Marzo es el mes en el que se conmemora el Día Internacional de la Mujer, por esto se ha aprovechado esta columna para hablar de feminismo y relacionarlo con el medio ambiente. Entonces, en esta entrega hablaremos sobre el Ecofeminismo. Proponemos las siguientes cuestiones para su abordaje: ¿qué es el ecofeminismo?, ¿cómo es que la historia del feminismo llega a un ecofeminismo? y ¿cuáles son sus objetivos?
El feminismo es un movimiento que ha estado presente desde el siglo XVIII y ha pasado por varias etapas, mismas que están marcadas por objetivos específicos. Podemos hablar de una primera ola, cuyas metas fueron refutar la jerarquía impuesta por el patriarcalismo masculino, las restricciones a los derechos de propiedad de las mujeres y la participación política femenina. En la segunda ola, entre los años 1950 y 1980, se muestra la necesidad de que las mujeres logren conquistar nuevos espacios de igualdad, así como demandar la autonomía sobre su propio cuerpo. En este periodo se consigue la aprobación legal del divorcio y también el uso de anticonceptivos en algunos países. En la década de 1990, la tercera ola del feminismo, las mujeres luchan con mucha más fuerza social y política con el objetivo de derrocar el yugo del patriarcado impuesto sobre ellas por generaciones que les impedía tener una mayor participación social, económica y política.
Del 2000 a la fecha, nos encontramos ante una cuarta ola, en la que los temas más visibles son: el derecho a la interrupción voluntaria del embarazo, la potenciación de la opinión de las mujeres en espacios virtuales, la unión de fuerzas con otros sectores históricamente oprimidos por el patriarcado (minorías étnicas y raciales, comunidades LGTBI, etc.) y un creciente interés por las problemáticas ambientales, las que han conducido a un replanteamiento de las causas que motivan a la lucha en contra del sistema que históricamente ha dominado y explotado no solo a las mujeres, sino también a la naturaleza.
Es en este periodo en el que encontramos con más fuerza el uso del término ecofeminismo, el cual fue acuñado por Françoise D’Eaubonne, ya que lo menciona por primera vez en el año de 1974 en su obra titulada El feminismo o la muerte. Para D’Eaubonne el ecofeminismo es como “un nuevo humanismo” que debe ser entendido como una forma de crear una ciudadanía capaz de participar de la vida cívica de sus comunidades y de persuadir a otros de realizar acciones virtuosas y prudentes en cuanto al medio ambiente y la mujer, dejar de tratarlos como cosas que se pueden sobreexplotar. Esta idea, que en lo personal me parece impactante, es explicada con claridad por D’Eaubonne de la siguiente manera:
El razonamiento es simple. Prácticamente, todo el mundo sabe que las dos amenazas de extinción más inmediatas en la actualidad son la superpoblación y la destrucción de recursos; conocen un poco menos la responsabilidad del Sistema masculino, en tanto que masculino (y no capitalista o socialista), en estos dos peligros; pero muy pocos han descubierto todavía que cada una de las dos amenazas es el resultado lógico de uno de los dos descubrimientos paralelos que dieron poder a los hombres hace cincuenta siglos: su capacidad para inseminar tanto a la tierra como a las mujeres así como su participación en el acto de reproducción (D’Eaubonne, 1974).
En el libro referido, la autora explica que cuando el hombre descubrió que podía encargarse de la agricultura, algo que hace 50 siglos era propio de las mujeres “ya que ellas se quedaban en casa y los hombres salían a cazar”, comenzaron a explotar la tierra sin el cuidado y atención que las mujeres ponían, ya que éstas equiparaban el quehacer de la naturaleza con su vivencia maternal, pues la madre tierra era quien les proporcionaba los alimentos y medicinas a través de su fecundidad, la gestación y por fin el fruto “de su vientre”. Simultáneamente, el embarazo de las mujeres dejó de ser considerado por los hombres un designio de los dioses y más una consecuencia de su poder sexual masculino, lo que provocó que se incrementara el índice de nacimientos considerablemente, pues ahora los hombres dejaban su semilla tantas veces como fuera posible para acrecentar su masculinidad y con ello su tiranía patriarcal. La suma de ambos factores generó una doble amenaza para el mundo, pues se produjo sobrepoblación por tantos nacimientos humanos y con ello la destrucción del medio ambiente natural por la excesiva necesidad de bienes naturales.
En este sentido, el ecofeminismo busca, según Françoise D’Eaubonne, que se reivindiquen las relaciones entre los seres vivos y el medio físico en el que evolucionan, resaltando el papel que tienen ambos sexos en el control de la tasa de natalidad. D’Eaubonne señala en su libro que, lamentablemente, en la mayoría de los congresos sobre ecología no se aborda la temática de la sobrepoblación humana, ya que la mirada se dirige hacia el agotamiento de recursos y la destrucción del medio ambiente, dejando de lado la raíz del problema que va de la mano con la lucha feminista: la sobrepoblación de nuestra especie.
Del mismo modo, las acciones sociales que se han llevado a cabo para resolver el problema son pocas y no han logrado efectos importantes. Por ejemplo, aunque las ideas ecofeministas promovidas en Francia que abordaban el control de natalidad eran buenas, fueron abandonadas; en contraste, nos encontramos con el caso de los Estados Unidos, donde otra mujer, la Dra. Weill−Hallé, detectó la raíz del problema y fundó el programa de Planeación Familiar, aprobado legalmente en la década de 1970. Con este se buscaba concientizar a las mujeres sobre tener el control de su cuerpo, además de enseñarles acerca del uso de anticonceptivos, cuánto tiempo esperar entre hijo e hijo y cómo esto podía beneficiar o afectar la economía en sus hogares.
De la mano con este tema, la autora también aborda la legalización del aborto como parte de la perspectiva ecofeminista, ya que ello contribuye a la disminución de la sobrepoblación, además de brindarle a la mujer un derecho que siempre se le ha negado: el control sobre su propio cuerpo. No obstante, también sabe que el aborto se está aceptando con fines muy diferentes, ya que la lucha feminista busca que se respete el cuerpo de las mujeres, teniendo derecho absoluto de decidir sobre él, en cambio solo es aceptado porque beneficia a un sistema capitalista y patriarcal en cuanto al control del consumo de productos, es aquí donde D’Eaubonne expone tal problema:
El mundo empieza a aceptar la idea del aborto por otros motivos que obligan a las mujeres a reclamar violentamente su derecho a disponer de su cuerpo, de su futuro, de su procreación; es debido a la preocupación por la tasa exponencial de crecimiento que hemos descrito y analizado anteriormente que la sociedad masculina experimenta cierta tendencia a desafiarse a sí misma y aceptar afirmaciones dictadas por otros motivos muy distintos. Por una vez, los intereses de los opresores y los oprimidos coinciden. (D’Eaubonne, 1974).
De acuerdo con D’Eaubonne, estos conflictos de intereses ponen en una posición difícil al patriarcado, que se encuentra en un dilema entre dos opciones: ceder el derecho a las mujeres de abortar y, con ello, favorecer la protección del medio ambiente o, por el contrario, seguirla limitando y continuar generando daños derivados de la sobrepoblación.
El aborto siempre será un tema de discusión y de reflexión, sabemos que no es un tema fácil, pero realmente ¿vale la pena seguir trayendo vida que no es deseada a un mundo decadente donde los recursos cada vez son más limitados y la economía no es favorable? ¿Podríamos pensar en darle un respiro a la Tierra y a las mujeres que no son medios de producción masiva? El ecofeminismo es una postura interesante, con buenos argumentos sobre los problemas que enfrenta el medio ambiente y cómo la mujer se relaciona con esté, por eso los invito a leer este tipo de ecologismo, sin acusarlo de radical y darle una oportunidad que nos permita reflexionar juntos a hombres y mujeres por igual.