medios masivos tradicionales ya no son lo que fueron, para desgracia las oligarquías mediáticas. Tal vez por eso decía un clásico: “benditas redes sociales”. Así que el resultado oficial, anunciado tardíamente por la presidenta del INE en un extraño “conteo rápido” que fue muy lento, dejó literalmente estupefacta y al borde del llanto a la comentocracia y a la rancia academia neoliberal que le es afín, instaladas por décadas en sesudos análisis políticos para explicar y justificar un simplista mundo paralelo o realidad alternativa a la de la mayoría de sus compatriotas. Pero los y las dueñas de la verdad y los privilegios por décadas (véase por ejemplo los notorios casos Camín, Castañeda, Loret, Krause o Dóriga, o bien el truculento asunto Casar y el penoso ejemplo Dresser) fallaron. Tal vez el llanto y berrinche procaz de tanta y tanto “experto” obedezca a que estaban muy hechos a predicar e imponer sus “valores” como dogmas universales, aunque lo cierto es que no logran comprender al México diverso y multicultural que votó mayoritariamente el domingo pasado. De ahí la catarata de descalificaciones e insultos clasistas a la mayoría.
La oposición
Parecía más que probable que los tres partidos de oposición no lograrían, ni en coalición, tener un resultado competitivo. Y así fue. En mucho debido a una candidatura presidencial tan débil como errática, sin ningún proyecto político, que obtiene en consecuencia solo el 27.9% de los votos válidos. Es significativo que uno de los partidos coaligados, el PRD (alguna vez segunda fuerza política nacional) parece perder el registro según la información hasta ahora disponible, al no alcanzar el 2% de la votación nacional. MC por su parte, se encamina a disputar la tercera fuerza electoral nacional con el PRI, rondando el 10% de la votación.
Pero Gálvez y su coalición PRI/PAN/PRD se quedan lejos de ganar. Muy lejos sobre todo para aducir trampas y fraude o para impugnar el resultado. Así que a la luz de su actuación y declaraciones conjuntas cabe preguntarse si estos partidos coaligados por intereses de grupo y no por un proyecto de país atractivo a los votantes, son demócratas solo cuando los resultados les favorecen. Y cabe preguntarles si aceptarán al fin su estrepitosa derrota, porque no queda claro cuando después de reconocer su derrota después de la jornada electoral, ahora anuncian que van a “impugnar” la elección. Así que después de recontar los votos y corroborar su fracaso monumental, ¿qué harán en octubre? ¿se marcarán “un Trump” o “un Bolsonaro”? ¿reconocerán después de llorar y patalear que no entendieron nada y que por eso juntos o separados pasan casi a la irrelevancia política? ¿Cuándo renunciarán los impresentables dirigentes Moreno (alias “Alito”) y Cortés (Marko) ante su evidente fracaso? ¿No podrían hacer un servicio a la Nación dejando la curul de representación proporcional que se autoasignaron en beneficio de sus partidos? Zambrano, del PRD, ni siquiera tendrá que renunciar porque el PRD desaparece, visto lo visto. Pero tener una oposición casi circense en 2024 encabezada por los impresentables Alito y Cortés no es una buena noticia, porque México necesita alternativas políticas de oposición responsables, que generen confianza, gobernabilidad y contrapesos democráticos.
En la otra candidatura opositora, Álvarez Máynez aguantó el tirón (supliendo de emergente al locuaz candidato de “las élites” regias con todo y su “Cindy”, quien tuvo que declinar dado que las cuentas en Monterrey amenazaban con no cuadrar) y logró terminar su campaña con éxito, a pesar de las groseras presiones para que declinara de parte de la coalición opositora, encabezada por el tal “Alito”. Inusitadamente, en un episodio de “fuego amigo”, hasta el propio joven Colosio, alcalde con licencia de Monterrey se lo pidió, para que conste que no por joven o por Colosio ya eres demócrata. Pero Álvarez resistió, así que no es poco el logro de elevar al doble la votación histórica de un pequeño partido basando su campaña en propuestas y no en mentiras. Por desgracia, el discurso de “la nueva política” no resiste la prueba de la realidad cuando revisamos la pintoresca lista de personajes que resultaron electos al Congreso por MC en la vía plurinominal.
El pequeño gran reducto panista
Con información del PREP, del INE y del local, podemos saber ya que a contrapelo de la avalancha de votos morenista, la coalición PRI/PAN/PRD que rige en Aguascalientes, ganó los tres distritos federales electorales y también las candidaturas de mayoría al Senado. Así también, ganó todos los distritos locales de mayoría y nueve de 11 presidencias municipales dejando solo dos a Morena. El PAN se lleva el 36.7% de los votos, mientras que el PRI aporta 6.98% y el PRD solo 2.37%. a la dispareja coalición. Es así como ese gobierno y sus partidos coaligados, presumen con mucho orgullo que Aguascalientes es la única entidad federativa del país donde Gálvez ganó la elección presidencial. A la luz de los resultados nacionales, la pregunta obligada: ¿es el resultado electoral del “pequeño gigante” un signo de avance o de atraso político?
¿Hegemonía política?
No, pero sí un amplio dominio transversal que en cifras mejora al de 2018. Los resultados electorales se pueden explicar de muchas maneras y habrá que hacerlo durante los próximos años. Provisionalmente se puede decir que es falso que Morena ganó regalando dinero, porque la fuente principal de ingreso de las personas es la laboral y no los programas sociales, según la Encuesta Nacional de Gasto en los Hogares (ENIGH 2024). Sí que es cierto, en cambio, que el ingreso de las familias ha mejorado con respecto al pasado, como también se acredita en la misma encuesta citada. Es así que la ciudadanía de clase media, pero también de clase alta y baja, votaron más a la izquierda que a la derecha, y ese es el dato más contundente para explicar que Morena logró constituir un dominio transversal en términos de clase. El mejor triunfo del neoliberalismo fue, por décadas, poner a las clases bajas y medias en un registro “antipolítico” y de tendencia conservadora. Siendo la clase el sector social que por su posición estructural estabiliza a los regímenes políticos, unas clases bajas y medias politizadas, conscientes y solidarias han sido y serán fundamentales para cualquier proyecto político transformador con vocación de poder, y, por lo tanto, de gobierno. Una vez conseguido, mantenerlo será la gran tarea ética, política y cultural del futuro.
@efpasillas