La Modernidad Líquida - Primera Parte | La Columna J por Roberto Ahumada  - LJA Aguascalientes
03/07/2024

“El progreso no es una ilusión; ocurre, pero es lento e inevitablemente decepcionante”: George Orwell. 

Estimado lector de LJA.MX, le agradezco en demasía que se dé el tiempo para nuevamente darnos seguimiento a lo que vamos publicando semana a semana. En días previos hice una reseña en mis redes sociales sobre el talante que abordaré en este espacio. La modernidad líquida es un término que permite referir una serie de vínculos que se presentan en una sociedad, desde la interacción constante en redes sociales, hasta el esquema consumista desbordado que tenemos día a día. Es necesario reflexionar e indagar sobre cómo llegamos a este punto histórico, que es lo que está sucediendo y evidentemente la prospectiva que se genera. 

Zygmunt Bauman es un polaco que se ha destacado por ser uno de los pensadores más importantes de la sociología contemporánea y un crítico audaz de la modernidad occidental. Su término extiende una serie de aristas sobre la inconsistencia que tiene el amor, la religión, las relaciones humanas en la globalización desmesurada. Bauman dejó un legado de más de medio centenar de libros, pero sobre todo fue un visionario que anticipó un preludio poco alentador. 

Herbert Marcuse expresaba: “el problema al que nos enfrentamos es la necesidad de liberarnos de una sociedad que atiende en gran medida a las demandas materiales”. Es decir, la sociedad funciona con la lógica del capital, no puede existir una liberación si las cadenas se han vuelto invisibles e incluso cognitivas, la emancipación de la propia sociedad nos lleva a una realidad que debería ser objetiva, pero resulta ser todo lo contrario pues nos arroja en una tesitura completamente subjetiva y dependiente de la supuesta realidad que aprisiona a las personas en metadiscursos que rompen la consistencia de una construcción existencial. 

El libro 1984 de George Orwell fue una anticipación distópica fríamente calculada, que deja entrever una exposición retrospectiva de cómo está funcionando la sociedad, siempre hay alguien vigilando, la mutilación y degeneración del lenguaje excusa a los simplistas de una comprensión más profunda, son los dominios interiores los que promueven la conducta arraigada a los intereses in morales de unos cuantos.  

En la sociedad que expresa Orwell en 1984, es una sociedad individualista, que ha dejado de ser sujeta a una religión, a un culto, a una afición, eso fue derrumbado por el gran hermano, quien por medio de la verticalidad del poder y el autoritarismo generó una disrupción para ejercer el control. En este punto específicamente hay que referir propiamente la diferencia que existe con el mundo moderno, y es que el dominio no es perceptible, la individualidad bajo la efervescencia fatídica ha hecho un mundo de deseos banalizados en lo que la industria comprende como conveniencia.  

Sin duda alguna, la vida aun no llega al punto de ser insensata, no obstante, el panóptico está frente a nuestros ojos, en nuestro celular, es la desentraña que expone Adorno y Horkheimer, los algoritmos presuponen la libertad individual vinculada al sobre consumo. 

Existe un intermediario poco identificable entre la percepción de la libertad y los individuos, el modo de entender al mundo ya no es la vista, ya no es el mundo en sí, es lo que nos dice algún buscador o las redes sociales, en donde alguien con una distancia desmesurada del pensamiento crítico, emite juicios que distorsionan el propio sentido objetivo de lo que sucede. 

La individualización va en contra del concepto de ciudadano, hace una disrupción ante el compromiso colectivo, no haciendo alusión al sesgo ideológico que puede exponer alguna línea discursiva como lo es el bien común o como lo es la justicia social, sino en la consideración de la colectividad, el apoyo mutuo entre personas que no son ajenas a lo que sucede en el entorno real. La modernidad tiene el discurso desmembrado de que la libertad llega cuando esta ya no importa.  


Tocqueville argumentaba que al liberar a las personas las vuelve indiferentes, el individuo es el enemigo número uno del ciudadano. La modernidad líquida seguirá su rumbo como todo fluido, tal y como le caracteriza a ese estado de la materia, en los albores de la era de acuario, el contexto social arroja a los seres humanos en una serie de contradicciones, que no se olvide lo que refería Adorno: “la necesidad de pensar es lo que nos hace pensar”. 

La vorágine de la comunicación implícita extiende una reseña de subjetividad para interpretar el mundo en un sentido real.  

Epílogo 

Estimado lector quiero extender una felicitación a la Dra. Margain y la Dra. Blanca Estrada por el excelente evento que realizaron en UNII, aplaudo la iniciativa de hacer un panel para abordar las tesituras de las inteligencias artificiales. 

La siguiente semana pondremos una serie de estadísticas vinculadas con la modernidad líquida. 

In silentio mei verba.


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