Lo que sabemos | La Columna J por Roberto Ahumada - LJA Aguascalientes
01/07/2024

“Se puede enseñar filosofía, pero no se puede enseñar a filosofar”: Kant.

Tenga usted un excelente y afable día estimado lector, nuevamente nos encontramos en este reconocido medio LJA.MX, debo de agradecer su tiempo, su atención y disposición para dar lectura a esta columna, ciertamente las semanas pasadas he tomado como tema central a la política, pues ya han comenzado las campañas federales, y debemos recordar que, aunque a mucha gente no le guste el tema electoral, este marca el ritmo de muchas situaciones en nuestro país. No obstante, en el presente texto pretendo abordar el alcance de nuestro conocimiento.

Juan Miguel Zunzunegui citaba en su libro La revolución humana que nuestros abuelos habían peleado contra Hitler y Mussolini. Los jóvenes de nuestros días luchan contra el abecedario, y es que algo está pasando con todo lo que nos rodea, la realidad se está desquebrajando con los dispositivos móviles, están dando una nueva tesitura errabunda en el sentido de la objetividad. 

Es la infocracia en su máxima expresión, es la disrupción agónica del pensamiento crítico. Emmanuel Kant en su obra Crítica a la razón pura plasma una clasificación sobre lo que podemos saber, extiende taxonomías, pero del mismo modo refiere que la realidad es, el universo es, pero es en la posibilidad que tenemos en nuestra razón para interpretarle, ya sea por el lenguaje, los sentidos etc. La relación entre los dispositivos y la realidad está permeando en una vorágine de insensatez y en un abrupto abismo de desinformación, lo que dice la red social es, lo que comienza a decir la inteligencia artificial pronto será ley. 

“El arte es el reflejo de la realidad, pero también puede ser el motor que impulse el cambio y la transformación”: Romain Rolland (Rolland, 2024).

La vida resulta ser un camino de especulaciones y encuentros con distintos grados de conciencia, en la medida en la que la humanidad avanza se jacta de pretender conocer más y más, citando a Descartes: “Daría todo lo que se por la mitad de lo que ignoro”. Esta frase nos lleva reflexionar que desde hace más de 200 000 años somos homo sapiens, y hace menos de 600 años descubrimos que la tierra es redonda, resulta irónico, aún no sabemos qué debemos comer para tener salud, aún no sabemos descifrar cómo vivir en paz entre nosotros, aún no entendemos que la vida no es acumular cosas, que la materia padece ante lo que llamamos espíritu, hemos lanzado satélites y naves espaciales, pero aún no sabemos encontrar la parsimonia dentro de nosotros, lo que sabemos es una nada dentro de nuestra propia lógica. 

Pretendemos saber, pero nacer no pedimos, vivir no sabemos, morir no queremos, cada generación construye nueva literatura haciendo alusión a la trascendencia para alcanzar lo sublime, pero desde hace miles de años están las obras de Zaratustra, está el Mahabhárata, los vedas y demás enseñanzas, no respetamos a la naturaleza en casi ninguna de sus formas, porque para el humano moralmente es válido matar a una cucaracha, pero no a una mariposa. Como bien citaba Walt Whitman en su poema hojas de hierba: “La rica alfombra de hierba, animales y pájaros, la agreste y escondida ribera, los manzanos silvestres, los guijarros, Hermosos fragmentos de cascadas, negligentes líneas del horizonte, una tras la otra, según mi pensamiento las evoca, Los poemas reales pues que los que así llamamos sólo son meras imágenes”. 

Lo que sabemos estimado lector es una mera ilusión, como lo plasma el budismo y muy similar al determinismo estoico, el cual únicamente nos lleva a la lealtad de la resignificación y a la mundana y simplista esencia de vivir, de vivir sin miedo, sin pretender saber, independientemente de que somos lo que sabemos, sabemos para existir y existimos para saber lo que somos.

Quiero finalizar este texto reflexivo sin ninguna conclusión, pues no la hay, refiero una cita que escuche en un concurso de oratoria la semana pasada.


“Hombres de hoy, maestros es vuestro turno, trepar por encima de nosotros para ir siempre adelante y siempre arriba, sed más impetuosos, más alegres y más osados que nosotros, yo mismo me despido de mi alma pasada, la arrojo detrás de mí como un sobre vacío, la vida es una sucesión de muertes y resurrecciones, y hay quien muere sin haber vivido, lanzaron como una sombra por la faz de la tierra y hay quienes sobreviven a su muerte, porque hay cosas que perduran por el tiempo y la distancia, no os conforméis entonces con lo mezquino, este es mi encargo”: Romain Rolland.

In silentio mei verba, la palabra es poder.


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