Jane Goodall, una mujer incansable | Ambientalistas por Victor Hugo Salazar Ortiz - LJA Aguascalientes
15/11/2024

La próxima semana, para ser exacto el 3 de abril, la renombrada primatóloga y activista ambiental Jane Goodall cumplirá 90 años. Lo relevante de hacer una referencia en este espacio de su aniversario es, primero, para reconocer la gran labor que ha realizado en el campo de la etología, más específicamente en el de la primatología, ya que con sus estudios en trabajo de campo, realizados en la selva conviviendo con gorilas y chimpancés,  mostró al mundo aspectos desconocidos de las capacidades de éstos, nuestros parientes más cercanos del reino animal, como son “su conducta instrumental, estructura social, forrajeo, caza, guerra entre grupos, altruismo, dominancia, canibalismo, crianza y adopción, entre muchos otros aspectos” (https://janegoodall.es/es/biografia.html). Con estos estudios, Goodall demostró que ambas especies compartimos varias similitudes en la construcción de nuestras prácticas culturales. Cabe señalar que la capacidad cultural se reconoce ampliamente en nuestra especie, ya que ha servido para justificarnos como personas, pues se dice que llegamos a serlo solo en la medida en que aprendemos a comportarnos como tales dentro de un grupo cultural, y eso nos hace tanto sujetos de consideración moral como agentes de ésta. Bajo este criterio, el descubrimiento de estos comportamientos en los primates ha permitido reconsiderar nuestra relación moral con estas criaturas; es decir, a aceptar que son seres sintientes que experimentan dolor y placer; que son inteligentes, pues son capaces de reconocer su entorno, a ellos mismos y sus semejantes; y que esto hace posible que puedan crear lazos comunitarios, sociales y culturales entre ellos. En pocas palabras, no tenemos ninguna justificación para hacerles daño, ni a ellos ni a sus hábitats; por el contrario, estamos obligados moralmente a respetarlos y protegerlos. No está de más señalar que también hay avances legislativos en este sentido a nivel mundial y en nuestro país, prueba de ello es que en la Ley General de Vida Silvestre en el Artículo 60 se señala que “Ningún ejemplar de primate, cualquiera que sea la especie, podrá ser sujeto de aprovechamiento extractivo, ya sea de subsistencia o comercial. Sólo se podrá autorizar la captura para actividades de restauración, repoblamiento y de reintroducción de dichas especies en su hábitat natural”. 

En suma, este reconocimiento de nuestro deber moral hacia nuestros parientes más cercanos del reino animal se debe en gran medida al trabajo realizado por Jane Goodall, mismo que se ha convertido, además, en un auténtico paradigma de cómo se puede hacer un auténtico trabajo de divulgación científica, empleando para ello breves documentales en los que se muestran los avances del trabajo que se va realizando y cómo se van cumpliendo los objetivos y las metas planeadas para la comprensión de los sujetos de estudio en sus propios hábitats sin ninguna manipulación de por medio, por el contrario, permitiéndoles mostrar y expresar en entera libertad sus modos de ser, situación que no ocurre en los zoológicos ni mucho menos en los laboratorios. No está de más recordar que el trabajo realizado por Goodall fue llevado a la pantalla grande con la película Gorilas en la niebla, en la que se pone de manifiesto la fuerte confrontación que existe entre los intereses económicos humanos en contraposición al respeto de una especie (gorilas de montaña) y su hábitat, hecho que se replica alrededor del mundo de manera análoga con otro tanto de especies y sus ecosistemas. 

Jane Goodall, se indica en la página de su fundación, “ha sido considerada una de las mujeres científicas de mayor impacto en el siglo XX y una de las activistas más importantes del siglo XXI” (https://janegoodall.es/es/biografia.html). Muestra de ello son el cuantioso número de libros y artículos científicos publicados,  sus producciones para cine y televisión, las miles de entrevistas ofrecidas y la abultada cantidad de artículos sobre ella. Godall es una mujer muy galardonada, ya que ha sido nombrada doctora honoris causa por más de 45 universidades del mundo y distinguida con más de 100 premios internacionales, pero además es una mujer incansable que busca inspirar a las nuevas generaciones, muestra de ello es el discurso ofrecido en el Foro Económico Mundial de Davos de este año, en el que abrió con el siguiente mensaje: “Viajo por el mundo 300 días al año y en todas partes me encuentro con jóvenes que han perdido la esperanza. Y sabemos que las tasas de suicidio están creciendo. Si todos nuestros jóvenes pierden la esperanza, estamos condenados. Porque si pierdes la esperanza, te vuelves apático, te rindes y no haces nada. El futuro depende de que todos nos unamos ahora y hagamos algo para intentar curar el daño que hemos infligido a este planeta. ¿Cuánto tiempo podrá sobrevivir la Tierra si continuamos como hasta ahora?” (https://janegoodall.es/news/es/2024/02/12/0001/jane-goodall-necesitamos-esperanza-inspiracion-y-accion-para-salvar-la-tierra).

En otras palabras, Jane Goodall no está pasando la estafeta, no sin antes habernos puesto el ejemplo de qué debemos hacer para construir un mundo mejor siendo más incluyentes, es decir, no pensar únicamente en nuestro bienestar, sino del mundo natural en general, mismo que sostiene no solo nuestra vida y nuestras necesidades sino la de todas las demás especies. Sirva este breve escrito como un reconocimiento a Jane Goodall, una mujer ejemplar, y con este finalizamos el breve homenaje que rendimos en esta columna durante el mes de marzo a importantes mujeres inspiradoras en el ámbito de la ciencia y la filosofía en el campo ambiental.


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